Los derechos que importan. O los que dan votos
Debe ser, en mis cortas entendederas, que no me he enterado de que ya no todos tienen, tenemos, derechos
Hayamos estudiado Derecho o no, y estemos comenzando la juventud, peinemos canas o hayamos vivido ya una buena parte de nuestra vida, todos los españoles deberíamos saber que España es un Estado social y democrático de Derecho.
O al menos eso dice el artículo primero de nuestra Constitución. Qué cosa signifique eso, a la luz de cómo se aprueban los últimos decretos, y del contenido mismo de muchas leyes, es algo que deberíamos preguntarnos.
De cualquier manera, y a tenor de lo que continúa diciendo nuestra Constitución -y cualquier constitución o régimen verdaderamente democrático- eso implica que todos tenemos una serie de derechos que se pueden reclamar jurídicamente, que a todos nos corresponde la libertad o que no podemos ser discriminados por nuestras ideas, nuestras creencias religiosas, nuestra opinión. Ello, a su vez, implica una serie de derechos y libertades fundamentales. Que tenemos todos. O así debería ser.
Pero el entorno parece empeñarse en querer convencerme de que vivimos (como dirían los pequeños) en el mundo al revés.
Que sean los herederos de ETA los que visarán la memoria democrática, que los abusos de menores en instituciones públicas no tengan apenas consecuencias, que el TC lleve doce años sin emitir una sentencia sobre el recurso de inconstitucionalidad de la ley del aborto, o que quieran convencerme de que matar a un anciano enfermo es un acto caritativo, es el mundo al revés.
Mucho peor es que el legislador haya convertido en delincuentes, asimilándolos a los maltratadores, a los que rezan en la calle. Y rezan para intentar salvar vidas. Nadie que haya estado, o que haya pasado por delante cuando se realizaba una de estas acciones, puede decir que se coaccionaba o se maltrataba a nadie.
Por eso, no me queda otra que pensar que es que yo no me entero. Que el Estado de Derecho, las libertades y los derechos fundamentales, hace tiempo que ya no son para todos. Debe ser que solo son aplicables a lo que quieren los que están en el poder.
Y en este mundo al revés, en el que hay que defender lo obvio, no puedo entender que no todas las fuerzas políticas hayan presentado un recurso de inconstitucionalidad, reclamando esos derechos que nos corresponden a todos.
Sigo sin entender que en esos derechos que tenemos todos (Vida, Dignidad, Libertad) se prescinda del niño concebido pero no nacido. Porque más allá de la ideología, la evidencia científica nos muestra que es un ser humano.
No entiendo que, cuando es evidente el problema de natalidad y de población que tenemos, en las Cámaras se discuta que el mayor reto de la España vaciada es el wifi y las infraestructuras. Pero si hay gente, porque si no, para quién.
No entiendo que el Partido Popular no haya recurrido la modificación penal que criminaliza a los que se reúnen a rezar a unos metros de una clínica donde se realizan abortos. Que solo Vox haya presentado tal recurso. Esto sí que no lo puedo entender
Pero es que debe ser, en mis cortas entendederas, que no me he enterado de que ya no todos tienen, tenemos, derechos.
O dicho de otra manera, es que debe ser, y yo no me he enterado, que no todos los derechos fundamentales importan, ni todas las personas importan.
Debe ser que solo importan los derechos que suponen que les dan votos.
Pues que quieren que les diga. Yo pienso seguir sin enterarme y seguir reclamando todo lo que corresponde al hombre. Todo lo que corresponde a la Vida, la Dignidad y la Libertad.
- Directora del Instituto CEU de Estudios de la Familia.