Entrevista con María San Gil y José Masip
«España está en la vanguardia de la destrucción de los valores cristianos, pero esto se puede revertir»
«Es evidente que nuestra sociedad tiene problemas, pero no podemos quedarnos sólo en la queja», explican María San Gil y José Masip, codirectores del Congreso Católicos y Vida Pública que se celebra este fin de semana
Ya es sintomático que, incluso con un lema en latín, el Congreso de Católicos y Vida Pública de este año haya alcanzado un récord de asistentes inscritos. Hasta ahora, cerca de 2.000 personas han confirmado su asistencia presencial y otras 800 seguirán en modalidad online las diferentes ponencias que se desarrollarán los próximos viernes, sábado y domingo en la Universidad CEU San Pablo.
Sin embargo, los codirectores del Congreso, María San Gil y José Masip –que es, además, vicepresidente de la Asociación Católica de Propagandistas– restan importancia a los números. «Es evidente que los católicos estamos preocupados por el momento que nos toca vivir –dicen para El Debate–, y que necesitamos sumar fuerzas». Pero «el verdadero éxito del Congreso será que logremos hacer algo que agrade a Dios y que sirva para el bien de la gente», matizan.
–El lema del Congreso es «Quo Vadis? Pensar y actuar en tiempos de incertidumbre». Pues les devuelvo la pregunta: ¿hacia dónde se dirige hoy nuestra sociedad, como para necesitar un parón para «pensar y actuar»?
–José Masip: El «quo vadis?» de cada cristiano no puede ser otro que ir al Señor por medio de Cristo. Pero el Congreso busca reflexionar sobre el lugar hacia el que vamos como cristianos, y también como sociedad. Todos vemos cómo nuestra sociedad intenta apartar cada vez más al Señor de la vida de los ciudadanos, y por eso está cada vez más carente de valores. Y cuando una sociedad pierde los valores que la sustentan, como está pasando hoy, no es que se quede vacía, es que termina sustituyéndolos por otros contravalores, que pueden ser muy peligrosos para la libertad. Y eso es lo que ya estamos viendo.
–Esa sustitución moral, ¿se da sólo en España?
–María San Gil: Esto ocurre en todo Occidente, pero en España, en los últimos seis años, se han aprobado una serie de leyes ideológicas que hacen que estemos a la vanguardia de esa perversión de valores. Las leyes que se han ido aprobando en España no tienen parangón; no hay ningún otro país europeo que vaya a esta velocidad y con tantas leyes aprobadas para intentar cambiar todo lo que somos como sociedad basada en los principios del humanismo cristiano. Por eso, el Congreso Católicos y Vida Pública quiere dar una respuesta para nosotros, los católicos españoles, que a veces nos sentimos muy solos y terminamos por hacer la batalla por nuestra cuenta. Por eso, el gran éxito de este Congreso es que sea un espacio en el que se reúnan católicos de distintas realidades eclesiales para poner en común sus necesidades, sus inquietudes, sus carencias, sus alegrías...
–Hablan también de tiempos de incertidumbre…
–María San Gil: Sabemos que los tiempos son de zozobra, de incertidumbre, de inseguridad. Aunque tampoco es que en épocas anteriores hayamos tenido tiempos mejores. Lo que pasa es que estos son los que nos han tocado a nosotros, y en lugar de quedarnos mirando y quejándonos, queremos dar una respuesta a los retos que vivimos. Es fácil ver que nos dirigimos hacia el caos y el desorden de una sociedad materialista, nihilista y absolutamente individualista. Y como hemos perdido el sentido trascendental de la vida, vemos la paradoja de que se cree en cualquier cosa, menos en Dios. Pero esta inercia la podemos revertir si cada uno, en la medida de sus posibilidades, asume la responsabilidad de ir sembrando en su parcela. Así, las siguientes generaciones no se verán abocadas al abismo.
–«Libres para buscar la verdad», «Nada de lamentos, acción», «El reto de vivir en este tiempo»… Las ponencias del Congreso encaran los retos actuales como una oportunidad para evangelizar. ¿No es iluso hacer esta propuesta en clave positiva?
