Álvaro Trigo, el joven que sobrevivió a quemaduras en el 65 % de su cuerpo: «Saqué fuerzas al pensar en Dios»
Participará este sábado en el 26º Congreso Católicos y Vida Pública que está teniendo lugar en el Campus del CEU en Moncloa (Madrid)
Cuando un joven de 18 años termina el colegio o el instituto, lo primero en lo que piensa es en esas vacaciones idílicas con sus amigos, la posterior entrada en la universidad y todos los planes y oportunidades que están por surgir. Estos eran precisamente los pensamientos del madrileño Álvaro Trigo, un joven de 29 años que en 2017 casi pierde la vida en un aparatoso accidente que le produjo quemaduras en el 63 % de su cuerpo.
A Álvaro siempre le han apasionado los deportes. Con su ingreso en la Academia de Bomberos comenzó a prepararse para carreras populares. Mientras tanto, competía en las actividades deportivas de la Universidad Autónoma de Madrid, donde estaba matriculado. Tras un mes de entrenamiento constante y esfuerzo, logró completar su primera maratón. Con 18 años ya había alcanzado grandes metas, pero siguió escalando: a los 20 consiguió terminar su primer Ironman. Sin embargo su vida dio un giro en 2017 con la muerte de su hermana.
«La primera lección de vida me llegó ese año», asegura a El Debate. Su hermana, de 20 años, sufrió un accidente de coche cuando iba a comer y falleció al día siguiente. «Fue el primer shock de mi vida», recuerda, pero gracias a los amigos de la familia y a la gente cercana, «comenzamos a salir adelante».
Día Mundial de la Anatomía Patológica
Los pasos que se siguen en el laboratorio hasta llegar al diagnóstico exacto sobre el tipo de tumor que padece un paciente
El segundo golpe llegó justo seis meses después, el 2 de febrero de 2018, cuando la familia se encontraba en Jaén, localidad natal de su madre: «Estaba encendiendo una chimenea, me fui a la cocina y al volver estaba todo en llamas. Intenté apagarlo, pero me acabé cayendo encima del fuego». Esto hizo que Álvaro sufriera quemaduras en el 63 % de su cuerpo. Consiguió salir de la casa por su propio pie, pero cuando llegó la ambulancia, perdió la consciencia.
En el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla le indujeron al coma. «A mi madre le dijeron que las posibilidades de sobrevivir eran muy bajas». Álvaro estaba deshidratado y con quemaduras muy graves. Sin embargo, su buena salud jugó a su favor. Su edad, el hecho de que no fumaba y de que era deportista, le dieron ventaja. También, según cuenta, la fe fue un pilar fundamental en su recuperación. «Dentro del hospital, el apoyo religioso fue muy importante para mí». Reconoce que en esos duros momentos, «gran parte de la fuerza y esperanza» la obtuvo al pensar «al 100 % que existía Dios».
A los 10 días lo despertaron del coma, le quitaron la medicación y lo trasladaron a una habitación acristalada. Durante cuatro meses se sometió a múltiples operaciones: «Me implantaron piel en los brazos de la parte de los muslos». También recibió un tratamiento experimental de piel cultivada para curarle la espalda y las piernas. «Fue un éxito. De hecho, fui de los primeros españoles en someterme a esta técnica», cuenta Álvaro.
El día que recibió el alta, sus padres le dieron una buena noticia, le aseguraron que iba a poder volver a correr. «Me lo dijeron para animarme», sonríe, «pero me lo propuse como objetivo». «Tenía un aspecto lamentable», asegura, se agobiaba al ver que recibía un trato diferente, por lo que se planteó un nuevo reto: prepararse para una nueva maratón. A pesar de los fuertes dolores y las heridas, que se le abrían por el esfuerzo, lo consiguió. Al recibir la medalla, la llevó al hospital y habló con pacientes que estaban en la misma unidad en la que él había estado años antes. «En ese momento decidí unir lo que me había pasado con el deporte, y creé retos para acciones solidarias».
En 2019, un año y medio después del accidente, cruzó nadando de Formentera a Ibiza. Todo el dinero que recaudó lo destinó a la ONG Formación Senegal. Desde entonces, el deportista ya ha realizado varias acciones solidarias. Ahora, sería el turno de un nuevo reto, pero la DANA que azota España se lo ha impedido. «Todo se volvió peligroso, así que no se ha podido completar», apunta, pero no se rinde y ya está pensando en un nuevo desafío «de cara al verano».
Álvaro es un chico soñador, que nunca se rinde y que da todo para ayudar a los demás. Por eso, y para contar su testimonio, acudirá este sábado al 26º Congreso Católicos y Vida Pública que tiene lugar en el Campus de Moncloa del CEU en Madrid.