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Nora Alonso

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Entrevista a Nora Alonso, bióloga

«El desarrollo tecnológico en la agricultura es clave para que podamos seguir teniendo de todo durante todo el año»

«Hay varios retos que son muy relevantes y que van a hacer que cambie el paradigma de cómo entendemos la agricultura en el sector alimentario hasta ahora»

El clima, la falta de relevo generacional y la falta de rentabilidad son algunos de los problemas a los que se enfrenta la agricultura. Este sector, a pesar de ser esencial para la sociedad, se siente castigado y olvidado, y así lo han demostrado en las manifestaciones que se han producido a lo largo de este 2024.

Muchos creen que la solución a esta situación pasa, en parte, por la modernización y mecanización de la agricultura, por lo que ya hay empresas que se dedican a crear herramientas que mejoren la calidad de los suelos, que ahorren agua o que favorezcan el desarrollo de cultivos y variedades que crecen en condiciones extremas.

Para hablar de este tipo de innovaciones en el campo, El Debate entrevista a Nora Alonso, bióloga española dedicada al desarrollo y crecimiento de empresas tecnológicas en el sector agroalimentario, actualmente socia general de la empresa Swanlaab AgriFood, una gestora de fondos con más de 20 años de experiencia de inversión que recientemente han creado un fondo Agro Food Tech muy focalizado en la inversión en el sector agroalimentario.

–¿Cuáles son los retos a los que se va a enfrentar la agricultura en los próximos años?

–Cuando hablamos de agricultura no nos referimos solamente a la parte de producción vegetal, sino también a la producción animal, la piscifactoría... todo lo que es el sector primario. Hay varios retos que son muy relevantes y que van a hacer que cambie el paradigma de cómo entendemos la agricultura en el sector alimentario hasta ahora. Uno de ellos es el medioambiental, ya que el cambio climático tiene un impacto extremadamente alto en la agricultura. Esto quiere decir que vamos a tener que ser capaces de producir en unas condiciones mucho más extremas, ya que los ciclos de calor son mucho más amplios y la distribución de lluvias cada vez más errática.

Esto se une a otros retos que son más sociales. Somos una población muy grande, creciente en número y en edad y cada vez más exigente. Nuestra disponibilidad de producción en términos de hectáreas por persona cada vez es menor, por lo tanto tenemos que producir más en menor terreno, con una disponibilidad limitada tanto de suelo como de agua. El consumidor, además, ya no solamente quiere comer, sino que quiere saber cómo se producen esos alimentos, que sean más sostenibles y que además tengan unas buenas calidades nutricionales.

También hablamos de una población donde la globalización es una realidad, y esto tiene mucho que ver con los aspectos regulatorios. Tenemos acceso a productos de todo el mundo, pero que se producen en condiciones diferentes, y esto es un reto también para el agricultor, por eso hemos visto algunos ejemplos en las protestas de los últimos meses.

–¿Está el campo todavía poco actualizado en lo que a innovación tecnológica se refiere?

–La intención y el objetivo de modernización están asentados y aceptados, se ha entendido que es lo necesario. Tenemos que poder desarrollar tecnologías que sean respetuosas con el medio ambiente, entre otras cosas porque el sector primario es el más afectado por el cambio climático. Ese camino «tenemos que hacerlo», «tenemos que estar ahí», está en marcha y está abierto.

Es cierto que todavía hay muchas tecnologías que se pueden incorporar al sector y que, desde luego, van a ayudar a poder implementarlo. Hay muchísimas herramientas que hoy no están en el mercado, que se están desarrollando y que pueden tener un impacto muy grande. Creo que tenemos que hacer un esfuerzo en otros aspectos, como poder financiar estas empresas tecnológicas para que esos desarrollos se conviertan en productos y servicios que realmente el mercado pueda utilizar, y ahí fondos como el nuestro juegan un papel fundamental. Pero también en otros aspectos, como marcos regulatorios, ya que hay productos que se podrían utilizar, pero todavía no hay un marco regulatorio claro que al agricultor le permita poder incorporarlo a su cartera de soluciones. Nosotros vemos, sobre todo en el desarrollo tecnológico, que las empresas en España hasta ahora no habían tenido capacidad de tener ese acceso a la financiación suficiente que les acompañe en este proceso y que, además, le acompañe con el conocimiento suficiente, no solamente de la gestión económico-financiera, sino también de lo que es el desarrollo tecnológico, de cómo encaja con los marcos regulatorios, cuál es la mejor vía de llegar al mercado, etc. Entonces, ¿Qué falta? Hace falta dinero, pero hace falta también expertise, y es ahí donde nosotros entramos.