–José Masip: Como decía María, ha habido épocas peores. Yo no soy pesimista, todo lo contrario. Junto a todo lo malo, hay muchas cosas buenas. Vemos, por ejemplo, una juventud muy silenciada, pero también muy dispuesta a ponerse en primera fila… si les dejamos hacerlo. Hay jóvenes y movimientos que quieren asumir su protagonismo, y eso es bueno. Es evidente que esta sociedad tiene problemas y queremos ponerlos sobre la mesa, pero no sirve de nada quedarse sólo en la queja.
–¿Y cuáles son esos problemas a los que estamos llamados a responder los católicos?
–José Masip: En lo que afecta a la transmisión de la fe, vemos que hoy hay muchas voces y no es fácil distinguir las que son buenas y las que son malas. Y también está el peligro de la cancelación y de la censura. Yo soy creyente, estoy radicalmente en contra del aborto y defiendo el matrimonio y la familia. Pero vivo con mucha naturalidad que haya personas que estén en contra de Dios, de la vida y de la familia. Sin embargo, el gran peligro de nuestros días es que esas personas, esos grupos, intentan no dejarnos vivir, defender y proponer la fe en Dios, la vida y la familia. Eso nos afecta a todos los cristianos, y por eso, el Congreso es una invitación a todos los movimientos y realidades eclesiales para sumar fuerzas y lograr que nuestra voz llegue a todos los ciudadanos. No queremos quedarnos sin hacer nada mientras algunos intentan silenciarnos para que sólo se les escuche a ellos.
–En las últimas décadas, quienes querían subvertir nuestra cultura nacida del cristianismo han ido copando cada vez más espacios mediáticos y políticos… también por incomparecencia de los propios católicos. ¿Faltan hoy personas en la Iglesia capaces de asumir el liderazgo de la evangelización?
–María San Gil: Yo voy a cambiar la pregunta: ¿Somos nosotros líderes de nuestra fe en nuestro entorno? Porque es muy cómodo decir «es que no hay líderes, así que me recluyo en casa y vivo la fe de forma personal». Cada uno tiene que ser un poco líder en su entorno. Es verdad que durante demasiado tiempo hemos dado un paso atrás, pero más que pensar sobre si dentro de la Iglesia hay líderes, que los hay, es más importante hacer una llamada a la conciencia de cada uno, para pensar qué estamos haciendo y animarnos a actuar. No podemos dejar que todo lo hagan los demás, ni quedarnos esperando a que surjan líderes. Nos corresponde a cada uno, en mayor o menor medida, pedirle a Dios que nos ayude a asumir el liderazgo de nuestra propia fe.
–El testimonio es parte esencial en la transmisión de la fe. Así que la pregunta es obligada: ¿Quién es Dios para ambos? ¿Cómo viven su relación con Cristo?
–José Masip: A mí el Señor me da muestras cada día de su presencia. Tantas, que sería como para renunciar a todo y decidirme a seguirle con radicalidad. Aunque reconozco que me cuesta mucho hacerlo y te diría que casi no renuncio a nada por Él. Soy muy pecador. Más, incluso, que muchos de mis amigos que no tienen fe, porque yo sí que conozco a Dios y, sin embargo, me cuesta entregarme a Él. Y también peco de omisión, que es el gran pecado de nuestra sociedad. Sin embargo, a pesar de ser pecador, no me canso de acercarme a Dios cada día, porque Él no se cansa de que yo me acerque. E intento hacerlo, de verdad, con el corazón abierto, para que Él lo llene de amor.
–María San Gil: Mi relación con Dios no ha sido siempre igual. Y ahora, por pura gracia, es sobre todo una relación de amor y gratitud. Te puedo decir que no concibo mi vida sin tenerle presente todos, todos los días. A diario meto la pata 14 veces, me equivoco muchísimo y hago muchas cosas mal. Pero sé que Dios me ayuda a intentar ser mejor, aunque no lo consiga. Así que, si tuviera que definirla de alguna manera, sería una relación de gratitud por la gracia, y de amor infinito que Él me tiene y yo trato de corresponder.