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07 de julio de 2024

Asunción Sánchez Sánchez

Asunción Sánchez SánchezArchidiócesis de Madrid

A la espera de un milagro de la española Asunción Sánchez, la mujer que se dedicó a las reclusas

Militante en Acción Católica, miembro de Cruzada Evangélica y perseguida durante la Guerra Civil: Asunción Sánchez está camino de los altares

«¿tiene usted vocación?», le preguntó Doroteo Hernández, que posteriormente sería el fundador de Cruzada Evangélica. Ella respondió: «No lo sé, pero me gustaría tenerla». Este fue el momento decisivo en el que Asunción Sánchez Sánchez empezó a atisbar su llamada a llevar a cabo un apostolado intenso en la sociedad: «Mi vocación, salvar almas» así explicaba la joven española.

El pasado 20 de junio el dicasterio para la Causa de los Santos reconoció las virtudes heroicas de Asunción Sánchez Sánchez, por lo que la española, nacida en Sonseca (Toledo), pasó a ser venerable. Ahora, se espera un milagro para que pueda ser declarada beata y así seguir con su proceso de canonización.

Fue la séptima de los hijos del matrimonio formado por el notario Pilar Sánchez Cabor y Ascensión Sánchez Rodríguez. De carácter intrépido, militó en Acción Católica, donde fue nombrada presidente del movimiento en Villacañas, formando más tarde parte de Cruzada Evangélica.

La dura experiencia de la Guerra Civil

Mientras ella permanecía en casa de su hermana durante el conflicto bélico español, dos de sus hermanos perdieron la vida en el frente. «Para Ascensión, fue un tiempo providencial, aunque le traería durísimas experiencia», así explicaba María Sowa, postuladora de la causa de la española, en el portal de la Archidiócesis de Madrid. Cuando finalizó la guerra, Ascensión consiguió reunir a toda su familia, que estaba repartida por todo el país, y decidieron volver a Villacañas.

Viernes Santo de 1938

Durante la guerra, Ascensión empezó a tener inquietudes vocacionales que se acentuaron con una conversación que tuvo con el padre Doroteo Hernández Vera, sacerdote que oficiaba la misa en clandestino durante el conflicto. En diciembre de 1937, el padre Doroteo fundó la Cruzada Evangélica, movimiento al que se uniría cinco meses después Asunción y donde muchas mujeres de Acción Católica colaboraron.

Asunción comenzaría así una labor intensa en este movimiento donde, junto al fundador, trabajaron «por la unión del pueblo español después de la guerra civil, centrándose sobre todo en los apostolados ingratos y abandonados, y, de una manera preferente, atendiendo a los presos y sus familiares», señala la postulante de su causa. En particular, atendió a las presas de la cárcel Ramón Pelayo, en Santander.

La Cruzada Evangélica llega a Madrid

En 1941, por petición del fundador del movimiento, Asunción llevó la obra de la Cruzada Evangélica a la capital, donde fundó el «albergue de la Merced», destinado a acoger a mujeres exreclusas que no tenían recursos. No fue tarea fácil, puesto que «su situación en medio de una sociedad que no creía en la mujer se agravaba aún más por ser estigmatizadas al proceder del mundo de las prisiones, por su ideología o por su pasado nada bueno».

María Sowa, que también es directora general del Instituto Secular Cruzada Evangélica, explica como Asunción, en sus últimos años de vida que pasó en Madrid, entregó sus energías «en el trabajo por la dignidad de la mujer y su recuperación integral» y que «no pronunció manifiestos feministas reclamando los derechos de las mujeres, sino que optó por su elevación espiritual y moral, su seria formación humana, apostando por su capacidad de aprendizaje profesional».

Con la delicada salud que padecía, Asunción Sánchez falleció de fiebre tifoidea en 1946, con 35 años, en el albergue que ella misma fundó. Sus restos reposan en la capilla de la Obra Social Ascensión Sánchez en Coslada, otra de las casas del instituto secular de Cruzada Evangélica.

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