Cristianos perseguidos
La lucha de los cristianos sirios: de no querer ser olvidados a pasar a ciudadanos de segunda
La escalada de violencia que ha llevado a la caída del régimen de Al Asad provocó que más de 50.000 personas hayan huido de Alepo, donde habita la principal comunidad cristiana del país
En 2011, había en Siria más de dos millones de cristianos. Trece años y casi nueve meses de guerra después, tan solo quedan unos 250.000. Según los datos del Informe de Libertad Religiosa 2024 de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, han pasado de representar un 10 % de la población a tan solo un 3 %. Por otro lado, se estima también que el 70 % de los creyentes han abandonado el país desde que comenzó la guerra civil.
La escalada de violencia en la última semana que ha llevado a la caída del régimen de Al Asad provocó que más de 50.000 personas, según los datos de la Iglesia local, hayan huido de Alepo, la ciudad donde vivían la gran mayoría de los cristianos del país. Alepo sigue bloqueada, aunque tienen agua, luz e internet. Así lo confirman varios miembros de la comunidad cristiana local a Ayuda a la Iglesia Necesitada.
«Nadie preveía que cayera la ciudad, todo se ha desarrollado de un modo insospechado», comenta el padre Enrique González, sacerdote argentino del Instituto del Verbo Encarnado. «Estamos viviendo una situación de enorme incertidumbre. Por un lado, está todo tranquilo, pero a la vez hay mucho miedo porque no sabemos qué va a ocurrir o si de repente va a haber un bombardeo», comenta el sacerdote.
No obstante, los rebeldes encabezados por el grupo yihadista Hayat Tahrir al Sham, se han comprometido a respetar a los cristianos. Así lo ha asegurado el cardenal Mario Zenari, nuncio apostólico en Siria, en una extensa entrevista con los medios vaticanos. Según cuenta, los insurgentes se reunieron tras su entrada en la ciudad con los obispos y les aseguraron que respetarían a los cristianos y las distintas confesiones religiosas. «Esperemos que cumplan esta promesa y que avancemos hacia la reconciliación», prosigue el diplomático.
Las diferentes iglesias católicas y ortodoxas de Alepo han manifestado su intención de seguir adelante en su misión pastoral y social. Todos los obispos han permanecido en la ciudad y han alentado a sus feligreses asegurándoles que no se van a marchar, que las iglesias van a permanecer abiertas. Les han animado a no perder la esperanza, a estar fuertes en la oración y trabajar por la paz. «Los Maristas Azules estamos viendo cómo seguir repartiendo nuestra ayuda, sin poner en peligro a ningún voluntario ni a ninguna persona beneficiara», asegura Bahjat Azrie, miembro laico de esta congregación.
Ante la pregunta de cómo se puede ayudar en estos momentos, el padre Enrique González responde con rapidez: «La principal ayuda ahora es la oración». En su opinión, «parece que solo valoramos aquello que podemos tocar con las manos, pero en Siria llevamos años experimentando la gran ayuda que nos llega desde el cielo, desde Dios que es nuestro padre y creador que cuida de nosotros. La oración nos abre el corazón para poder amar al prójimo como a uno mismo, en medio de tanto odio».