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José Cobo, durante el funeral por el vigésimo aniversario del 11-M, en la catedral de la Almudena

José Cobo, durante el funeral por el vigésimo aniversario del 11-M, en la catedral de la AlmudenaEuropa Press

El arzobispo de Madrid, en el funeral por el 11-M: «No basta una política de vuelo rasante»

José Cobo ha destacado la «necesidad» de recordar a las víctimas del 11-M. «Hacer memoria es importante. Recordar es un deber. Es un valor. También una necesidad", ha insistido

Este lunes, 11 de marzo, la catedral de la Almudena ha acogido una misa funeral en recuerdo de las víctimas de los atentados perpetrados hace 20 años. Durante la homilía, el cardenal y arzobispo de Madrid, José Cobo, ha apelado al diálogo. «No basta una política de vuelo rasante y mirada cortoplacista e interesada. Nos hace falta con urgencia el verdadero diálogo de quien está dispuesto a escuchar y a hablar», ha advertido en un momento de su homilía en el que ha tachado de «insuficiente» una «liviana preocupación por el bien común», ha avisado.

A su juicio, hace falta abrirse juntos a los problemas, las angustias y las heridas de las personas, para que la voluntad de atenderlas derribe obstáculos y barreras. «No basta un vago deseo de justicia. Hay que empeñarse en trabajar por ella. No basta cualquier 'emotivismo' pasajero. Precisamos el amor que es capaz de compasión y de jugársela por el otro. Eso, y no otra cosa, es lo que hizo Jesucristo, cuya memoria celebramos en la Eucaristía. Por eso nos tomamos muy en serio su pasión por la verdad, su compromiso por el mundo y por el ser humano hasta dar la vida por cada uno», ha recalcado.

Para terminar, se ha dirigido a las autoridades que tienen responsabilidades en la actualidad y directamente les ha dicho: «No dejéis de tomar en serio vuestras propias palabras al servicio del bien común; convertidlas en herramienta activa para la paz, la justicia, la concordia y la convivencia».

«Vidas humanas sesgadas de golpe»

El cardenal ha recordado la «muerte, cruel, prematura y violenta» de las 193 víctimas fallecidas para recalcar que no son números ni estadísticas. «Son vidas humanas que quedaron segadas de golpe. Individuales, singularísimas, únicas, irrepetibles, todas especiales. Los fallecidos eran hombres y mujeres, jóvenes y ancianos. Eran esposos, padres, madres, hermanas, hijos e hijas, amigos, vecinas, compañeros de clase o de trabajo. La muerte, cruel, prematura y violenta, se adelantó», ha señalado. Asimismo, ha recordado a los miles de heridos, «muchos de ellos con secuelas que los acompañarán siempre», y a las víctimas que quedaron, con «un vacío imposible de llenar». «La muerte no tiene la última palabra», ha subrayado.

Cobo ha destacado la «necesidad» de recordar a las víctimas del 11-M. «Hacer memoria es importante. Recordar es un deber. Es un valor. También una necesidad. Se lo debemos a quienes ya no están. Y nos lo debemos a nosotros mismos como sociedad. Debemos recordar a las víctimas que siguen vivas en nuestra memoria y pedir para ellas el abrazo de Dios», ha precisado.

En todo caso, ha afirmado que recordar es también un valor para buscar la verdad y «reapender a vivir». «Los pueblos que olvidad su pasado están condenados a repetirlo. La mirada del pasado no ha de ser una mirada que se quede atrapada por la dureza inexorable de los hechos. Tampoco una mirada interesada al servicio de nuestra propia ideología. Si miramos al pasado, es para aprender de nuestros errores, para no volver a repetirlos», ha reflexionado.

«Mirada creyente»

Cobo también ha advertido que estos días, pasadas dos décadas de los atentados, se multiplican las miradas, interpretaciones, análisis y recuerdos desde todo tipo de tribunas. «Hay miradas culturales, mediáticas; hasta miradas polémicas que de algún modo se reavivan», ha señalado.

Ante esto, el purpurado ha propuesto una «mirada creyente» que lleva primero, a la acción de gracias, no por lo que ocurrió sino porque sirvió para darse cuenta del valor de la vida, que a menudo se da por sentada, por el amor que unió a las personas aquellos días y a los seres queridos, y por la seguridad.

En segundo lugar, según ha explicado, lleva a la petición de perdón. En este sentido, ha subrayado que «el ser humano es capaz de tanta belleza y posibilidades», pero también «de sembrar tanto dolor y destrucción». A su juicio, el terrorismo, «una forma equivocada y llamada a fracasar para afrontar los conflictos» e «indecente e inhumana». «Las víctimas de ayer nos recuerdan a las que, en nuestros días, en tantos lugares y contextos, sufren el azote de la violencia, de la guerra, el terror y la sinrazón», ha apuntado.

Unas palabras para las víctimas

También ha animado a los asistentes a «convertirse», a «pasar de la actitud violenta a la paz, del odio o las descalificaciones sistemáticas a la misericordia, de la indiferencia a la cercanía, de la distancia y la asepsia a la convivencia amable y comprometida con el otro y sus necesidades».

«Lo último que quisiera deciros es que la mirada al pasado no debe ser una mirada que se quede atrapada en él. Mirar al pasado nos tiene que comprometer con el futuro. Y a esto es a lo que llamamos esperanza», ha añadido. El cardenal español también se ha dirigido a las víctimas y sus familias para pedirles que se dejen «encontrar» por Dios: «Él os regalará el consuelo, la sanación y la luz», ha concluido.

A la misa ha acudido la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida y el delegado del Gobierno, Francisco Martín.

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