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El padre Huidobro, el intelectual y discípulo de Martin Heidegger que se convirtió en capellán militar

Huidobro, el capellán que cruzaba trincheras para asistir a los que agonizaban en ambos bandos

Los restos mortales del jesuita que murió en 1937 serán trasladados hoy a un nuevo emplazamiento

Mientras los soldados de ambos bandos se mataban entre sí, él iba de un lado a otro socorriendo espiritualmente a los que estaban a las puertas de la muerte. Para el padre Fernando Huidobro Polanco, S.J, no había enemigos: todos eran hijos de Dios y, por tanto, hermanos. Poco importaba si éste o aquel habían sido buenos, malos o regulares; si pertenecían al bando nacional o al frentepopulista; si eran devotos o habían participado en la matanza de religiosos: a todos ofrecía los últimos consuelos espirituales.

Esa imagen contrastaba enormemente con la vida que había llevado apenas unos meses antes: en el curso de 1935-36, había recorrido los pasillos y las aulas de las universidades de Berlín y de Friburgo (Alemania), donde fue discípulo aventajado de Martin Heidegger. Cuando estalló la Guerra Civil se encontraba en la casa del filosofado español de Les Avins (Bélgica), donde estaba destinado como profesor. Inmediatamente le solicitó a su superior el permiso necesario para regresar a España e incorporarse a la primera línea del frente asistiendo a los soldados heridos. «Fue una apuesta arriesgadísima para un intelectual, pero él no aceptó pasarse la vida entera estudiando filosofía», señala el también jesuita Pedro Miguel Lamet, uno de sus biógrafos.

Una estampa devocional de la posguerra que honra al padre Huidobro

Una estampa devocional de la posguerra que honra al padre Huidobro

El preparadísimo intelectual convertido ahora en capellán castrense encontró la muerte en la conocida como Cuesta de las Perdices –que posteriormente fue renombrada con su nombre–, en el frente de Madrid, el 11 de abril de 1937, a los 34 años de edad. Estaba socorriendo a un legionario herido cuando fue alcanzado por un obús y falleció al instante. Apenas seis días antes había emitido la profesión perpetua de sus votos.

Tras varios periplos, sus restos mortales fueron depositados en la iglesia de San Francisco de Borja, en Madrid, en 1958. Pero hoy se desplazarán unos metros: desde el pórtico izquierdo del templo hasta el claustro anexo. El encargado de presidir la ceremonia, a las 20:30 horas, será el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid.

Los motivos que han explicado los jesuitas, encargados de la parroquia, son «poder tener un espacio más accesible», ya que «actualmente solo se pueden visitar cuando está abierta la iglesia grande, mientras que el claustro y la capilla tienen un horario mucho más amplio». Además, «el antiguo sepulcro estaba en una zona que, con los años, ha ido teniendo algunas humedades y necesitaría una reforma». Por último, los jesuitas destacan el motivo «más importante»: «Dar a conocer una figura para muchos desconocida, pero cuya historia tiene mucho que decirnos sobre la reconciliación y el encuentro en un mundo crispado», señalan.

El nuevo sarcófago, instalado en el claustro, que acogerá desde hoy los restos del padre Huidobro

El nuevo sarcófago, instalado en el claustro, que acogerá desde hoy los restos del padre HuidobroParroquia San Francisco de Borja

La historia del jesuita Fernando Huidobro Polanco, S.J, desde luego, tiene mucho que aportar. Santanderino, nació 1903 en el seno de una familia muy religiosa, que le inculcó el conocimiento de Dios y el amor por Él. Era el sexto de nueve hermanos, de los cuales uno fue jesuita y dos, religiosas Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús. Ingresó en la Compañía de Jesús en el noviciado de Granada el 16 de octubre de 1919, tras cursar un curso de Derecho en Madrid. Comenzó los estudios de Teología en Oña (Burgos) en octubre de 1930 pero, con la expulsión de los jesuitas de España, tuvo que continuar desde 1932 la Teología en Marneffe (Bélgica) y después en Valkenburg (Holanda), donde fue ordenado presbítero el 27 de agosto de 1933. Terminada la teología hizo la tercera probación en Braga (Portugal) en el curso 1934-1935.

Atendía a todos los heridos

Ya en el frente de batalla, según explica la biografía publicada por el arzobispado castrense, se ganó a los legionarios, yendo con ellos siempre en vanguardia, asistiéndoles en sus últimos momentos e incluso cayendo gravemente herido en las operaciones sobre la Casa de Campo (Madrid) en noviembre de 1936. A pesar de seguir con una cojera incómoda, el sacerdote aceleró su recuperación y, ya en diciembre, se reincorporó a su unidad en la Ciudad Universitaria de Madrid. Tuvo que atender a muchos heridos de ambos bandos, con peligro de su vida, para animarles, consolarles o administrarles los últimos auxilios espirituales.

Monumento al padre Huidobro en la Cuesta de las Perdices de Madrid, donde encontró la muerte

Monumento al padre Huidobro en la Cuesta de las Perdices de Madrid, donde encontró la muerte

Muy pronto después de su muerte se editaron estampas con una oración pidiendo su beatificación. Existe también una lista de favores atribuidos al padre Huidobro tras su muerte. Es indicativo de esta fama que la primera sesión de su causa sea solo diez años después de su muerte. 25 testigos cualificados –en su mayoría jesuitas y militares– han testimoniado sobre ella. Pero, mientras esa beatificación llega, sus restos aguardarán desde esta tarde en el claustro de la iglesia de los jesuitas de Madrid.

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