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12 de septiembre de 2024

Planta de coca

Planta de cocaCreative Commons

Los científicos no son capaces de distinguir las plantas de coca silvestre de las que se cultivan para producir cocaína

Los investigadores analizaron 1.163 contornos de hojas de 342 especímenes de herbario digital de coca silvestre y cultivada, extrayendo datos sobre su tamaño y forma

Un artículo reciente publicado en Molecular Biology and Evolution por Oxford University Press destaca que, a pesar de que la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito ha recopilado datos anuales sobre las áreas de cultivo de coca en América del Sur durante décadas, los científicos no han podido distinguir de manera confiable entre los diferentes tipos de plantas de coca. Este análisis es crucial para monitorear el establecimiento de plantaciones ilegales y la deforestación asociada.

Tradicionalmente, la identificación de la coca se ha basado en la forma y el tamaño de las hojas. Sin embargo, estas características no reflejan adecuadamente las diferencias entre las variedades de coca cultivadas para la extracción de cocaína, aquellas utilizadas con fines tradicionales y las plantas de coca silvestre.

La coca hispanoamericana ha sido un cultivo fundamental para muchas comunidades andinas y amazónicas durante al menos 8.000 años, y sigue siendo vital para millones de hispanoamericanos. Sus hojas, ricas en compuestos activos, se utilizan en rituales culturales, tratamientos medicinales, suplementos nutricionales y como estimulante diario. En las últimas décadas, la demanda mundial de cocaína ha impulsado la agricultura intensiva de esta planta, situándola en el centro de conflictos armados y deforestación.

La coca pertenece al género Erythroxylum, que incluye más de 270 especies nativas de los trópicos americanos. Dos especies de coca cultivada predominan en el noroeste de Hispanoamérica: Erythroxylum coca (Huánuco coca) y Erythroxylum novogranatense. La primera es nativa de los bosques húmedos de montaña en Perú y Bolivia, mientras que la segunda se cultiva en los valles secos de las Cordilleras y la Sierra Nevada de Santa Marta. Una variedad de E. novogranatense, conocida como 'Trujillo coca', se ha utilizado tradicionalmente en el noroeste de Perú y como aditivo en Coca-Cola.

Anteriormente, se creía que las hojas de estas especies eran diferentes de las especies silvestres por ser más pequeñas, redondeadas y suaves. Las hojas de E. coca son, en general, más redondeadas que las de E. novogranatense, una distinción utilizada en estudios de campo para el seguimiento de plantaciones de coca. Sin embargo, estas diferencias en tamaño y forma no son suficientes para separar de manera confiable los tipos de plantas.

Para abordar este desafío, los investigadores analizaron 1.163 contornos de hojas de 342 especímenes de herbario digital de coca silvestre y cultivada, extrayendo datos sobre su tamaño y forma. Utilizando métodos estadísticos, demostraron una gran superposición entre las especies y sus variedades, lo que probablemente ha llevado a identificaciones erróneas en el campo. Esto subraya la importancia de utilizar diversas fuentes para la clasificación de plantas.

Este problema es relevante tanto para las plantaciones dedicadas a la extracción de cocaína como para identificar variedades con características mejoradas para usos alternativos, como suplementos alimenticios, fibras o pigmentos. «Estamos repensando la forma de clasificar las plantas de coca, tanto cultivadas como silvestres, tras añadir nuevos datos sobre sus hojas y genes», explica Fabio Andrés Ávila del Jardín Botánico de Nueva York, uno de los autores del estudio. «Esto es importante para la biodiversidad de Colombia y para las comunidades que utilizan la coca con fines tradicionales, proporcionando nuevas fuentes de información sobre las plantas de las que dependen».

Además, los investigadores estudiaron las relaciones genéticas entre las plantas de coca, comparando los resultados con la clasificación taxonómica existente y evaluando en qué medida la forma y el tamaño de las hojas coinciden con la genética. Este análisis permitió estimar cuándo se originaron las diferentes especies y variedades de coca. Los hallazgos revelaron que las plantas de coca comenzaron a evolucionar mucho antes de la llegada de los humanos a Hispanoamérica hace 15.000 años, aunque la cronología de cuándo surgieron las variedades cultivadas y productoras de cocaína sigue siendo incierta.

Si bien la forma y el tamaño de las hojas mostraron rasgos característicos de las cocas cultivadas, estas características no resultaron ser confiables para la identificación. En cambio, el estudio destaca el potencial de las técnicas genéticas como un método más preciso para identificar y monitorear las poblaciones de coca. «Uno de los objetivos principales de nuestra investigación es proponer un sistema de clasificación estable y una base de datos genética completa. Esto nos permitirá identificar con seguridad las diferentes poblaciones, variedades y especies de coca cultivada y sus parientes silvestres», añade Oscar Alejandro Pérez-Escobar del Real Jardín Botánico de Kew, otro autor del estudio.

Un sistema de clasificación adecuado es crucial para desarrollar programas de bioprospección sostenibles. La planta de coca tiene un potencial inmenso, pero es esencial separar sus atributos valiosos de su asociación con la droga recreativa, reformulando su percepción y destacando sus usos positivos.

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