Así convierte la fruta del dragón la noche en día a lo largo de miles de hectáreas

Un cultivo en crecimiento de una de las zonas menos desarrolladas de China y con mucho por mejorar.

Esta era la situación hace unos pocos años de la pitahaya en la provincia de Guangxi, al sur del país asiático, principal productor de la fruta del dragón en china.

Este alimento tropical, inconfundible por su cáscara rosa o roja, con pulpa blanca y pequeñas semillas negras, presenta un importante potencial entre los consumidores, seducidos por sus beneficios para la salud.

Según un informe de Mordor Intelligence, se estima que el tamaño del mercado de la fruta del dragón en 2024 es de 14,73 mil millones de dólares en 2024, y se espera que alcance los 18,27 mil millones de dólares en 2029, creciendo a una tasa compuesta anual del 4,40 % durante el período previsto (2024-2029).

El mayor productor mundial de fruta del dragón es Vietnam, que exporta el 80 % de su producción a China; sin embargo, fiel a su estrategia de autoabastecimiento, el gigante asiático ha echado el resto por transformar sus campos de pitahaya con una implementación tecnológica sin precedentes e incluso apunta a un futuro muy inmediato como exportador de referencia a otros países.

Un mar de miles de hectáreas de este particular cactus emerge en la noche con millones de luces led. Esta es la novedad que los productores chinos han instalado para engañar el crecimiento de la fruta del dragón. En 2020, la extensión de fruta del dragón en Guangxi era 27.000 hectáreas y representaba un 40 % del total del país.

La iluminación artificial simula las condiciones ideales para el desarrollo de la pitahaya, que necesita largos tiempos de exposición solar. Esta modificación multiplica la productividad de los cultivos y disminuye la dependencia de China de sus proveedores. Además, asegura una producción estable y la oferta de pitahaya no se ve afectada por la estacionalidad.

El engaño a la naturaleza de los productores chinos no solo consigue con suficiencia las 12 horas de luz durante todo el año, sino que ha transformado el entorno en un atractivo turístico. Cientos de curiosos recorren los pasillos entre las parcelas, que dejan un paisaje tan único como inconcebible en otras partes del mundo.

La principal cuestión que surge al apreciar esta ambiciosa instalación es si merece la pena, ya que resulta evidente la importante inversión en energía que requiere el cultivo. El tema energético no figura en la lista de problemas de China, cuya producción procedente de fuentes renovables es referencia mundial.

Esta suficiencia energética de China, que se sustenta en la hidroeléctrica, la eólica y la solar, deja un balance entre costes y beneficios más que apetecibles para que los agricultores hayan apostado por esta revolución led.

«La fruta del dragón tiene un alto contenido de agua y es una buena fuente de hierro, magnesio, vitamina B, fósforo, proteínas, calcio y fibra. Las semillas comestibles de la fruta también son nutritivas y se ha demostrado que reducen el riesgo de trastornos cardiovasculares. La pitahaya es una fruta baja en calorías, rica en fibra y contiene una buena cantidad de vitaminas y minerales. Debido a los beneficios antes mencionados, junto con el cambio en el patrón de dieta entre la población china, la demanda de fruta del dragón está aumentando», concluye el informe mencionado, que hace referencia a la rápida expansión de las plantaciones.