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Huracán Florence

Huracán FlorenceEFE

Una temporada de huracanes anormalmente en calma en el Atlántico extraña a los expertos

Hacía más de 50 años que no se daba un mes de agosto y comienzo de septiembre tan calmado, cuando en realidad debería de ser el momento más activo para la formación de ciclones

El pasado mes de febrero, investigadores y meteorólogos de diferentes agencias gubernamentales coincidieron en que la próxima temporada de huracanes, que comenzó el pasado mes de junio y terminará a finales de noviembre, iba a ser «especialmente activa». Unas previsiones a las que se sumó la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos, que pronosticó probabilidades elevadas de la ocurrencia de entre 17 y 25 tormentas con nombre y entre 8 y 13 huracanes.

Sin embargo, llegamos a la segunda semana de septiembre, momento que debería corresponder con el más activo de la temporada, y es la calma la que predomina sobre el Atlántico. La gran pregunta actualmente reside en si el pronóstico falló o si, por el contrario, lo peor aún está por venir.

Lo habitual sería que en esta época se produjeran varios ciclones con nombre de forma simultánea. Por contra, no se ha producido ninguno desde Ernesto, que afectó a la costa este de Estados Unidos en el entorno del 12 de agosto. Este llegó después de otros cuatro, por lo que todo parecía indicar a principios de agosto que el surgimiento de más huracanes iría in crescendo. En cambio, tranquilidad hasta el momento, algo que no ocurría en estos meses de actividad desde 1968.

En el momento de hacer la previsión se especificó que la temporada iba a traer muchos huracanes –entre 17 y 25– debido principalmente a dos factores: por un lado, el regreso de La Niña –la fase fría del fenómeno, contraria a El Niño–; y por otro, a las altas temperaturas que registra el Atlántico, un hecho que actúa como combustible de los huracanes.

Los huracanes podrían llegar

Ahora, algunos meteorólogos justifican este fallo argumentando que las aguas cercanas al ecuador son relativamente frías, lo que hace que se empuje el tren de ondas tropicales hacia el norte. De esta forma, las ondas que han salido de África lo han hecho sobre aguas mucho más frías y en una atmósfera cargada de polvo, lo que dificulta el desarrollo de sistemas tropicales más organizados.

Esto tiene que ver con las inusuales lluvias que se están produciendo estos días en Marruecos y otras zonas de África, incluido el desierto del Sáhara, y es que la Zona de Convergencia Intertropical (ZCIT), conocida por generar las ondas tropicales del este que frecuentemente dan origen a huracanes en el Atlántico, se encuentra desplazada hacia el norte.

La ZCIT es una franja terrestre de bajas presiones situada en torno al ecuador, donde convergen los vientos alisios del hemisferio norte y sur y forman un cinturón de lluvias muy abundantes a lo largo de todo el año, que caracterizan el clima tropical, explica a El Debate Gabriel G. Valcárcel, climatólogo de la Televisión del Principado de Asturias (TPA). «Lo raro es que una de estas ondas en vez de coger dirección oeste hacia América se ha movido hacia el norte, hacia zonas del desierto del Sáhara», aclara.

Otra posible explicación, según recogen en CNN, es que al calentarse el planeta se producen menos tormentas, pero las que hay son más fuertes, algo que algunos científicos creen que ya se está produciendo. Judson Jones, meteorólogo de The New York Times, señala que otro factor limitante es que el aire es demasiado cálido sobre la región donde suelen formarse los huracanes, lo que podría estar estabilizando el resto del aire más cercano a la superficie. Esto propicia que, en lugar de dejar que el aire más cálido y húmedo cerca de la superficie del océano propicie las tormentas eléctricas, se está frenando su crecimiento.

No obstante, los modelos que manejan desde el portal meteorológico Meteored indican que a partir de mediados de septiembre las aguas del Atlántico permanecerán cálidas, la cizalladura del viento disminuirá, las ondas tropicales africanas circularán más al sur y el aire en altura se enfriará. Todo esto podría provocar una mayor inestabilidad, que las ondas ganen organización y se formen esos ciclones tropicales, que se podrían producir a partir del 30 de septiembre, es decir, ya durante la primera quincena de octubre.

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