El peligro de la medicina estética: 8 de cada 10 operaciones las realiza personal no cualificado
La edad media con la que las personas empiezan a hacerse tratamientos ha bajado 10 años, pasando de los 35 años a los 26 años
La medicina estética vive su momento dorado. Cada vez más personas acuden a centros especializados para realizarse alguna cirugía. Todo ello se ve en cifras. Según la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME), el 46,6 % de los españoles se realizó algún tratamiento de medicina estética en 2023, siendo el 69 % mujeres frete al 31 % de los hombres. A pesar de ello, no todo vale, hay que tener ojo con quién es el doctor y a qué centro se acude, ya que 8 de cada 10 operaciones las realiza personal no cualificado.
Esto no ocurre en todas las ciudades por igual. Los porcentajes se concentran en varios territorios. Tal y como relatan los datos de Top Doctors, grupo de healthtech líder en la transformación digital del sector sanitario, en los dos últimos años, las citas presenciales con doctores han crecido un 10 %. En este sentido, de los más de 30.000 pacientes atendidos en las especialidades de medicina estética en los últimos dos años, Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla concentran el mayor número de personas que recurren a este tipo de tratamientos.
El doctor Moisés Amselem, especialista en Medicina Estética y jefe de la Unidad de Medicina Estética en Clínica Martín del Yerro/Amselem y miembro de grupo Top Doctors explica que entre los motivos que han llevado a que se produzca este aumento está que la edad media con la que las personas empiezan a hacerse tratamientos ha pasado «de los 35 años a los 26 años».
Al hilo, asegura que el incremento de la tasa de divorcios hace que haya que «volver de nuevo al mercado» y lo que también tiene mucho que ver el teletrabajo y videollamadas junto con los selfies. Estas técnicas tecnológicas nos están haciendo, apunta el doctor, más conscientes de «los detalles en nuestro rostro que antes nos pasaban inadvertidos».
El intrusismo de la especialidad
Los datos que proporciona el SEME son preocupantes, ya que, según sus estudios, 8 de cada 10 prácticas estéticas las realizan profesionales no cualificados en cirugía plástica, estética o reparadora, lo que deriva en posibles riesgos de salud del paciente.
En este sentido, la doctora Natalia Ribé, especialista en Medicina Estética, fundadora y directora médica del Institut Dra. Natalia Ribé y miembro de Grupo Top Doctors, anota que los pacientes deben acudir a «Centros Autorizados que tengan sello U.48 que otorga la SEME». Estos son los únicos que garantizan «visitas con profesionales médicos que trabajan con rigor y profesionalidad».
Además, la doctora María José Maroto, especialista en Medicina Regenerativa en Dermatología y en Medicina estética, directora de la Clínica Doctora Maroto y miembro de Grupo Top Doctors asegura que «estamos viendo barbaridades». Tras esto, recuerda que en su centro ven un importante incremento de personas que vienen buscando «resolver» lo que otros han hecho mal. Esto es «un problema importante», informa, porque «no nos permite hacer correctamente el trabajo».
Los jóvenes y las redes sociales
Tener una buena imagen y proyectar la «mejor versión» de uno mismo es algo a lo que, tanto hombres como mujeres, están dando más importancia en los últimos años. Además, lejos de ser un tabú, las redes sociales se han convertido en una ventana para visibilizar este tema y, al mismo tiempo, una llamada a la acción que incita a los pacientes a obtener su mejor versión para mostrarla en los canales sociales.
Según el informe del SEME, la franja de edad con más pacientes de medicina estética está entre 35 y 54 años. Sin embargo, cada vez más, el porcentaje de jóvenes es mayor. De hecho, las personas que se realizan tratamientos entre los 16 y 25 años han crecido un 20 % en el último año.
Por último, la doctora Natalia Ribé asegura que no es malo que los jóvenes se hagan tratamientos preventivos. Sin embargo, hay que ceñirse muy bien a la edad. Actualmente, lo que está ocurriendo, asegura la especialista, es que «la información sin medida ni filtro» que llega en ocasiones a través de las redes sociales hace que «los perfiles más jóvenes acaben solicitando tratamientos que no les corresponden por edad y que ni tan siquiera necesitan». Así, explica que cuando se le da a la piel lo que no necesita, esta se va a rebotar y deriva en que cada vez más pacientes jóvenes acuden con pieles «molestas» y reactivas, con rosáceas, eritemas etc., fruto de un mal uso.