Cataluña
Montserrat, el corazón cristiano de Cataluña, cumple 1.000 años latiendo con fuerza
La abadía catalana más famosa empieza a celebrar su milenario, una fiesta que se extenderá 15 meses
Desde que la imagen de la Virgen de Montserrat se encontró en el corazón de la montaña que hoy lleva su nombre, su santuario se ha convertido en el corazón espiritual de una Cataluña que hasta no hace tanto se definía por su catolicidad. «Cataluña será cristiana o no será», aseguraba a finales del siglo XIX el obispo Josep Torras i Bages, uno de los intelectuales más destacados de su momento y fervoroso amante de la Moreneta.
Torras i Bages fue obispo de Vic, la misma cátedra que ocupó siglos antes el abad Oliba. Fue él quien, hace casi 1.000 años, fundó en lo alto de la cordillera el monasterio de Santa María de Montserrat, posteriormente convertido en abadía. 1.000 años que se empiezan a celebrar este fin de semana, con una inauguración institucional que tuvo lugar este sábado.
Los actos de celebración del milenario se extenderán a lo largo de 15 meses, y combinarán las celebraciones religiosas con varios eventos sociales y culturales. Todo ello bajo el lema «Ora lege labora rege te ipsum in communitate», o «reza, lee, trabaja, gobiérnate a ti mismo y hazlo en comunidad».
«Es un itinerario que deriva de nuestra espiritualidad benedictina y quiere ser una propuesta espiritual cristiana para el hombre y la mujer de hoy», apunta el actual abad de Montserrat, Manel Gasch, a Catalunya Cristiana.
Una luz en la montaña
La leyenda de la Moreneta dice que la imagen se encontró en el año 880, y que fueron unos niños pastores que vieron una luz en la montaña. Como en otras historias de vírgenes encontradas, se dice que la imagen se volvía sobrenaturalmente pesada en cuanto se intentaba sacarla de la montaña, y que se construyó a su alrededor una primera ermita, origen del actual monasterio benedictino.
La imagen de la Virgen es puramente románica: una marededeu («madre de Dios») sedente y hierática, con una misteriosa dulzura en su expresión y con el niño Jesús en su regazo. Lo más llamativo de ella es el color oscuro de su cara y sus manos: muchos creen que es debido al humo de las velas colocadas bajo ella, pero desde la abadía apuntan que es «el resultado de la transformación del barniz de su cara y de sus manos a causa del paso del tiempo».
Como sea, este rincón peculiar de la geografía catalana tiene un lugar especial entre los fieles de la región. Ya en 1327 tenemos constancia de peregrinaciones hasta la montaña, según recoge el Libro Rojo de Montserrat, conservado en la abadía. Fue también en Montserrat donde culminó san Ignacio de Loyola su periplo interior, que culminó en uno de los legados más fecundos de la Iglesia universal.
La historia del santuario no está exenta de complicaciones: tras una Edad Media marcada por el Cisma de Occidente y su lucha por liberarse de la influencia de Ripoll, en 1493 pasó a depender de Valladolid por iniciativa de Fernando el Católico. Como curiosidad histórica, el papa Julio II –célebre por haber encargado a Miguel Ángel pintar el techo de la Capilla Sixtina– fue abad comendatario de Montserrat, entre 1472 y 1483.
El siglo XIX fue especialmente convulso, ya que fue incendiado dos veces por los ejércitos de Napoleón y sufrió los efectos de la desamortización de Mendizábal. No obstante, la vida monástica se restableció y en 1881, el papa León XIII declaró a la Virgen de Montserrat como patrona de Cataluña: su fiesta se celebra el 27 de abril.