Cristianos que desafiaron a Hitler en nombre de Dios, los mártires católicos del Tercer Reich
La librería del Papa publicó un libro que narra las historias de católicos que se opusieron al odio, la discriminación y la violencia del Partido Nazi durante la Segunda Guerra Mundial, llegando incluso al martirio
¿Existieron individuos que se atrevieron a decir «¡No!» a Adolf Hitler? La respuesta es afirmativa; de hecho, durante la era del nazismo, miles de personas, tanto de manera individual como en grupos, se opusieron a la creciente locura homicida que se extendía en el Tercer Reich.
Dentro de ese grupo se encuentran numerosos católicos, hombres y mujeres motivados por una fe que les brindó la valentía de rechazar tanto la aprobación aplaudida por la mayoría como la sumisión silenciosa ante el poder simbolizado por la cruz esvástica.
La Librería Editorial Vaticana publicó recientemente el libro La lama e la croce (La espada y la cruz), del periodista italiano Francesco Comina, con motivo del Día de la Memoria, el 27 de enero, con el que se conmemora las víctimas del Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial, recordando la liberación de Auschwitz. Una fecha que busca mantener viva la memoria, promover la tolerancia y condenar la discriminación.
Franz Jägerstätter: el campesino que se negó a luchar
Entre los testimonios de una fe pura, se encuentra Franz Jägerstätter, nacido el 20 de mayo de 1907 en St. Radegung, Austria, quien fue el único en su pueblo natal a negarse a servir el nazismo, campesino y objetor de conciencia es martirizado en 1943. Contrajo matrimonio con Franziska Schwaniger en 1936, compartiendo una vida devota y criando a tres hijas.
Llamado al servicio militar en 1943, se negó a colaborar con la ideología nazi y a participar en una guerra que consideraba injusta, basando su decisión en sus convicciones cristianas. «No estoy solo. Si un sacerdote ha tomado una decisión como la mía, significa que habrá otros que dirán no a este sistema demoníaco», Franz Jägerstätter. Su rechazo al servicio militar reflejó su radicalismo evangélico y su fidelidad inquebrantable a sus valores. A pesar de las presiones y argumentos, incluidos los del capellán de la cárcel donde estuvo recluido, permaneció firme citando las Escrituras como fundamento de su decisión.
Franz fue procesado por insumisión y condenado a muerte en julio de 1943. Durante su detención, mostró infinita paciencia y resistencia, especialmente al enfrentar el dolor de la separación de su familia. En sus cartas a su esposa, destacó su profundo amor por la familia, la Iglesia y Dios, pidiendo perdón por el sufrimiento causado por su elección de oponerse a la guerra.
El 9 de agosto de 1943, antes de ser guillotinado, recibió los últimos sacramentos con entereza y afirmó tener todo lo que necesitaba: las Sagradas Escrituras. Su vida y martirio destacan como un testimonio valiente contra el nazismo y una defensa de la fe y los valores cristianos en medio de la oscuridad de su tiempo. Sus hijas crecieron sin muchos recuerdos de su padre y su esposa enfrentó el rechazo de su comunidad. Benedicto XVI aprobó su beatificación en 2017.
«Estos relatos son esenciales para transmitir a las generaciones jóvenes, quienes se convertirán en guardianes de una memoria viva», destacó Francesco Comina. Tras visitar Berlín, Múnich, los Alpes austriacos y el Alto Adigio, el autor se reunió con los herederos de estos testigos, examinó sus cartas y revisó los documentos de los juicios sumarios a los que fueron sometidos.
Comina, escritor y periodista, ya había escrito un libro dedicado a Franz Jägerstätter, con un título revelador: Solo contra Hitler. Sin embargo, en esta nueva obra reúne historias de otros cristianos que dieron su vida por decir la verdad. «Se trata de religiosos, laicos, jóvenes y mujeres que tuvieron el coraje de pronunciar un 'no' categórico ante ese sistema», subraya el autor. «Actuaron en nombre de una fe y un Evangelio relegados a las cunetas de la Historia». En su libro, presenta diversos perfiles de cristianos valientes que desafiaron al nazismo, incluso poniendo en riesgo sus propias vidas.
