Clara Moreno
Clara Moreno

Hasta la temporada que viene

La caza te permite conocer cómo vive la gente en su propio entorno, y la camaradería que une a los cazadores de cualquier sitio y de cualquier condición

Actualizada 04:30

Un cazador, durante una jornada de caza en Valladolid (Castilla y León)

Un cazador, durante una jornada de caza en Valladolid (Castilla y León)Europa Press

Última montería de la temporada, y parece que me voy a volver con las manos vacías. ¡Que se le va a hacer, así es la caza! Ante la inactividad, mi cabeza no para de dar vueltas. Los instintos primarios son los que antes me asaltan, y pienso en el cordero que me espera en cuanto termine la montería. No mataré nada, pero seguro que una buena comida en compañía de gente con la que comparto afición me compensará con creces del poco éxito de la jornada. Esta vez además, entre los cazadores están mis padres, que a sus 90 y 88 años siguen con la afición intacta, y seguro que su amor al campo y la actividad que exige la caza es lo que los mantiene en plenas facultades. También están mis cuñados y unos cuantos amigos más ¡Esperemos que ellos estén teniendo más suerte!

Me parece oír un leve chasquido en el monte, pero resulta ser un mirlo. La distracción me hace fijarme en el paisaje y valorar la suerte que tenemos los cazadores, que llegamos a conocer parajes a los que jamás hubiésemos acudido de no ser por nuestra afición. Hoy me encuentro en un pinar nunca explotado, dónde se está haciendo fuerte el rebollo, compitiendo con alguna jara que amaga con poblar el terreno. En el cielo, muy alto, me sobrevuela un buitre leonado, pensará que le vamos a dejar algo que comer, aunque con los pocos tiros que se oyen lo dudo mucho.

Mi cabeza sigue divagando, y me acuerdo de la anterior montería que me hizo pernoctar en Ciudad Rodrigo, localidad de una belleza tal que me hace reflexionar y hacerme percatar de que la caza también ha ayudado a mi cultura, llevándome a lugares recónditos, poco visitados y que son verdaderas joyas, tanto en España como en el extranjero, a las que hubiese sido difícil que visitase de otra manera. Por ejemplo, hoy he pasado por una portada románica en un pueblo minúsculo llamado Ciruelos en Segovia al que jamás había oído nombrar.

Pero sobre todo valoro que la caza te permite conocer cómo vive la gente en su propio entorno, y la camaradería que une a los cazadores de cualquier sitio y de cualquier condición, les hace compartir contigo su día a día de forma espontánea, y así conocer sus usos y costumbres, de una manera tan profunda cómo ningún otro tipo de viajero llega a vivir. Un punto más a favor de la caza, que te enriquece culturalmente abriéndote la mente a otras culturas.

Consigo oír la carrera de un cochino, me encaro, disparo y lo veo caer. 10 minutos después viene el postor a recogerme

Pero un leve movimiento en el monte me hace volver a estar alerta. Es una corza que no se entera de mi presencia, lo que me permite disfrutar de su elegancia un buen rato.

Los perros ni los siento, y paso otro buen rato sin ninguna distracción, así que me fijo en los cantos de los pájaros, distingo un zorzal, el carbonero y la llamada de un ratonero. Abro una aplicación del móvil que reconoce los cánticos y me dice que el zorzal es el charlo y además me indica al pinzón común cuyo sonido no había reconocido.

Un juguete divertido, pero peligroso que te hace perder la concentración, y me pasa justo cuando oigo dos perros latiendo hacia mí, dejo caer el teléfono, y aunque el terreno está mojado, consigo oír la carrera de un cochino, me encaro, disparo y lo veo caer. 10 minutos después viene el postor a recogerme. ¡Esta sí que es una buena despedida de la temporada de monterías!

De vuelta a la Junta, me reúno con los amigos y la familia, soy la única de todos ellos que ha hecho algo. Casi todos hemos visto corzos y nos congratulamos de que no ha hecho frío, hay que consolarse de alguna forma. Damos cuenta del cordero prometido, que era uno de los alicientes de la montería y cada cual de vuelta a su casa que mañana hay que volver a nuestros quehaceres.

Un buen día de campo y como siempre bien disfrutado.

  • Clara Moreno es vicepresidenta del Real Club de Monteros y vocal de la Junta Nacional de Homologación de Trofeos de Caza
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