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18 de septiembre de 2024

Pato con Fati y su hija Marie. Ambas murieron de sed en el desierto

Pato con su mujer Fati y su hija Marie. Ambas murieron de sed en el desiertoFocus on Africa

El Papa ofrece trabajo a un migrante que vio morir a su mujer y a su hija

Mbengue Nyimbilo Crepin, más conocido como Pato, es un camerunés que perdió a su familia por deshidratación en el desierto de Túnez

El Santo Padre ha ofrecido un puesto de trabajo como vigilante de los Museos Vaticanos a un migrante de origen camerunés, Mbengue Nyimbilo Crepin, más conocido como Pato. Este perdió a su mujer Fati y a su hija Marie, de 6 años, en el desierto de Túnez cuando escapaban de Libia.

Pato y Fati se conocieron en 2016 en el campo de prisioneros de Qarabully. Juntos tuvieron una hija, Marie, a la que quisieron darle un futuro más esperanzador del que le esperaba si se quedaban en el país. Tras varios intentos de escape, en los que en uno de ellos Pato recibió un disparo que le perforó el tímpano izquierdo, finalmente el 13 de julio de 2023 consiguieron abandonar Libia cruzando el desierto que separa el país con Túnez.

Sin embargo, al llegar a este último país, fueron expulsados por la policía, que devolvió a toda la familia al desierto. Ellos volvieron a intentar salvarse, atraversándolo durante la noche. Al día siguiente, mientras buscaban agua en Túnez, fueron nuevamente interceptados y llevados al hostil desierto.

Durante el regreso a Libia, Pato se sintió demasiado débil para continuar y pidió a su esposa que volviesen sin él, temiendo ser una carga y poner en peligro sus vidas. A pesar del dolor, Fati y Marie se vieron obligadas a seguir adelante ya que la caravana no podía esperar. Milagrosamente, Pato sobrevivió gracias a la ayuda de tres sudaneses y regresó a Libia buscando a su familia, convencido de que habían llegado. Sin embargo, descubrió con horror que ambas habían muerto de sed en el desierto.

Al regresar a Libia, Pato recibió ayuda pero decidió buscar un futuro mejor en Europa. Embarcó hacia la isla de Lampedusa, donde fue rescatado por una ONG cuyo capellán, el sacerdote Mattia Ferrari, lo llevó ante el Papa Francisco, quien conocía la trágica historia de Pato y su familia.

El Papa y Pato rezaron juntos por Fati y Marie. Ahora, meses después, el Pontífice le ha ofrecido una nueva oportunidad: el 10 de julio, Pato salió del estado de la Ciudad del Vaticano con un contrato de trabajo indefinido. Por indicación del Papa Francisco, el cardenal español Fernando Vérgez le entregó documentos que cambiarán su vida: será vigilante de sala en los Museos Vaticanos, donde pasará a formar parte de los trabajadores del estado más pequeño del mundo.

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