Josef, un mártir del primer mandamiento
Se trata de un texto que relata de una reducida hilera de testigos, entre los numerosos que podrían ser descritos, hombres y mujeres que optaron por no traicionar su conciencia ante el poder bárbaro del nazismo, asumiendo el riesgo existencial de la verdad. Algunos son reconocidos por la Iglesia como ejemplos de fe, mártires, como José Mayr-Nusser (1910-1945).
Josef, nacido en Bolzano, Italia, destacó por su liderazgo en organizaciones católicas. Inspirado por figuras como santo Tomás de Aquino, el inglés santo Tomás Moro y Peter Mayr, un patriota tirolés que prefirió morir antes que mentir, Josef se hizo notar por su profunda fe. En mayo de 1942, se casó con Hildegard Straub y tuvieron un hijo, Albert.
En 1943, se unió a las SS combatiendo en Konitz, Prusia occidental. Antes de prestar juramento, declaró que, por motivos de conciencia, no podría hacerlo, enfrentando el riesgo de perder su vida por esta decisión basada en su fe cristiana. Después de la guerra, su compañero Hans Karl Neuhauser relató que le dijo a Josef que no creía que Dios le exigiera rechazar el juramento, y que su acto no cambiaría nada excepto para su familia. La respuesta de Josef: «Sí nadie tendrá el valor de oponerse, el nacionalsocialismo no terminará jamás».
El tren hacia Dachau se detuvo en Erlangen durante ocho días debido a rieles destruidos, y Josef Mayr murió de privaciones en un vagón de ganado el 24 de febrero de 1945 en Erlangen. Inicialmente enterrado en Erlangen, en 1958 sus restos fueron trasladados a Tirol del Sur, Italia, y en 1963, inhumados en las murallas exteriores de la iglesia de Stella di Renon. En 2017, encontró su sepultura final en la Catedral de Bolzano, donde fue beatificado el 18 de marzo por voluntad del Papa Francisco.
La Rosa Blanca
Además de Josef, el libro de Comina presenta historias menos conocidas pero igualmente impactantes, algunas protagonizadas por personas muy jóvenes. Walter Klingenbeck, un joven de Múnich, Baviera, personificó esta realidad. Como cualquier muchacho, albergaba sueños y esperanzas, especialmente el deseo de un futuro en paz. Sin embargo, su vida se truncó en un día de mediados de 1943, a la edad de 19 años, cuando su cabeza rodó por la guillotina debido a su oposición al nazismo.
Estos eventos coincidieron con la época de la «Rosa Blanca», un movimiento estudiantil de resistencia contra el Führer, fundado en 1942 con el lema «la pluma contra la espada». Los jóvenes pertenecientes al movimiento de resistencia se inspiraron en los sermones del obispo de Münster, un firme opositor al nazismo.
Asimismo, el autor narra estos relatos menos conocidos en su libro y las vidas de tres mujeres valientes. Sor Maria Angela Autsch, enviada a Auschwitz por negarse a ceder al nazismo en Austria, se destaca por su labor humanitaria en el campo de concentración, donde es conocida como «el ángel de Auschwitz» antes de fallecer en un bombardeo en 1944.
Las mujeres que recitaban las bienaventuranzas ante la guillotina
Por otro lado, Eva-Maria Buch y Maria Terwiel, activas en la resistencia en Berlín contra el Reich, son capturadas por la Gestapo y ejecutadas por guillotina. Maria, además, pierde a su esposo Helmut a manos de los nazis. Eva-Maria muestra gran valentía al enfrentar su ejecución, leyendo las Bienaventuranzas antes de su muerte.
En conclusión, estos testimonios colectivos nos brindan la lección de confiar en el bien, incluso en las circunstancias más sombrías, y de reconocer y agradecer la existencia de personas que, siendo fieles a su conciencia, enfrentaron las consecuencias más extremas.
«Estas voces continúan hablándonos y señalándonos el camino hacia un mundo mejor: el fin de todas las guerras y de todos los poderes opresores, el rechazo de la uniformidad de pensamiento y lenguaje cuando está en juego la verdad, en otras palabras, el primado de la conciencia sobre lo que es verdadero, una fuerza más poderosa que cualquier poder y opresión», concluye Comina.