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TribunaManuel Martín Lobo

Domingo Díaz-Ambrona, un ilustre ingeniero extremeño olvidado (I)

Hay una indeterminación de Extremadura como realidad física. E incluso se hace una fría caricatura de patria en que venía a convertirse Extremadura. Por el contrario, sale muy claro la idea de Extremadura como esencia de España. Y se considera el ideal extremeño como alcaloide del ideal español

Actualizada 01:30

Los extremeños somos muy dados a olvidar a nuestros paisanos ilustres. ¿Será porque tenemos tantos? Uno sin duda es Domingo Díaz-Ambrona, ilustre ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, con obras importantes, una de ellas el complejo de embalses conjuntos de Entrepeñas-Buendía (Guadalajara), con más de 2.400 millones de m3 de agua, del que fue ingeniero director, y que yo tuve el honor de ver con él el día 7 de marzo de 1950 —hace ya 75 años— con un pequeño grupo de estudiantes extremeños de ingeniería (de Minas, Industriales y Montes) a los que reuní con nuestra Juventud Universitaria Extremeña de entonces, anterior al Hogar Extremeño de Madrid. Lo publicó el diario HOY de 10 de marzo de 1950.

Todo esto viene a cuenta de que, ordenando mi biblioteca, me encontré un libro encuadernado en piel a la antigua de D. Domingo, titulado Panorama, pero cuyo contenido aparte de varios generales contaba con dos trabajos «Ideal extremeño» y «Una nueva Extremadura» que siempre me sedujeron y a los que voy a referirme en dos o tres artículos, si me lo permiten, pues me parecen muy interesantes, ya que el libro es de 1933 y se refiere a los riegos en Extremadura. Y si se habla del Ministro de Obras Públicas socialista en aquella época, Indalecio Prieto, también hay que hablar de los Ingenieros Díaz-Ambrona (extremeño) y Ansorena. Vamos a ver.

IDEAL EXTREMEÑO

El texto es el de una conferencia leída en la Sociedad Económica de Amigos del País de Badajoz (entonces no era todavía Real) el 29 de mayo de 1932, y en ella se refiere a un grupo de paisanos que pretendía estudiar el Estatuto extremeño, tema análogo que en aquel momento era relevante sobre todo en Cataluña, País Vasco y Galicia, que es al final los que salieron, salvo el último quizás.

Comenta todos estos epígrafes: La Indeterminación de Extremadura como realidad física, La idea federal en Extremadura (no es nada partidario), Nitidez del concepto ideal de Extremadura como esencia de España, El ideal extremeño alcaloide del ideal español. El sino histórico de España, Papel de España en Europa. Palabras de Keyserling (España ha de enseñar a Europa…), Extremadura es a España lo que España es a Europa. Renacimiento español. Valor permanente del ideal hispano, Pobreza actual de Extremadura, Vísperas de grandeza. La misión de España en Europa, en América, frente al islam, frente al mundo, en la organización de la paz, terminando con el problema cultural extremeño, el agrario, la Universidad…, apostillando que para muchos hablar de ideales es «algo semejante a ponerse a escribir versos sobre la cubierta de un barco incendiado… y que parece mejor ocuparse de las cercanas y urgentes que afectan al momento presente».

De esas, como por ejemplo los riegos del Cíjara, escribirá en el siguiente trabajo «Una nueva Extremadura».

Los últimos capítulos de su libro los dedica el ingeniero Díaz-Ambrona con el título Hacia una nueva Extremadura, según la conferencia pronunciada en pueblos de la provincia (Mérida, Fuente de Cantos, y en Olivenza). Desecha la Ley Federal para Extremadura con la cual no conecta. Por otra parte, hay una indeterminación de Extremadura como realidad física. E incluso se hace una fría caricatura de patria en que venía a convertirse Extremadura. Por el contrario, sale muy claro la idea de Extremadura como esencia de España. Y se considera el ideal extremeño como alcaloide del ideal español.

Estudia después el secano agrícola y el paro forzoso que se deriva de él.

Refiriéndose a las mejoras de las obras hidráulicas, señala que las «tierras regadas producirán, cinco, siete e incluso diez veces más que actualmente. Y que se establecerían industrias agrícolas y ganaderas que mejorarían gracias a la generación de electricidad y que resolverían problemas de higiene en los pueblos, especialmente debido al abastecimiento de agua».

Establece una curiosa comparación entre Bélgica y la provincia de Badajoz, parecidas en extensión pero diferentes poblaciones y sectores preponderantes. «El trabajo de algo más de un millón de campesinos belgas asegura la alimentación de casi ocho millones de habitantes. En cambio, el trabajo de medio millón de campesinos extremeños no llega a satisfacer las elementales necesidades de alimento de 700.000 personas. El rendimiento del campesino extremeño es casi un 21 por ciento del belga. Muchos son los factores de estas diferencias, pero la puesta en regadío de más 400.000 hectáreas abre perspectivas formidables», escribía en 1933 Domingo Díaz-Ambrona.

Pero no bastarán unos soñadores para llegar a la realidad del Plan de Badajoz de hoy: en 70 años cinco grandes presas, miles de acequias de riego, más de 40 pueblos, 5.000 colonos, y también más de las industrias que no son tan pocas como se dice, comunicaciones, etc.

  • Manuel Martín Lobo es doctor ingeniero de Montes y periodista
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