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Reliquia del sacerdote Pino Puglisi en san Bartolomeo (Roma)

Reliquia del sacerdote Pino Puglisi en san Bartolomeo (Roma)

El modelo de sacerdote del Papa Francisco fue asesinado hace 30 años

Bergoglio recuerda así a don Pino Puglisi: «Hombre de Dios que prefirió a los pequeños e indefensos, los educó a la libertad, a amar la vida y a respetarla»

El sacerdote ideal según el Papa Francisco tiene las características de Don Pino Puglisi, el sacerdote de Palermo asesinado por la mafia hace 30 años, la noche del 15 de septiembre de 1993. El Papa pidió a los sacerdotes de la Iglesia de Sicilia, a la que pertenecía el beato Puglisi, que sigan su ejemplo, su modo de evangelizar y de afrontar los problemas de aquel territorio tan difícil. El pontífice pidió sobre todo combatir la omertà «caminando juntos».

Pero, ¿cuál era la estrategia del sacerdote palermitano, en la que debían inspirarse los sacerdotes que trabajan en territorios muy difíciles, donde reinan la delincuencia y la degradación?

Hombre de Dios

El propio Papa Francisco da la respuesta en su carta a la Iglesia de Sicilia. En primer lugar, Bergoglio recuerda así a don Pino Puglisi: 'Hombre de Dios que prefirió a los pequeños e indefensos, los educó a la libertad, a amar la vida y a respetarla'. El Papa prosigue: «Siguiendo el ejemplo de Jesús, Don Pino llegó hasta el final en el amor», y habla de «un hombre de Dios que prefirió a los pequeños e indefensos, los educó a la libertad, a amar la vida y a respetarla».

Tumba de Pino Puglisi en Palermo (Italia)

Tumba de Pino Puglisi en Palermo (Italia)

Defensor de la familia

Como Puglisi, el sacerdote que trabaja en parroquias comprometidas debe comprometerse en la defensa de la familia, comunicar «los valores de una existencia más digna, arrancándola así de la esclavitud del mal'. Este sacerdote no se detuvo, se entregó por amor, abrazando la Cruz hasta derramar su sangre».

A los sacerdotes de Sicilia, en particular, Francisco les pide que no se detengan «ante las muchas heridas humanas y sociales del presente, que todavía sangran y necesitan ser curadas con el óleo de la consolación».

Y de nuevo, el Papa hace una petición precisa a los sacerdotes de Sicilia: «Sabemos bien cuánto luchó don Pino para que nadie se sintiera solo ante el desafío de la degradación y de los poderes ocultos de la criminalidad; reconocemos también cómo el aislamiento, el individualismo cerrado y omertoso son armas poderosas de quienes quieren doblegar a los demás a sus propios intereses. La respuesta es «la comunión, caminar juntos, sentirnos cuerpo, miembros unidos a la Cabeza, pastor y guía de nuestras almas». El mensaje a los presbíteros es «vivir juntos en Cristo, ante todo dentro del presbiterio, junto al obispo y entre vosotros», y «competir en la estima recíproca».

Puglisi sacó de las calles a chicos y niños de la periferia de Palermo

Una sonrisa que desarma

Por último, Francisco invocó «la sonrisa desarmante de don Pino Puglisi», que debe espolear a sus compañeros sacerdotes a estar «disponibles sobre todo a esa constante conversión interior que los hace más dispuestos a servir a sus hermanos, fieles a sus promesas sacerdotales y dóciles en la obediencia a la Iglesia».

Don Pino Puglisi es ya un santo para muchos sicilianos, y su tumba en la catedral de Palermo es visitada cada día por muchas personas que reconocen en él un ejemplo de vida en el que inspirarse.

Esperar a los asesinos

Don Puglisi sacó de las calles a chicos y niños de la periferia de Palermo que, sin su ayuda, habrían caído en la delincuencia y habrían sido utilizados para pequeños robos y tráfico de drogas. El hecho de que alejara a los jóvenes de la mafia fue la principal causa de la hostilidad de los capos, que lo consideraban un obstáculo. Así que decidieron matarle, tras una larga serie de amenazas de muerte de las que Don Pino nunca habló con nadie. El 15 de septiembre de 1993, hacia las 22.45 horas, lo mataron delante de la puerta de su casa. El asesinato fue decidido por la organización criminal «Cosa Nostra» el día de su 56 cumpleaños.

Un grupo de asesinos le esperaba a su regreso de la parroquia y, cuando le vieron llegar, fingieron un atraco. Don Pino se dio cuenta de que sería su última hora. Cuando le arrebataron el bolso que llevaba, se volvió hacia sus asesinos con una sonrisa: «Me lo esperaba», dijo, y en ese mismo momento le dispararon.

Puglisi es el primer mártir de la mafia por la Iglesia, asesinado in odium fidei, es decir, por odio a la fe. El 25 de mayo de 2013 fue beatificado en el Foro Itálico de Palermo.

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