Bélgica, el país que permite la eutanasia a mayores de 12 años, incrementa las muertes un 10 % en 2022
El año pasado hubo 513 suicidios asistidos de personas cuyas muertes no se esperaban próximamente
Los datos de la eutanasia en Bélgica –con 11 millones de habitantes– son aterradores. Han pasado dos décadas desde que se aprobó la posibilidad de matar a los mayores de 18, ocho en el caso de los menores de edad. Estos actos se han multiplicado por más de doce desde su aprobación pasando de 2035 en 2002 a 2.966 en 2022. El aumento solo de 2021 a 2022 fue casi del 10 %.
Esta ley, que ha acabado ya con la vida de aproximadamente 30.000 personas en el país, modificó su ley en 2014 para poder extender su aplicación a niños y adolescentes. Debido a la norma belga, cuatro niños han sido asesinados, tres de ellos en el curso 2016-2017 con 17, 11 y nueve años.
En el año 2022 hubo 513 suicidios asistidos de personas cuyas muertes no se esperaban próximamente. Esto representó el 17,3 % de todas las eutanasias notificadas. Dentro de este porcentaje, el 8 % (239 personas) fueron asesinadas por polipatologías; 41 por trastornos cognitivos; 24 por trastornos psiquiátricos; y por una variedad de condiciones físicas no terminales, entre las que se incluyen la artritis (15), trastornos oculares y auditivos (dos), anomalías cromosómicas y congénitas (tres) y lesiones por causas externas (siete).
En el caso de las eutanasias por polipatologías, ninguna de ellas eran «motivo suficiente para la eutanasia», según la plataforma One Of Us. En este sentido, a pesar de que la ley belga de 2002 no permita la eutanasia por «estar cansado de la vida» o solo por la edad, muchos de los médicos que ayudan a morir a las personas se saltan la ley y diagnostican polipatologías como razón suficiente para la eutanasia.
Aunque la eutanasia se legalizó inicialmente bajo «condiciones estrictas», las actualizaciones de la ley han hecho que Bélgica se convierta en un país que permite acabar con la vida de las personas que quieren completar el intento fallido de suicidio. Entre 2014 y 2017, dos pacientes que estaban en coma irreversible después de un intento de suicidio fueron sacrificados.
Muerte sin consentimiento
La ley de la eutanasia de Bélgica ya está en los tribunales. Tom Mortier denunció el caso de su madre, a la cual mataron con 64 años sin ninguna consulta previa. Un día después de acabar con su vida, los servicios informaron a Mortier de su muerte con la explicación de que había estado sufriendo de una «depresión intratable».
«Hemos perdido el sentido de cuidarnos unos a otros», denunció el hombre. Según la norma, la persona que se acoge al suicidio asistido debe estar en una condición de sufrimiento físico o mental constante e insoportable que no se puede aliviar. Este caso no lo era; la madre de Mortier tenía una buena salud física. Además, el psiquiatra que la atendió durante más de 20 años aseguró que no era su caso. La mató otro médico.
Este no es el único caso, son muchos los testimonios de familias que denuncian cómo han acabado con la vida de algún ser querido o de médicos que denuncian la «violación constante de la ley».
Es el caso de la doctora An Haeken, directora de Psiquiatría en el Hospital Psiquiátrico Alexianen de Tienen (Bélgica), quién asegura que lo que se practica en el país no es eutanasia porque el paciente, muchas veces «no lo pide». La práctica «inmoral» de este país supone quitar una vida deliberadamente. «No conozco otra palabra que asesinato para describir esto», argumenta a Religión en Libertad.