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El fraile Bahjat Karakach es el párroco latino de Alepo

El fraile Bahjat Karakach es el párroco latino de Alepo

Entrevista con Bahjat Karakach, párroco de Alepo

«Familias enteras fueron asesinadas y algunos cristianos perdieron la vida»

«La situación está abierta a todas las posibilidades, y los equilibrios son extremadamente delicados», afirma el párroco latino de Alepo

La vida en Alepo, capital cristiana de Siria, es «normal». Así la describe el párroco franciscano que asiste la ciudad, Bahjat Karakach, fraile de la Custodia de Tierra Santa, quien también confiesa que el ambiente es tenso y que la población está «ansiosa por el destino del país». Desde el pasado 6 de marzo, un nueva oleada de violencia ha provocado que más de mil personas (en su mayoría alauitas) hayan perdido la vida a manos de las fuerzas de seguridad de las autoridades sirias, en una campaña contra grupos armados partidarios del régimen de Bashar al Assad, derrocado el pasado diciembre.

En este complicado contexto, el párroco latino de Alepo confiesa no saber qué puede ocurrir ahora. «La situación está abierta a todas las posibilidades, y los equilibrios son extremadamente delicados», afirma en una entrevista con El Debate. Karakach se pregunta si la comunidad internacional volverá a dejar a los sirios «enfrentarse a su terrible destino», como ya ocurrió durante 14 años. En medio de tanta inestabilidad, «no se puede predecir el futuro», concluye.

— ¿Conoce a alguien que haya sido víctima de estos ataques o has visto algún acto violento cometido contra cristianos o cualquier otra minoría religiosa?

— He oído testimonios de algunas personas que perdieron familiares o amigos a causa de la violencia sectaria. Familias enteras fueron asesinadas, sus casas saqueadas e incendiadas. En medio de estos sucesos, algunos cristianos también perdieron la vida. Sin embargo, en general, lo que hemos oído es que los criminales que llevaron a cabo estas masacres atacaron deliberadamente a los alauíes, y muchos cristianos sobrevivieron sólo por ser cristianos.

— ¿Cómo han vivido esta última oleada de violencia, tanto vosotros en la Custodia como las familias cristianas a las que asisten?

— Los frailes franciscanos permanecemos al lado de nuestro pueblo y de todos los sirios. Intentamos hacer todo lo posible para apoyar a la gente espiritual, moral y materialmente. Nos esforzamos por infundirles confianza y esperanza y les animamos a participar activamente en la construcción de su país. Pero tales acontecimientos arrojan inevitablemente una pesada sombra sobre la situación general. La gente está frustrada, y lo que levanta sospechas es la prevalencia de expresiones sectarias en las calles. Esperábamos manifestaciones y reivindicaciones para poner fin a la matanza de inocentes, pero, por desgracia, parece que la violencia se ha normalizado para muchos sirios. Esto es realmente preocupante porque no se respeta el valor de un ser humano por sí mismo, sino por su filiación sectaria.

— ¿Teme que pueda extenderse por todo el país o que signifique el inicio de otras campañas violentas en venganza?

— La situación está abierta a todas las posibilidades, y los equilibrios son extremadamente delicados. Hay mucha tensión; cada grupo se siente agraviado, y el problema es que esto lleva a un deseo de venganza más que de sufrimiento compartido. Por desgracia, en medio de esta inestabilidad, no se puede predecir el futuro.

— ¿Considera que el nuevo Gobierno está haciendo algo para detener la masacre o que está siendo permisivo con las facciones más radicales de las nuevas fuerzas de seguridad?

— Parte del problema radica en esta ambigüedad. El discurso oficial no contiene violencia; aboga por la tolerancia y llama a todos a participar en la construcción del nuevo Estado. Se ha formado un comité de investigación para investigar los actos de violencia y castigar a los culpables. El presidente al-Shara declaró que todos los culpables recibirán un castigo justo, aunque se encuentren entre sus colaboradores más cercanos. Sin embargo, a pesar de la reducción de estas violaciones, no han cesado por completo sobre el terreno. En este sentido, la opinión pública tiene derecho a preguntarse hasta qué punto las facciones armadas están sometidas al gobierno central: ¿siguen sus órdenes o se rebelan contra ellas?

— ¿Cuál cree que debe ser el papel de la comunidad internacional, y más concretamente de España, en estos momentos y qué debe hacer por Siria?

— El deber moral y humanitario exige que toda la comunidad internacional esté al lado del pueblo sirio en este momento tan delicada. Durante catorce años se dejó que el pueblo sirio se enfrentara a su terrible destino y, a pesar de todos los mensajes enviados a todo el mundo sobre el alcance del sufrimiento padecido, no surgieron iniciativas firmes para detener el derramamiento de sangre. Hoy, los sirios permanecen temerosos e interrogantes. ¿Volveremos a ser abandonados a nuestra suerte? El pueblo sirio es creativo y generoso, capaz de construirse a sí mismo para ser autosuficiente sin convertirse en una carga para los países vecinos. Sin embargo, hoy en día necesita urgentemente ayuda por medios diplomáticos y pacíficos, el levantamiento de las sanciones y la reconstrucción. Sin embargo, todo esto no debe hacerse a expensas de uno u otro grupo; el verdadero crecimiento no puede lograrse para un solo grupo.

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