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mañana es domingoJesús Higueras

«Esto es mi cuerpo»

¡Qué locura! El creador del universo se encierra en la frágil apariencia del pan para pedirte que le quieras, pues en quererle está tu salvación

Actualizada 04:30

Mañana celebraremos con procesiones, himnos y solemnidades la fiesta del Corpus Christi. Un día especial para un amor especial, pues de eso se trata, de celebrar el amor especial de Dios por cada uno de nosotros. Decía San Pablo: «Me amó y se entregó por mí» , pues ante el Señor no cabe esconderse en el grupo. Él nos conoce a cada uno y nos quiere singularmente.

Mañana, Corpus Christi, el Señor Jesús saldrá del sagrario para ser adorado en nuestras calles y en nuestros hogares, pues no es un Dios que se queda quieto sino que sale, presente en la custodia, en nuestra búsqueda. ¿Cabe mayor amor que encerrarse durante miles de años en un sagrario esperando a que llegue ante Él? Sólo los enamorados entienden el deseo tan ardiente de estar juntos que tienen los que se quieren. Y ésta es la única razón de la eucaristía: Jesús, enamorado de la humanidad, se queda escondido en este sacramento para que experimentemos su proximidad allá donde estemos en nuestro caminar en la tierra.

La presencia real de Cristo en el Santísimo Sacramento –su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad– es un regalo que nos deja para que gocemos de Él en la medida que nuestro corazón lo desea.

Hay personas que pasan delante de un sagrario y ni siquiera se enteran que ahí está el Señor de cielo y tierra.

Hay otros que son capaces de pasar un ratito delante del Santísimo, pero las prisas y los quehaceres les empujan a marcharse pronto.

Pero también hay almas que gozan ante el sagrario, es su oasis, el lugar de la paz y la esperanza, donde toman fuerzas y energía, de tal modo que les cuesta marcharse porque entienden que es el lugar más grande en el que podemos estar.

En todo caso, lo que mas hiere a Jesús es la indiferencia de tantos cristianos que, sabiendo que ahí está el Amor de los Amores, continúan su camino sin contar con Él, porque en la práctica creen que no le necesitan.

Pero no es ese nuestro caso: sabemos que nos espera cada día para llenarnos de su Vida, para escuchar nuestras cuitas y, tal vez, que nosotros escuchemos las suyas, pues amor con amor se paga y si se queda en el sagrario es para convertirse en un mendigo de tu amor.

¡Qué locura! El creador del universo se encierra en la frágil apariencia del pan para pedirte que le quieras, pues en quererle está tu salvación.

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