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TribunaRodrigo Ballester

Amnistía: ¿Europa está y se le espera?

Esta amnistía significa situar a una casta de políticos por encima del imperio de la ley, aceptar que éstos tengan la potestad de blanquear sus delitos en función de sus intereses personales

Actualizada 01:30

Mientras media España asiste atónita (y resiste) al mayor golpe contra el Estado de derecho jamás dado en un Estado europeo, algunos nos preguntamos: ¿dónde está Europa? ¿Está, se la espera? ¿Por qué tantos adalides de los valores europeos y del Estado de derecho callan ante semejante atropello? Cuando nombró a su antiguo ministro de Justicia y a una funcionaria de Moncloa en el Tribunal Constitucional, callaron. Cuando vació de su contenido el delito de malversación (lo que afecta directamente a los fondos europeos), apenas se escucharon protestas. Y ahora que jueces y fiscales alertan sobre el fin del Estado de derecho y la subordinación de la justicia al Parlamento, y que las calles españolas se llenan de manifestantes, sólo la Comisión Europea se da por fin por aludida.

Ya era hora, y ya veremos si la carta del Comisario Reynders es el principio de un pulso o un mero gesto de cara a la galería. Y aunque la misiva de la Comisión es acogida con alivio, parece llegar tarde y de momento sabe a poco. ¿A qué se debe esta pasividad? No es por impotencia, al contrario. A la hora de defender el Estado de derecho, la UE ha mostrado en los últimos años un activismo y una severidad sin precedentes. Incluso ha adoptado un reglamento que le permite bloquear fondos europeos en caso de vulneración del Estado de derecho. Y no son multas simbólicas. ¿Cuántos euros han recibido Polonia y Hungría desde que se aprobó el presupuesto europeo hace tres años? Hablamos pues de unos 100.000 millones de euros que Bruselas debe a Varsovia y otros 28.000 millones que adeuda a Budapest, sanciones leoninas por motivos infinitamente menos graves que el asalto de Sánchez.

El ejemplo más sangrante de esta doble vara de medir y del sadismo con el que la UE actúa contra algunos estados miembros mientras hace la vista gorda con otros es la exclusión de dos tercios de las universidades húngaras de los programas Erasmus y Horizon. En nombre del Estado de derecho, la expresión «irse de Erasmus» ha cobrado un nuevo significado: echar a estudiantes, profesores y universidades de éste programa icónico por razones espurias que tienen toda la apariencia de una vendetta política. Porque la causa de semejante castigo es la presencia de un diez por ciento de políticos en los consejos de administración (que no los órganos rectores) de éstas universidades, como ocurre en varios países europeos. Unos políticos que, por cierto, dimitieron el febrero pasado. Y aún así, la UE mantiene la sanción sin explicar por qué. Salvo que la situación se reconduzca en las próximas semanas, 180.000 estudiantes de 21 universidades quedarán excluidos a partir de junio, infligiendo así un daño incalculable.

Qué contraste más descorazonador: Pedro Sánchez, veinticinco gobiernos más y un Parlamento europeo cobarde e hipócrita echando a patadas a estudiantes húngaros de Erasmus, mientras la UE (con la reciente y tímida excepción de la Comisión) calla ante acuerdos que hacen volar por los aires el Estado de derecho en España. Calla, ¿y otorga? Ante la magnitud del asalto y las escasas respuestas, la duda no ofende. Porque esta amnistía significa situar a una casta de políticos por encima del imperio de la ley, aceptar que éstos tengan la potestad de blanquear sus delitos en función de sus intereses personales, implica aniquilar de un plumazo la separación de poderes, pisotear la independencia del Poder Judicial y violar con saña el principio de igualdad de todos los españoles ante la ley.

La amnistía y los términos del infame acuerdo con los separatistas catalanes será el prueba del algodón para Europa. Si reacciona, demostrará que su apego por el Estado de derecho es real y no admite ni medias tintas ni dobles varas de medir. Si se pone de perfil y tolera este golpe fatal a la democracia española, entonces se quedará desnuda y demostrará que su cruzada por el Estado de derecho no es más que un ejercicio masivo de hipocresía, una cínica excusa para librar batallas políticas y la consagración del imperio de la arbitrariedad. Con Sánchez, la UE se juega su credibilidad ante millones de españoles y de europeos. ¿Hasta qué punto se da cuenta de ello?

  • Rodrigo Ballester es antiguo funcionario europeo, máster por el Colegio de Europa (Brujas), director del Centro de Estudios Europeos del Mathias Corvinus Collegium (Budapest).
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