Disfrutar a fondo la vida
Disfruten de la capacidad de oler, de saborear, de sentir la lluvia sobre la piel o el frío en los pies al meterlos en el mar, de la música que suena, de un beso apasionado
Damos por hecho la vida como la única opción. Damos por hecho que hay unos ojos que abrir a la luz cada mañana, un pecho albergando un corazón que late, una idea bullendo en el cerebro. Como damos por hecho un aire para respirar o un cielo cubriendo nuestras cabezas.
Así que de vez en cuando me quedo muy quieta, como una piedra pequeña que es parte minúscula de una montaña, simplemente apreciando el momento. Inspiro, espiro, despacio. Y otra vez.
Estar vivos no siempre es sentirse vivos, ni mucho menos, y por eso me gusta recordármelo en ocasiones, para que no se me olvide el lujo que es saberlo y apreciarlo.
Soy una intensa, lo reconozco. Y no es algo que se elija, no, es una manera de ver, mirar, sentir, percibir lo que te rodea. Como estar expuesta, con los oídos atentos, con el cerebro dispuesto, siempre recibiendo estímulos. Puede que sea un regalo, como la Fe, la sabiduría o el dominio de algunas Artes, pero a veces puede ser también un castigo agotador por tan penetrante. A menudo es como si no tuvieras piel, y todo, sol, luz, aire, pensamientos y sentires cayesen sobre ti, calando hasta lo más profundo…
Y la certeza de sabernos temporales y finitos también ayuda a este «intensismo» vital, no tanto por la angustia de pensar a diario en la Parca, sino por tenerla ahí, en el horizonte, saberla y mirarla de reojillo mientras le dices: «hoy no, que tengo mucho que hacer». Y así un día tras otro.
¿Cuándo fue la última vez que se pararon a sentir? Digo a sentir de verdad, a capturar el momento con todos sus detalles y matices, sabiendo que es un instante irrepetible que después se podrá saborear como un recuerdo, pero viviendo plena y conscientemente en él mientras sucede.
Que recordar es vivir dos veces, vale. Pero si no experimentas a fondo la primera, el recuerdo será más bien una construcción edulcorada por el tiempo y las ganas, como quienes se pierden una puesta de sol grabándola con el móvil para enseñarla después a los amigos.
Dar consejos es muy sencillo, al igual que es muy fácil opinar sobre la vida de los demás, pero si me dejan decirles algo, traten de estar más presentes en sus propias vidas. Disfruten de la capacidad de oler, de saborear, de sentir la lluvia sobre la piel o el frío en los pies al meterlos en el mar, de la música que suena, de un beso apasionado.
Sientan que están vivos, que son lo más jóvenes que serán jamás… y deléitense en la plenitud de su existencia. Quizás no haya otra, quizás sí, pero en todo caso será otra, no esta de hoy, aquí y ahora.