Tuve el honor de ser comparado con Buttiglione
De la entrevista de Buttiglione me quedo con eso de que «una buena parte de los católicos no tienen una visión de la historia, y toman la visión de la historia del adversario» y que, «cuando llegan al poder los ‘conservadores de valores’, intentan disminuir la velocidad del camino hacia la descristianización
He leído con gran interés la entrevista que El Debate ha hecho al italiano Rocco Buttiglione, presidente de la Academia Internacional de Líderes Católicos, que fue ministro con Silvio Berlusconi y que a comienzos de este siglo XXI, siendo eurodiputado, se convirtió en el blanco de las iras de numerosos políticos de izquierdas por osar defender sin fisuras en la Eurocámara el derecho a la vida de los no nacidos y de los ancianos.
En diciembre de 2004, siendo yo consejero de Bienestar Social del Gobierno de Navarra, tuve el honor de ser comparado con él. Fue el día 9 de ese mes cuando, en la Universidad Pública de Navarra, en el acto de apertura de unas Jornadas sobre ‘pluralidades de formas de familia’, compartí mesa, además de con un vicerrector y la alcaldesa de Pamplona, Yolanda Barcina, con la directora del Instituto de la Mujer del Gobierno de Zapatero, Rosa María Peris. Allí, en mi intervención, entre otras cosas, dije que la familia era la estructura más fundamental de nuestra sociedad, y que seguía siendo la mejor garantía de su vertebración y cohesión. Hablé de la súbita incorporación de las mujeres y de su eficaz participación en el ámbito de lo público (laboral, económico, político o cultural) y dije que no había tenido una correspondencia por parte de los hombres, los cuales no se estaban incorporado con la misma velocidad al mundo de los temas familiares; es decir, que no se había logrado la incorporación de éste al ámbito privado, al de la familia, con la profundidad necesaria para suplir ese rol que la mujer había adquirido en esos últimos años, algo que estaba dificultando el que se pudiera realizar un reparto equilibrado de responsabilidades entre unos y otras de forma que se hiciera posible la armonización de las respectivas vidas profesionales y familiares de ambos miembros de la pareja. Indiqué que la familia era el mejor ‘Ministerio de Bienestar Social y de prevención de la delincuencia’, así como el núcleo natural y fundamental de cohesión y vertebración de la sociedad y el ámbito de seguridad y estabilidad en el que sus miembros aprenden y practican todas esas virtudes cívicas. Dije que, desde el Gobierno de Navarra, a través del Departamento del que yo era titular, íbamos a impulsar todos los apoyos a las familias: a las numerosas y reducidas, a las con partos múltiples o con una sola criatura por parto, y a las monoparentales como resultado del fallecimiento de uno de los cónyuges o de la ruptura del proyecto familiar. Y me referí, también, al entonces proyecto de modificación de la ley del divorcio del Gobierno Zapatero que iba a permitir que se pudiera realizar el divorcio unilateralmente, sin mediar palabra y sin plazo alguno para la reflexión, señalando que temía que a partir de ese momento las familias monoparentales iban a experimentar un fuerte incremento, con lo que las repercusiones sobre los menores iban a ser severas.
La Sra. Peris convocó después, una rueda de prensa en la que dijo que mi intervención «obedecía» a la misma filosofía e ideología de Rocco Buttiglione, que mantenía un discurso «arcaico y carca», «muy encasillado en el modelo tradicional» sobre la familia. Se refirió a mi «visión catastrofista» sobre el efecto que iba a tener la reforma de la ley del Divorcio, y habló de que mi mensaje era «pobre y ridículo».
El entonces arzobispo de Pamplona, y futuro cardenal, don Fernando Sebastián, me envió un escrito después de ver ese ataque y de leer mi intervención, en el que me decía: «Quiero felicitarte por tu rectitud en tus manifestaciones públicas. Pierden el fondo y las formas.»
De la entrevista de Buttiglione me quedo con eso de que «una buena parte de los católicos no tienen una visión de la historia, y toman la visión de la historia del adversario» y que, «cuando llegan al poder los ‘conservadores de valores’, intentan disminuir la velocidad del camino hacia la descristianización. No piensan que sea posible una civilización. Confunden progreso con decadencia». Y cuando dice que en el debate de la ley de la eutanasia en Italia todos iniciaban diciendo: Yo soy católico, pero... », me ha recordado a lo que nos sucedió en 2015 a un grupo de diputados y senadores del Grupo Popular (Lourdes, Antonio, Gari, Ángel, Javier, José Eugenio, Eva, Ana, José Luis y José Ignacio) que siendo leales a nuestro compromiso con los electores y fieles al programa electoral con el que habíamos concurrido a las elecciones, rompimos la disciplina de voto ante la tímida reforma de la ley del aborto del Gobierno de Rajoy y votamos en contra del aborto libre de los menores con el consentimiento de sus padres; es decir, votamos a favor de la vida. Entonces, muchos de nuestros compañeros de grupo se nos acercaban y decían también eso de: «Yo soy católico, pero...» El hecho fue que a nosotros, por esa votación, se nos trató de eliminar de la vida política y se nos expulsó de las listas electorales para las elecciones generales del 20 de diciembre de ese año, mientras que esos compañeros «católicos, pero…» continuaron y hoy, casi diez años después, muchos de ellos, como los osos de un antiguo anuncio de pilas, allá siguen y «duran y duran» porque ellos sí que son «católicos, pero... dóciles».
- José Ignacio Palacios Zuasti fue senador por Navarra