Hepatitis aguda infantil
¿Por qué no se ha hecho más por controlar el brote de hepatitis aguda y por qué se desconoce su origen?
La hepatitis aguda infantil ya ha dejado 10 niños muertos
La Organización Mundial de la Salud ha registrado ya 700 casos en 34 países
Hace algo más de un mes, la Organización Mundial de la Salud aseguraba que el aumento de los casos de la hepatitis aguda infantil, de origen desconocido, era un tema «muy urgente».
«Le estamos dando prioridad absoluta a esto», aseguró desde Lisboa el director regional de Emergencias de la OMS, Gerald Rockenschaub.
Lejos de controlarse, los casos de esta hepatitis siguen aumentando y este 9 de junio dejan ya 10 niños muertos y hasta 700 casos, mientras otros 112 continúan bajo investigación. La organización radicada en Ginebra dice que no ha detectado en ninguno de los casos alguno de los cinco virus de hepatitis conocidos y que 38 niños han necesitado un trasplante de hígado.
¿Por qué no se ha controlado?
En mayo de 2022, la OMS añadía que se estaba haciendo todo lo posible «para identificar» lo que estaba causando esto para tomar después «las medidas adecuadas».
Precisamente, el hecho de que en aquel momento todos los casos detectados y estudiados no pudieran asociarse a los virus ya conocidos en estas dolencias (hepatitis A, B, C, D y E), enmarañó la situación aún más.
A ello hay que añadir que esta dolencia en niños nació en un momento de sospecha permanente por la pandemia del coronavirus. O bien por la enfermedad de la covid en sí, o si acaso por las vacunas, lo cierto es que los menores de edad estaban sufriendo esta falla hepática. Según avanzaban los casos, The Lancet acotaba en lo posible la situación: la mayoría de los pacientes no compartían exposiciones ambientales comunes, quedando el agente infeccioso como la causa más plausible.
Y aquí venía la gran pregunta que quedaba sin respuesta. ¿Es el brote de hepatitis aguda una consecuencia indirecta e indeseada de la gran pandemia que asoló al mundo desde marzo de 2020? En Israel, por ejemplo, se informó que 11 de los 12 pacientes habían tenido COVID-19 en los últimos meses, y la mayoría de los casos de hepatitis informados fueron en pacientes demasiado jóvenes para ser elegibles para las vacunas contra el coronavirus.
Baste recordar los problemas que ha habido para someter a la pandemia provocada por el virus de Wuhan, con hasta siete olas, para intuir que toda alerta médica que pueda ir asociada o al menos, conviva con ella, cause estragos y más desinformación.
Sin origen conocido
Dejando como causa posible tanto el adenovirus F41 como la COVID-19, hay otras hipótesis no descartadas y recogidas por nuestro Ministerio de Sanidad.
¿QUÉ HIPÓTESIS SE BARAJAN?
- Una respuesta anormal al adenovirus ya mencionado, que provoca que este progrese o derive hacia una hepatitis tras una posible infección con coronavirus (y alguna de sus variantes, como la ómicron
- Una mayor frecuencia de infecciones normales por adenovirus, lo que hace que se ponga de manifiesto una complicación rara o poco reconocida
- Una nueva variante de adenovirus
- Un síndrome de coronavirus posinfeccioso
- Una droga, toxina o exposición ambiental
- Un nuevo patógeno actuando solo o como una coinfección
- Una nueva variante del SARS-CoV-2
Sin vínculos con la vacuna
Así pues, no queda más remedio que conformarse con que la etiología de los casos actuales de hepatitis todavía se considera desconocida y sigue bajo investigación activa. Se continúan realizando pruebas de laboratorio para muchas infecciones, productos químicos y toxinas en los casos identificados.