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Mikel Cacho Ruiz y Francisco Cordero Junquera serán ordenados diáconos el sábado

Mikel Cacho Ruiz y Francisco Cordero Junquera serán ordenados diáconos el sábadoDiócesis de Alcalá

El obispo de Alcalá ordenará dos nuevos diáconos el sábado

Los dos jóvenes llegaron hace años a la diócesis madrileña desde Palencia y Bilbao

Francisco Cordero Junquera y Mikel Cacho Ruiz serán ordenados diáconos el próximo sábado, 26 de octubre, en la catedral-magistral de Alcalá de Henares (Madrid) por monseñor Antonio Prieto Lucena, obispo complutense. Cordero ha sido seminarista diocesano de Alcalá y Cacho pertenece a la Sociedad de Vida Apostólica de San Felipe Neri, en el oratorio ubicado en la ciudad complutense.

Francisco Cordero nació en Palencia y a los ocho años se trasladó con sus padres a vivir a Camarma de Esteruelas. Estudió en la ciudad complutense, concretamente en las Filipenses y en el Instituto Arquitecto Pedro Gumiel. Posteriormente inició la carrera de Derecho en la Universidad de Alcalá y entró en el seminario. Cordero ha estado siete cursos en el seminario y afirma que la «dedicación de los diáconos, que la vemos ya en la Sagrada Escritura y en la tradición de la Iglesia, es el servicio y el ejercicio de la caridad que se manifiesta predicando la Palabra de Dios, teniendo una especial preferencia por los más pobres y necesitados de las comunidades donde nos envíen».

Tampoco Mikel Cacho nació en Alcalá. Este bilbaíno lleva cuatro años en el Oratorio de San Felipe. Recuerda que el primer día que entró en el Oratorio «fue un día de San Miguel, un 29 de septiembre, mi onomástica. Nombre bonito que eligieron mis padres, sin saberlo, 'Quién como Dios'. Podría pasarme toda la eternidad diciéndolo como una alabanza. El primer día lo recuerdo con ilusión y con alegría pensando que estaba respondiendo al Señor».

Cacho coincide con Cordero en definir la tarea del diácono como la de ser servidor. «Cuando las bodas de Caná, los diáconos eran los que servían el vino en las bodas. El Diácono con mayúsculas, el que sirve con mayúsculas es el Señor. Él es el que da la vida por nosotros y ese es su servicio, el servicio al que le envía el Padre», indica el religioso de San Felipe Neri.

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