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Mindfulness y Autocompasión

¿Cómo te tratas cuando fallas? La autocompasión puede sanarnos

Vivir el presente y aceptar el fracaso de forma bondadosa son los dos conceptos básicos del mindfulness y la autocompasión

Todos, en mayor o menor medida, necesitamos a lo largo de la vida aprender a gestionar situaciones difíciles. La muerte de un ser querido, la pérdida de un gran amor o desencuentros en el ámbito social o laboral pueden llegar a suponer una losa difícil de gestionar. Es aquí donde entra el poder del mindfulness, que en las dos últimas décadas ha eclosionado en Occidente volviéndose una disciplina de moda.

Denominado también como «atención plena», el mindfulness nace de las antiguas prácticas budistas y, según su propia definición, «presta atención de manera consciente a la experiencia del momento presente con interés, curiosidad y aceptación».

Su penetración en Occidente fue obra de Jon Kabat-Zinn, un médico que en la década de los 60 estudió meditación budista en la India. Desde entonces muchos han sido los que han estudiado y trabajado sobre su base. Dos de ellos Kristin Neff , investigadora pionera en el campo de la autocompasión y Christopher Germer, profesor de Harvard, dieron un paso más y desarrollaron el programa Mindfulness y Autocompasión (MSC), donde, tomando como base el mindfulness, se centran en el cultivo de la bondad amorosa y de la autocompasión en general.

¿Qué es la autocompasión?

La autocompasión es la capacidad de ser amable y comprensivo con uno mismo. Los expertos invitan a reflexionar sobre cómo actuamos con nosotros mismos cuando cometemos un error, fallamos o cuando algo no sale como esperábamos. Kristin Neff, explica que la autocompasión está compuesta de tres elementos:

  • La auto-bondad: implica ser cálido con uno mismo en situaciones complicadas.
  • Humanidad común: reconocimiento y aceptación de que el fracaso es parte de la experiencia humana.
  • Conciencia plena: tener un enfoque equilibrado de las emociones negativas para que los sentimientos no se repriman ni se exageren.

Fermín Ibáñez, profesor titulado del programa MSC explica, por su parte, que «el mindfulness tradicional es un programa contemplativo, atencional. Es decir, que lo que hace es darte herramientas para atender todo lo que está pasando en tu vida y así poder tomar conciencia del estrés, la ansiedad, o las dificultades que te hacen sufrir y poder atenderlas». En el Mindfulness y Autocompasión, «no solo se atiende y se focaliza el sufrimiento de la vida, sino que también ayuda a atenderlo desde la autocompasión, por eso se denominan programas generativos, porque no solo atienden, también propician y generan un escenario nuevo en nuestra vida», asegura el profesor Ibáñez.

Las tres patas del Mindfulness y Autocompasión

  • Mindfulness: el mindfulness ayuda a conectarnos con la realidad que vivimos, especialmente con nuestro sufrimiento y dificultades en la vida. Nos ayudará a poder atenderlo.
  • Bondad amorosa: La autocompasión consiste en responder a estas emociones y pensamientos difíciles con amabilidad, solidaridad y comprensión para poder calmarnos y consolarnos cuando estemos dolidos. La bondad amorosa nos ayudará a que ese sufrimiento que vivimos lo atendamos de manera compasiva, amorosa, cuidándonos permanentemente. Nos ayudará a acompañar y alejarnos de la autocrítica, la autoexigencia y el dolor de las emociones difíciles.
  • Humanidad compartida: Nos conecta con otras personas que están viviendo situaciones similares y nos aleja del aislamiento.

Las investigaciones han demostrado que la autocompasión mejora considerablemente el bienestar emocional. Aumenta la felicidad, reduce la ansiedad y la depresión, y puede incluso ayudar a mantener hábitos de vida saludables como hacer dieta y practicar deporte. Según los expertos, ser, a la vez, consciente y compasivo, conduce a una mayor fluidez y bienestar en nuestra vida cotidiana.

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