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Cuestión de Derechos

Un secuencia de la películaCuestión de derechos

Cine con sentido

'Cuestión de derechos': una película desinhibida sobre la consistencia jurídica del derecho a la vida

Analizamos una película de rabiosa actualidad, premio a la Película Más Inspiradora en el Festival Internacional de Cine Cristiano, que plantea el caso de un padre que lucha en los tribunales para que la madre de su hijo no aborte

La falta de complejos de los norteamericanos permite que se produzcan películas que en otros países serían proyectos suicidas. Esa es la razón de que en Estados Unidos se realicen películas sobre el drama del aborto completamente desinhibidas. Se trata de películas antiabortistas que normalmente tienen detrás una base social que incluso participa económicamente en su financiación. Recordemos la no muy lejana Unplanned, basada en hechos reales, y que se centraba en el negocio del aborto y sus pingües beneficios, desde la perspectiva de una directiva de una clínica abortista. Ahora ha llegado a las pantallas españolas otra cinta provida, Cuestión de derechos, pero que en este caso examina las perspectivas jurídicas de ambas posiciones, la abortista y la provida. Si aquella no era apta para todos los públicos, por lo subyugador de muchas imágenes, esta, en cambio, sí lo es.

El argumento es muy sencillo. Emma (Emma Elle Roberts) y Ethan (Ben Davies) son dos jóvenes que se conocen del instituto y que empiezan a salir. La familia de Ethan es cristiana y su padre es un dirigente de la comunidad evangélica del lugar. Emma vive con su madre soltera y no son creyentes. Un día en que Emma y Ethan se dejan llevar, tienen su primera relación sexual y ella queda embarazada. La reacción en cada casa es opuesta. Ethan pide perdón por no haber sabido respetar a su novia, y la familia decide apoyarle en su nueva condición de imprevisto padre. La madre de Emma se enfada con su hija por no haber tomado anticonceptivos e inmediatamente la lleva al médico para programar el aborto. La familia de Ethan contacta con el abogado Dolan Forsett, quien decide llevar el asunto a los tribunales apelando al derecho de Ethan de defender la vida de su hijo. La argumentación de este abogado se basa en la jerarquía de derechos, ya que en la Constitución americana el derecho a la vida es el más importante de todos. La traducción literal del título original de la película expresa con mayor precisión el núcleo argumental del film: The order of rights, «el orden de los derechos», es decir, su jerarquía. Porque no todos los derechos tienen el mismo valor. 

De lo `jurídico´ a lo ideológico

Por su parte, el abogado de Emma sostiene su defensa en el derecho de cada mujer a decidir sobre su cuerpo. Pero este argumento se basa en una conjetura biológica que la ciencia nunca podrá confirmar: que el feto no es una individualidad biológica distinta de la madre. Para apoyar esa conjetura, el abogado abortista se basa en que el feto es `dependiente´ de la madre, lo cual tiene muy poco recorrido racional porque un bebé de un año también es dependiente, lo mismo que un adulto parapléjico o un anciano con Alzheimer. Como vemos se trata de un apasionante debate jurídico en el que no es difícil descubrir de qué lado está la lógica y la racionalidad. Pero es que el fondo de la cuestión no es jurídico sino ideológico. Y por ello en el film pasa lo que pasa, y que aquí, obviamente, no vamos a desvelar.

El desenlace del film se presta a un debate sumamente interesante sobre la diferencia radical que existe entre que una mujer lleve a buen término su embarazo como consecuencia de su `derecho a decidir´, y que lo haga porque sea consciente de que precisamente no existe ese derecho a decidir sobre la vida que lleva dentro. El resultado es el mismo: la vida sale adelante, pero el proceso moral de la madre es muy diferente.

Como película, la puesta en escena es más bien de telefilm, y a mi modo de ver la caracterización de los personajes está un poco escorada: los personajes del lado de Ethan tienden a `caer mejor´ que los del lado de Emma. En cualquier caso, no se trata de repartir simpatías, sino de confrontarse racionalmente con los argumentos. El único personaje que realmente hace un largo recorrido interior es el de Emma, que no se atreve a reconocerse a sí mismo cuáles son sus verdaderos deseos respecto a sí misma, a Ethan y a su hijo. Y no se atreve porque el contexto social, la opinión pública, la ideología dominante… se lo ponen muy difícil.

Esta cinta, que ganó el Premio a la Película Más Inspiradora en el Festival Internacional de Cine Cristiano de 2019, es una buena ocasión para que el espectador sin prejuicios ideológicos reflexione serenamente sobre si todo a lo que llamamos `derechos´ realmente lo son, y si no habrá algunos que más bien responden a decisiones políticas, ideológicas o económicas, en vez de a una rigurosa racionalidad jurídica. 

Cuestión de derechos

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