–¿Qué novedades técnicas podrían introducirse para hacer la agricultura más sostenible?

–La forma de hacer frente a esos retos que comentábamos antes es mediante herramientas tecnológicas de distinto tipo, y por eso desde Swanlaab nos hemos propuesto el objetivo de invertir en empresas tecnológicas, porque España es un líder en el desarrollo tecnológico para el sector agroalimentario. De hecho, por ejemplo, en tecnologías de digitalización creo recordar que somos el tercer país por detrás de Estados Unidos y de India. Pero muchas veces estas empresas no tienen la capacidad de obtener la financiación y el apoyo suficiente desde el punto de vista de desarrollo de negocio o de estructurar la empresa para poder crecer de forma ordenada y poder crecer de forma robusta para luego poder ser empresas grandes que afiancen bien en en el país y generen riqueza a nivel nacional.

Por todo ello, queremos invertir en empresas que tengan desarrollo en tecnologías que mejoren la eficiencia de la producción de forma sostenible y que además lo hagan teniendo un impacto medioambiental y económico para la cadena y para el agricultor. En todo lo que es producción primaria tenemos tecnologías que ayudan a mejorar la calidad de los suelos. La revolución verde en los años 60 y 70 fue de todo menos verde, se consiguió duplicar la producción de los mayores cultivos, pero a costa de mucha contaminación. Apostamos también por tecnologías que tienen que ver con el desarrollo de cultivos y variedades que crecen en condiciones extremas y que, por lo tanto, pueden resistir esas condiciones extremas. También en tecnologías que ayuden al uso más eficiente de los recursos para regar donde realmente hace falta y con lo que hace falta, algo que disminuiría muchísimo el uso de recursos básicos como el agua. El uso eficiente de los fertilizantes, con biofertilizantes sustitutivos de los productos químicos, y todo lo que tiene que ver con robótica y con la digitalización del campo son, asimismo, una prioridad. Tiene mucho que ver también con un cambio de paradigma en la forma de producir.

–¿Creen que los agricultores están preparados para un cambio como este?

–Sí, está teniendo buena acogida. Tendemos a pensar en un campo que todavía no se ha modernizado, que tiene una media de edad alta o en el que falta relevo generacional. Pero el campo ya ha incorporado muchísimas tecnologías y hay una clara mentalidad tremendamente abierta a la incorporación de nuevas tecnologías. El relevo generacional tiene que ver con otros aspectos, pero sí que es cierto que el poder incorporar nuevas herramientas que hagan esta actividad primaria más atractiva y más cómoda, también puede atraer a las nuevas generaciones. El campo es mucho más moderno de lo que nos imaginamos: hay mucha tecnología ya implementada, como con el desarrollo de variedades, automatización y digitalización de la toma de decisiones, etc.

–¿Qué ocurriría en el hipotético caso de que la agricultura no diese ese paso a modernizarse?

Nosotros abrimos el frigorífico y tenemos prácticamente de todo, a un precio muy razonable y en cualquier momento del año. Por tanto, como población tenemos que ser más conscientes de lo que la agricultura y los agricultores nos están aportando. ¿Qué ocurre si no tenemos herramientas que nos permitan adaptarnos a estos retos? Pues que lógicamente una de las cosas que van a ocurrir es que los precios van a subir, vamos a depender de países terceros y dejaremos de tener de todo durante todo el año. Si nuestros agricultores no pueden producir según qué cultivos, pues lógicamente tenderemos a importarlos, con lo cual perderán valor y perderá valor la actividad económica como tal, y no podemos olvidar que es una de las principales actividades económicas de este país. Además, sin modernización todavía será menos atractivo para las nuevas generaciones.

No basta solo con incorporar tecnologías, pero es cierto que el desarrollo tecnológico es clave para hacer frente a esos retos, en paralelo a buenos marcos regulatorios, una mejor conciencia de la población de lo que el sector nos aporta y un mayor conocimiento en el propio sector.

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