
Iceberg A-84 en el centro de la imagen
Un ecosistema oculto aflora bajo un iceberg gigante en la Antártida
Este iceberg, cuya superficie es similar a la de la ciudad de Chicago, se desprendió de una de las grandes plataformas flotantes unidas a la Península Antártica
Un equipo de científicos ha identificado comunidades dinámicas de esponjas y corales en el lecho marino que quedó al descubierto tras el desprendimiento del iceberg A-84, una gigantesca masa de hielo que se separó de la plataforma de hielo Jorge VI el pasado 13 de enero.
Este iceberg, cuya superficie es similar a la de la ciudad de Chicago, se desprendió de una de las grandes plataformas flotantes unidas a la Península Antártica. Su desplazamiento dejó al descubierto un área del fondo marino que hasta entonces permanecía oculta bajo el hielo.
A bordo del buque de investigación Falkor, del Instituto Oceanográfico Schmidt, un equipo internacional de científicos modificó su plan de trabajo para aprovechar la oportunidad única de estudiar esta región recién expuesta en el mar de Bellingshausen. La expedición, en la que participó el British Antarctic Survey (BAS), marcó un hito en la investigación polar al explorar por primera vez un ecosistema que nunca antes había sido accesible para el ser humano.
El equipo científico llegó al área el 25 de enero y se convirtió en el primero en llevar a cabo un análisis exhaustivo de la geología, la oceanografía física y la biodiversidad en una zona que hasta hace poco estaba cubierta por una plataforma de hielo flotante. El desprendimiento del iceberg dejó al descubierto un lecho marino de aproximadamente 510 kilómetros cuadrados.La doctora Patricia Esquete, codirectora científica de la expedición y miembro del Centro de Estudios Ambientales y Marinos (CESAM) y del Departamento de Biología (DBio) de la Universidad de Aveiro (Portugal), expresó su asombro por la magnitud del hallazgo: «No esperábamos encontrar un ecosistema tan hermoso y próspero. A juzgar por el tamaño de los animales, las comunidades que observamos llevan décadas allí, quizás incluso cientos de años».
Vida en las profundidades
Utilizando el vehículo submarino de control remoto ROV SuBastian, del Schmidt Ocean Institute, el equipo pudo registrar imágenes detalladas del lecho marino durante ocho días. Su exploración reveló la existencia de ecosistemas exuberantes a profundidades de hasta 1.300 metros.
Los científicos identificaron una abundante diversidad de especies, incluyendo grandes corales y esponjas que sirven de refugio a diversas formas de vida marina. Entre los hallazgos más llamativos destacan los peces de hielo, los pulpos y las imponentes arañas marinas gigantes.
Hasta ahora, el conocimiento sobre la vida bajo las plataformas de hielo flotantes de la Antártida era muy limitado. En 2021, investigadores del British Antarctic Survey reportaron por primera vez indicios de vida marina bajo la plataforma de hielo Filchner-Ronne, en el sur del mar de Weddell. Sin embargo, la expedición del Falkor es la primera en utilizar un ROV para explorar de forma sistemática vastos paisajes submarinos con una biodiversidad tan notable.
El equipo quedó sorprendido por la gran biomasa y diversidad de organismos presentes en la zona y sospecha que podría haber descubierto varias especies hasta ahora desconocidas para la ciencia.
Un ecosistema autosuficiente
Los ecosistemas de aguas profundas suelen depender de los nutrientes que caen lentamente desde la superficie del océano hasta el lecho marino. Sin embargo, los científicos se enfrentan a un misterio: la región estudiada ha permanecido cubierta por un espeso manto de hielo, de aproximadamente 150 metros de grosor, durante siglos, lo que la ha mantenido aislada de la influencia directa de estos nutrientes.
Una de las hipótesis que se plantea es que las corrientes oceánicas podrían desempeñar un papel clave en el suministro de los nutrientes necesarios para sustentar estas comunidades submarinas. Sin embargo, el mecanismo exacto que permite la supervivencia de estos ecosistemas aún no se comprende del todo.
Además del estudio biológico y geológico, un equipo de oceanógrafos, liderado por la Universidad de Cambridge, la Universidad de Anglia Oriental y el British Antarctic Survey, desplegó vehículos submarinos autónomos para analizar la circulación oceánica en la región y evaluar el impacto del agua de deshielo glacial en las propiedades físicas y químicas del mar.
Los primeros datos obtenidos sugieren que el flujo de agua de deshielo podría estar proporcionando los nutrientes necesarios para sostener la sorprendente biodiversidad encontrada en esta zona recién expuesta, lo que abre nuevas líneas de investigación sobre la resiliencia y adaptación de la vida marina en entornos extremos.