La cultura del 'me gusta' en los adolescentes y jóvenes
Teniendo en cuenta estos peligros del entorno digital, es muy importante que las familias conozcan los hábitos digitales de sus hijos y dialoguen abiertamente con ellos sobre el uso responsable de internet y los riesgos a los que se exponen
Vivimos en la cultura del 'me gusta'. Los adolescentes y los jóvenes dependen de los comentarios positivos o los likes que reciben de sus amigos y de personas de su entorno. Frecuentemente por cumplir con estos estándares se sienten agobiados por parecer perfectos.
La creciente fijación en alcanzar un cuerpo perfecto impacta mucho en cómo se perciben los jóvenes a sí mismos. Los cuerpos masculinos que se muestran en las redes son un referente a imitar. Más de la mitad de los adolescentes considera que un cuerpo tonificado y musculoso, como proponen las redes sociales, les ofrece ventajas sociales y profesionales. Respecto a su cuerpo en las chicas priman los aspectos estéticos frente a los saludables: se obsesionan con la delgadez, etc.
Ciertos factores hacen al joven más vulnerable ante el influjo de la cultura del ‘me gusta’: la baja autoestima, la falta de seguridad en sí mismos o poca madurez. La obsesión por el músculo obliga a sesiones deportivas de dos o más horas diarias. Y en cuanto a la alimentación, se dejan los azúcares y las grasas, sustituyéndolos por una dieta rica en proteínas a la que muchas veces se añaden complementos como esteroides o anabolizantes musculares.
En la cultura del «me gusta» (like), estoy recibiendo lo que el otro ve en mí como mi nueva realidad. Los «me gusta» generan una falsa sensación de libertad tanto en el que los da como en el que los recibe. Se creen que son originales y atractivos porque tienen muchos likes. En realidad, sin embargo, son teledirigidos hacia lo que otros quieren que sean, sin valorar lo que realmente son. Y si no tienen likes han de cambiar urgentemente. Sin embargo, la propia identidad es lo que nos caracteriza por encima de todo. Somos seres únicos. Esto está desapareciendo actualmente. Ya no se buscan las características propias, se construye la propia personalidad basándose en opiniones ajenas. Ya no somos únicos sino lo que los ‘me gusta’ quieren que seamos.
Este agobio por parecer perfectos desencadena múltiples efectos negativos en la salud mental de los menores, entre los que se encuentran: La percepción negativa de su propio cuerpo por compararlo con los demás, sentimientos de tristeza o frustración (por no cumplir con esa presión social). La baja autoestima e inseguridades, o aislamiento social (por miedo a la comparación y al qué dirán). Frente a estos factores, se encuentran en una edad muy influenciable en la que están construyendo su personalidad y les resulta difícil luchar contra ellos.
Teniendo en cuenta estos peligros del entorno digital, es muy importante que las familias conozcan los hábitos digitales de sus hijos y dialoguen abiertamente con ellos sobre el uso responsable de internet y los riesgos a los que se exponen. Es esencial hablar con ellos y hacerles caer en la cuenta del influjo pernicioso que ejercen en ellos muchas de las imágenes que ven cada día. Y promover la importancia de la imagen natural, de las habilidades y talentos propios, así como la riqueza de la diversidad de cada persona. Asimismo, otro aspecto esencial es buscar alternativas a la tecnología, como acordar horarios y límites para el uso de los dispositivos electrónicos, etc…
La cultura del like es peligrosa. Son cada día más frecuentes los suicidios impulsados por experimentar el rechazo en las redes sociales. Además, generan una falsa realidad que afecta a millones de personas que construyen «seres» ficticios que conviven con los seres reales.
Existe el ciberacoso por el que menores llegan a sufrir insultos, amenazas o humillaciones online sin que los padres se percaten, lo cual puede afectar a su salud emocional y a su autoestima. Y los menores pueden compartir información personal (dirección, datos bancarios, fotos) con desconocidos o en entornos inseguros, lo cual puede llevar a la suplantación de identidad o el uso fraudulento de sus datos.
El uso excesivo de las pantallas por la noche antes de dormir puede llevar a trastornos del sueño o ansiedad, así como una alta exposición a redes sociales puede fomentar la comparación constante y la insatisfacción personal, especialmente en la adolescencia, la etapa de formación de la autoestima. En definitiva, el acompañamiento, la escucha activa y el desarrollo del pensamiento crítico serán las claves para poder prevenir problemas relacionados con la autoimagen, de tal forma que los menores no sientan una preocupación excesiva por su aspecto físico y aprendan a gestionar sus inseguridades e imperfecciones.
- Manuel Sánchez Monge es obispo emérito de Santander