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Jesús Sánchez, rector del seminario mayor San Fulgencio y del menor, San José

Jesús Sánchez, rector del seminario mayor San Fulgencio y del menor, San JoséDiócesis de Cartagena

Jesús Sánchez, rector del seminario mayor San Fulgencio (Murcia)

«La vocación al sacerdocio es una llamada que el Señor hace mucho más habitualmente de lo que nos pensamos»

Es el rector de uno de los seminarios más numerosos de España, el de la diócesis de Cartagena, que este curso forma a 38 candidatos al sacerdocio

Es el rector de uno de los seminarios más numerosos de España, el de San Fulgencio, de la diócesis de Cartagena. Con motivo del Día del Seminario, que se celebra en el día de San José, Jesús Sánchez ha dado las claves sobre cómo orientar a un joven con inquietudes vocacionales.

– ¿Cómo es el día a día en el seminario?

– Yo plantearía un reto a aquel que quiera saber cómo es la vida en el seminario: que se acerque a él. Tiene muchas ocasiones: los domingos por la tarde rezamos Vísperas y puede venir cualquier persona a rezar con nosotros, o también pueden venir los primeros jueves de cada mes, que celebramos una vigilia de oración en la que tenemos ese momento de encuentro con el Señor, de compartir el testimonio de un seminarista, pero también después se crea un rato de diálogo entre las personas que vienen, con los sacerdotes, con los formadores del seminario.

La vida en el seminario es una vida en familia, donde nuestro centro es el Señor. Y desde ahí, desde la Eucaristía y la oración, se organiza todo lo demás: el estudio, la vida comunitaria, la convivencia, la pastoral, el crecimiento humano, el crecimiento espiritual…

– ¿Cuántos jóvenes se están formando ahora en el seminario mayor y en el menor?

– En este curso, el seminario mayor lo componen 38 seminaristas. Nuestro seminario acoge a los seminaristas de la diócesis de Almería, que en este curso tenemos a 4 de esta diócesis hermana; y 2 seminaristas de una diócesis de Nigeria, que están haciendo con nosotros la Teología y después marcharán a su país cuando terminen los estudios para ser ordenados.

En el seminario menor son 5 seminaristas los que están en familia durante este curso. Y después hay un grupo de monaguillos y de chicos que están participando en las convivencias cada 15 días con nosotros.

Pisar tierra sagrada

– ¿Cómo es ese acompañar la vocación de los seminaristas durante todos los años de su formación?

– Pues es una aventura maravillosa. Es como cuando Moisés se presenta delante de la zarza y se tiene que descalzar, porque lo que pisa es tierra sagrada. Así nos situamos ante cada uno de los seminaristas: como ante un misterio, el misterio de la historia de amor que el Señor quiere hacer con ellos. Lleguen a ser sacerdotes en ese proceso de acompañamiento o no. Cada seminarista es único, cada vocación es única, cada historia nos remite a Dios y nos tenemos que situar ante ellos como un espacio sagrado. Para nosotros los seminaristas no son un número, sino que son un regalo de Dios que el Señor pone para que también nosotros, los formadores, podamos ejercer nuestro ministerio; ese acompañamiento, ese discernimiento, en esa formación que a veces no es fácil, pero porque, como en una familia, en la formación hay que corregir, alentar, animar, invitar a la perseverancia en los momentos de dificultad y de fragilidad… Pero la formación es una aventura maravillosa, un regalo del Señor y una experiencia por la que yo me considero un privilegiado.

– Recuerdo aquel lema de 'Sacerdote, ¿por qué no?' ¿Por qué no ser sacerdote hoy?

– Pues porque hoy hay que escuchar la voz de Dios. Hace unas semanas, celebrábamos un congreso para las vocaciones en Madrid. Y se planteaba una pregunta: ¿Para quién soy yo? No se trata solo de decidir nosotros, sino dejar que el Señor hable a nuestro corazón y no ponerle impedimentos. No podemos decir: «Yo he recibido esta llamada, pero la aparto de mi vida». Si yo quiero ser verdaderamente feliz, si quiero ser verdaderamente pleno, debo responder a esa llamada que el Señor me hace.

Sacerdote, ¿por qué no?, es una de las llamadas que el Señor nos está haciendo y que hace mucho más habitualmente de lo que nos pensamos. Lo que pasa es que no solo el corazón del hombre disuade ese compromiso grande que supone la vida sacerdotal, sino que también muchas veces en las familias algunos muchachos sufren porque sus padres los disuaden, dicen que no los van a acompañar, que no ven ese proceso, que es mejor que hagan una carrera, que trabajen, que se echen una novia y que después decidan.

Un seminarista es una persona también muy vulnerable al entorno en el que vivimos, que a veces es hostil a tomar compromisos definitivos

Un seminarista es una persona también muy vulnerable al entorno en el que vivimos, que a veces es hostil a tomar compromisos definitivos. Y no solo es en el sacerdocio, sino también en la vida matrimonial. ¿Cuántos chicos se casan hoy con 25, con 26 años? Muy pocos, ¿no? Hay que cuidar a esos jóvenes en ese camino que están haciendo para responder al Señor. Siempre desde la Iglesia se pide orar por las vocaciones al sacerdocio. En estos días en torno a la campaña del Día del Seminario lo hacemos de una forma más insistente.

– ¿Qué tiene que hacer un joven si cree que el Señor lo llama a ser sacerdote?

– En primer lugar, hablar con su párroco y decirle lo que está sintiendo, y él le dirá cómo ponerse en contacto con el seminario. También pueden venir directamente al seminario y conocerlo, se pueden poner en contacto con nosotros a través de nuestra página web (seminariodemurcia.org) y así plantearse su vocación con nosotros, abrir un proceso de acompañamiento y discernimiento con ellos.

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