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26 de agosto de 2024

El Papa Francisco en la audiencia de ayer con 6 órdenes religiosas

El Papa Francisco en la audiencia de ayer con 6 órdenes religiosasVatican News

Duplicar las cifras de vocaciones: el nuevo reto para las órdenes religiosas

El Santo Padre recibió ayer en audiencia a seis congregaciones que celebraban sus capítulos generales

«¿Cuántos novicios tenéis?», preguntó el Santo Padre a los presentes antes de empezar la audiencia. Alarmado por los escasos números de los que le informaron los religiosos, y que oscilan entre los ocho y los veinte, afirmó: «¡Tenemos que duplicar estas cifras!», porque, según ha explicado, la cuestión de las vocaciones es «una cuestión de futuro». Respecto al origen de los novicios procedentes de Asia, África e Hispanoamérica, Francisco ha señalado que el futuro de la Iglesia está en estas regiones del mundo.

El Papa Francisco se reunió ayer con seis órdenes e institutos religiosos. Recibió a los participantes de los capítulos generales de la Orden de los Mínimos, la Orden de los Clérigos Regulares Menores, los Viatores, los misioneros Claretianos, las Hermanas Reparadoras del Sagrado Corazón y las Agustinas del Divino Amor.

A todos ellos les instó a buscar la «sencillez del amor de Dios que resplandece en el Evangelio», renunciando a lo superfluo y «despojándose de todo lo que no sea necesario o pueda obstaculizar la escucha y la armonía en sus procesos de discernimiento».

«Recoger su testigo»

En el discurso que pronunció a los participantes de los capítulos generales, el Papa Francisco instó a los presentes a que buscasen la belleza de sus fundadores. Ellos, como explicó, captaron las necesidades de la época en la que vivieron, «escribiendo páginas maravillosas de caridad concreta, valentía, creatividad y profecía». Supieron cuidar de los más débiles y realizar un intenso apostolado en la sociedad y, por ello, les exhortó a continuar la labor que iniciaron sus antecesores.

«Recoger su testigo», fue la invitación del Pontífice a los religiosos, para «sembrar la belleza de Cristo en las llagas concretas de la historia». Lo relacionó con un segundo punto: la sencillez material y espiritual. Como religiosas y religiosos, les persuadió a abrazar la pobreza «para vaciarse de todo lo que no sea amor a Cristo y dejarse llenar de su belleza, hasta que se desborde por el mundo».

Les advirtió además de la envidia y la ambición en las comunidades, a los que definió como una «enfermedad amarilla, una cosa fea», y les animó a abandonar las «pretensiones, rigidez y cualquier otra tentación fea de auto-referencialidad».

Antes de despedirse, Francisco impulsó a las órdenes religiosas a rezar por las vocaciones, para que tengan sucesores que puedan continuar con la labor y los carismas, y a cuidar la formación de quienes se preparan para entregar su vida a Dios.

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