Fumar no solo daña los pulmones: este es el otro riesgo que no querrás saber

Es obvio que el tabaco es gran enemigo de la salud. Es responsable de más del 80 % de los cánceres de pulmón, siendo esta la principal causa de muerte por cáncer en el mundo, tanto en varones como en mujeres.

Por tanto, somos conscientes que el consumo habitual de cigarrillos provoca lesiones en los pulmones y el resto de vías respiratorias, pero también en la boca, incluyendo de esta manera la lengua y los dientes.

En cuanto a estos últimos, además de mancharlos, aumenta la probabilidad de sufrir halitosis y provoca problemas en la salud de las encías, concretamente la enfermedad periodontal, de la que existen dos tipos: la gingivitis y la periodontitis.

Esta enfermedad consiste en una grave infección de las encías que daña el tejido blando y que, sin tratamiento, puede destruir el hueso que sostiene los dientes. Generalmente está causada por la acumulación de bacterias en la boca, que finalmente se conviertes en placa bacteriana y sarro.

El tabaco hace que se debilite el sistema inmunitario, encargado de combatir las infecciones. Además, puede enmascarar síntomas tempranos de la enfermedad, como el sangrado de encías. Además, es probable que los tratamientos a aplicar no sean tan eficaces, llegando a tener hasta un 50 por ciento menos de efectividad.

Algunos de los síntomas de la enfermedad de las encías es el enrojecimiento e inflamación de las mismas, una mayor sensibilidad al tacto, sangrado, dolor, dientes sensibles o sueltos.

Para prevenir este mal, se recomienda tener unos buenos hábitos de higiene dental, cepillando los dientes después de cada comida o bebida, utilizando hilo dental y acudiendo al dentista con frecuencia para que los profesionales lleven a cabo una limpieza. Por supuesto, en caso de fumar, es aconsejable dejarlo cuanto antes.