El arzobispado de Granada propone a un mártir de 1936 como modelo para sus sacerdotes
Las reliquias del beato José Vigil Cabrerizo serán trasladadas a su localidad natal para su veneración por el clero diocesano
El próximo retiro para el clero de la archidiócesis de Granada, que tendrá lugar en el municipio de Huétor Tájar el 4 de noviembre, estará dedicado a la memoria de los mártires del siglo XX en España, festividad que se conmemora dos días después. Así lo ha comunicado el propio arzobispado, que ha explicado que se trasladarán las reliquias del sacerdote beato José Vigil Cabrerizo a su localidad natal, para que puedan ser veneradas por los sacerdotes que participen. El arzobispo de Granada, monseñor José María Gil Tamayo, también estará presente en el retiro.
El beato José Vigil Cabrerizo nació en Huétor Tájar el 11 de octubre de 1906 y fue bautizado en la iglesia parroquial de la Visitación. Con 13 años inicio sus estudios eclesiásticos en el Seminario General y Pontificio de Sevilla, que acabó con 25 años. El rector del seminario lo consideraba una persona con verdadera vocación sacerdotal: «Puede esperarse sin duda que será un sacerdote ejemplar y celoso».
El mismo año que finalizó sus estudios, fue encargado de la capilla recién construida en el barrio de San Jerónimo, dependiente de la parroquia de San Gil de Sevilla. El 1 de mayo de 1936 fue asaltada y, al quedar clausurada, se vio obligado a buscar vivienda provisional en el interior de la ciudad junto a su familia, según recoge el arzobispado de Granada.
Asesinado el 18 de julio
En la tarde del 18 de julio, «todos se vieron sorprendidos por la llegada al edificio de un grupo de frente populistas que buscaban a partidarios del golpe militar domiciliados en otro de los pisos. En el tumulto frente a la casa, al salir a la calle del brazo de su madre, una bala le alcanzó siendo registrado, descubriéndose su condición de sacerdote. De inmediato, el jefe de los asaltantes ordenó que le disparasen, no siendo rematado porque una de sus hermanas se abalanzó sobre él para protegerle. Trasladado malherido al hospital, murió al día siguiente tras perdonar a sus asesinos». «Yo los perdono como Dios Nuestro Señor perdonó a sus enemigos», afirmó en sus últimas palabras.