Laureano de Las Cuevas
Laureano de Las Cuevas

Cuídate de los idus de marzo

Presagiaba el delirio de trasladar las obligaciones de la administración al administrado, convirtiendo a los titulares y presidentes de sociedades de cazadores, en comisarios políticos locales. Un delirio que además de absurdo, roza lo ilegal, si no lo traspasa (que lo hace)

Actualizada 11:11

Un cazador durante la temporada de caza menor en Galicia

Un cazador durante la temporada de caza menor en GaliciaEuropa Press

En la época romana, «los idus» eran días de buenos augurios, el mes de Marte, era el primero en el antiguo calendario romano. En su origen, estos días de celebración bajo la primera luna llena del año, concluían las celebraciones de la llegada del año nuevo. Pero sin campanadas.

Paradójicamente, «los idus de marzo», son, desde la traición que concluyó con la muerte a puñaladas de Cayo Julio Cesar a los pies de la estatua del Magno Alejandro que preside la escalinata de acceso al Senado de Roma, un aviso a navegantes, un augurio de tiempos convulsos, traiciones y quebrantos.

Casi veintiséis siglos más tarde, otros servidores públicos, perpetran desde las sombras su maniquea traición

Escribo estas líneas tras los «idus de marzo» bajo una amenaza sombría, la amenaza de una anunciada traición que, como al Cesar, ha sido anunciada. Si en el caso del Cesar, fueron los Senadores de Roma quienes uno tras otro clavaron sus dagas hasta en veintitrés ocasiones. Casi veintiséis siglos más tarde, otros servidores públicos, perpetran desde las sombras su maniquea traición, también en el mes de Marte. Mes de la agricultura, donde se retoma la actividad cinegética en Comunidades como Andalucía o Aragón, preludio de la desveda de la caza del corzo en toda la geografía española.

Hace unos días escribía unas líneas que deberían haber sido éstas, pero por su contenido, dejé prudentemente dormir en el disco duro. Siguiendo un sabio consejo que hace poco un amigo me compartía, «cuando te cabrees, escribe una carta y métela en un cajón hasta el día siguiente, para ver si efectivamente tras la reflexión, merecen la pena el tono y las palabras de lo escrito». Y aunque la espera no ha sido plácida, pues los tambores de guerra no han dejado de resonar en mi cabeza. Despertarme y observar a los gurriatos retozar en el barro, como tan bien describe Lolo de Juan; ese cabrito que dibuja sobre las eñes el escorzo de la golondrina en forma de virgulilla. No ha aplacado mi ánimo.

Cuenta la historia que Cesar fue advertido tiempo atrás por un vidente al que el día de su muerte encontró en su camino al Senado y al que riendo le dijo ««Los idus de marzo ya han llegado»; a lo que el vidente contestó compasivamente: «Sí, pero aún no han acabado»». Cuánta razón tenía el arúspice Espurina. Marzo comenzó con las felonas intenciones de unos funcionarios de Castilla la Mancha, y el sindiós de la munición de plomo, saliendo pronta a la zaga la Junta de Castilla y León (en estos últimos días arropados por su federación de caza) y la inigualable, por insuperablemente chapucera, Orden sobre el precintado de la caza mayor que van poco a poco desvelando por capítulos, como en el peor de los culebrones, preparando al público para la traca final.

Como diría Mr. Hyde, ¡vamos por partes!

En la Resolución de 27/02/2025, de la Viceconsejería de Medio Ambiente de la JCCLM, preocupados funcionarios que velan por nuestro bienestar, nos avanzan que, «Esta administración es plenamente consciente del problema que causa el uso de plomo en el medio ambiente, en la fauna silvestre y en la salud a las personas».

¡Maravilloso!, no voy a entrar en la conveniencia de devolver el plomo al lugar de donde salió (y cuyo impacto niegan multitud de estudios). Pero desde luego y para hacerle menos engorroso al lector este asunto. No puedo menos que pronunciarme al respecto de haber elegido la modalidad de caza que menos munición utiliza y los acotados con el menor número de usuarios.

En la pretensión de reducir la contaminación por plomo, han concluido que en la modalidad de rececho la munición debe ser libre de este metal. Sin embargo, en otras modalidades donde un cazador puede realizar, en una jornada, los mismos disparos que un recechista en todo un año, el plomo sigue estando permitido. Una decisión arbitraria y carente de sentido, que además, y como siempre, terminará afectando al eslabón más débil, Aquellos que se encuentran entre quienes practican mayoritariamente la otra modalidad intervenida «la caza en puesto fijo para las aves cinegéticas migratorias que se cazan en el periodo especial de media veda».

Veremos cuantas escopetas revientan este verano.

Respecto a cómo acabaría la ya publicada «Orden MAV/258/20258, por la que se regula el sistema de control telemático de las capturas efectuadas en los cotos de caza de Castilla y León para el traslado de las piezas de caza o de sus partes».

Mucho y muy bien, se ha escrito ya en El Debate, y cada nueva noticia o precisión que ha aparecido y aquí se ha reflejado, ha constatado que cada paso que la JCyL ha dado, nos acercaba más al abismo, hasta despeñarnos al compás de sus palmeros. Un sistema que en su día fue alegado con solidadas razones y que lejos de escucharse, se han arrinconado por razones que anteponen «los cojones a las neuronas». Presagiaba el delirio de trasladar las obligaciones de la administración al administrado, convirtiendo a los titulares y presidentes de sociedades de cazadores, en comisarios políticos locales. Un delirio que además de absurdo, roza lo ilegal, si no lo traspasa (que lo hace).

Si aquel 15 de marzo pasó a la historia como el recuerdo de una infamia. El 20 de marzo, engrosará la lista de abyectas fechas donde, nuevamente, la Administración ha dado la espalda al administrado, perjudicando sus intereses para salvaguardar los suyos. Pasándose por el arco del triunfo el interés general y los principios de coherencia y seguridad jurídica, en una Orden que no garantiza su finalidad; muy al contrario, la entorpece. Retahíla de despropósitos que lejos de concluir, aún sitúa a los cazadores en CYL, bajo la espada de Damocles a expensas de las «resoluciones de la Dirección General competente en materia de caza quien concretará los requisitos e instrucciones precisas para la ejecución de esta Orden», sine die.

Mientras escribo estás líneas, no dejan de saltar en mi teléfono móvil, mensajes de desánimo e indignación de personas que no alcanzan a comprender lo que la Orden contiene, ni lo que la administración pretende. Veremos como acaba este Circo, pero me temo que habrá leones.

Lo más grave de todo es que, estas medidas infumables no responden a ninguna obligación legal o necesidad inmediata. Un clásico en lo cinegético, de la habitual política autodestructiva que, lejos de fortalecer nuestra posición, nos condena a una inseguridad jurídica y técnica que ni los arúspices más pesimistas podrían haber desentrañado.

¡Ah! Olvidaba la pretensión de la Intervención Central de Armas y Explosivos de la Guardia Civil, ICAE, de imposibilitar que los cazadores, puedan practicar y poner sus armas en óptimas condiciones, negándoles la entrada a determinados campos de tiro donde siempre lo han hecho. Pero esto es otra guerra.

  • Laureano de Las Cuevas es, simplemente, un cazador hastiado

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