La televisión vuelve a escuchar

Uno habla. Otra pregunta y, sobre todo, escucha. La entrevista en profundidad de toda la vida. Esa que en la televisión en España hizo historia con Carmen Maura en Esta noche; con Ángel Casas en Un día es un día, Más estrellas que en el cielo o Tal cual; con Pedro Ruiz en La noche abierta; con Mercedes Milá en tantos programas que después recordaremos; o con Jesús Quintero en La boca del lobo o El loco de la colina. Esa, la televisión que escucha ha vuelto.

Aclaremos algo. La entrevista nunca se ha ido de la tele. De hecho, ya gozaba –y goza– de excelente salud en programas de tanto éxito como El Hormiguero, La Resistencia o Late Motiv. Pero el tipo de entrevista que hacen Pablo Motos, Andreu Buenafuente o David Broncano difiere mucho de aquellas de las que hablamos en el primer párrafo. Son –porque así lo pide el formato– entrevistas en busca de la anécdota que tenga una segunda vida en Twitter, como las de El Hormiguero, o charlas de 'colegueo' que pueden llegar a ser delirantes y absurdas como las de La Resistencia. Salvo excepciones, se quedan en la superficie porque se enmarcan en programas muy picaditos, de entretenimiento, con sus ritmos frenéticos bien marcados. De hecho, cuando Pablo Motos ha querido hacer un 'entrevistón', como ocurrió con Felipe González o Arturo Pérez-Reverte, dedicó el programa de forma íntegra a sus invitados, anuló el resto de las secciones y escondió hasta a las hormigas.

¿Cuál es, pues, la ‘interviú' que ha vuelto? Pues, en palabras de José María García, aquella en la que entrevistador y entrevistado hablan «largo y tendido». La que, por ejemplo, estuvo haciendo Risto Meijide en su Chester entre 2014 y 2019, salvo aquel tiempo en que tomó las riendas del programa Pepa Bueno.

Carlos del Amor, Mercedes Milá o Emilio Aragón protagonizan este resurgir, del que también participa en menor medida Dani Rovira.

Mercedes Milá

Entre el ayer y el hoy de las entrevistas televisivas hace de puente Mercedes Milá (Esplugas de Llobregat, 1951). La catalana lleva interrogando al personal desde aquel mítico Dos por dos junto a Isabel Tenaille, a finales de los años 70. Después siguió haciendo muy buenas preguntas en espacios como Buenas noches, De jueves a jueves (aquí recordamos una memorable con Camilo José Cela), Queremos saber (aquel inolvidable «yo he venido aquí a hablar de mi libro» de Francisco Umbral) o, ya en otro tono y para otros públicos, en Gran Hermano.

Desde el 13 de octubre, en #0 de Movistar+, se puede ver un espacio titulado Milá vs Milá, en el que entrevista a personas destacadas de variados ámbitos y con las que ya se vio las caras entre los 70 y los 90. De hecho, se recuperan escenas de aquellos pasados encuentros. Ha empezado fuerte, con José María García y Massiel. Quedan por pasar por su diván Manuela Carmena, Lola Herrera, Ramoncín o Joan Manuel Serrat, entre otros. Invitados ‘top’ para una entrevistadora ‘top’.

Carlos del Amor

Los poemas audiovisuales han convertido a Carlos del Amor en uno de los periodistas más reputados de la televisión pública. Sus piezas apelan siempre al corazón del telespectador y rara vez no hacen diana. Da gusto escuchar a este murciano del 74, que en La matemática del espejo cede el protagonismo a los invitados. Como tiene que ser.

El primer día, en su frente a frente con la actriz Candela Peña, duplicó la media de La 2 de TVE. Tuvo 477.000 espectadores y un 4% de cuota de pantalla. El pasado jueves, con la deportista paralímpica Teresa Perales, el resultado fue menor: 321.000 y 2,7%. Pero este espacio no persigue la audiencia. Es para «inmensas minorías», como decía aquel viejo anuncio de La 2. El programa tiene otro objetivo: «Alejar el ruido, el bullicio. Hacer que sea la palabra la auténtica protagonista. Intercambiar ideas, impresiones, confidencias con diferentes personalidades de nuestro país. Charlar en lugares que acompañen a esas palabras», explicó el propio presentador a la web de la cadena.

Habrá un total de ocho invitados (Dani Martín figura en la lista). Y, a preguntas de Carlos del Amor, seguro darán que hablar.

Dani Rovira

También en la cadena pública, pero en el primer canal, tiene el actor Dani Rovira (Málaga, 1980) un programa en el que las entrevistas tienen bastante peso, La noche D.

Los sketches humorísticos y los reportajes se combinan con las entrevistas en un espacio que estrenó su primera temporada el pasado enero y que, en breve, el 26 de octubre, pondrá en marcha la segunda. Hasta ahora ha funcionado bastante bien, con una media por encima de la de la propia cadena. Y, a la vista del plantel que se sentará frente a Rovira a partir de la próxima semana, es fácil pronosticar que lo seguirá haciendo: el madridista Marcelo Vieira y su pareja Clarice Alves, Penélope Cruz y Pedro Almodóvar, Carlos Latre y Ana Guerra serán algunos de los próximos entrevistados.

El estilo que imprime su presentador es, según sus propias palabras, el de «una charla entre amigos», y de ahí –asegura– que haya lista de espera para acudir al programa.

Emilio Aragón

Fue Mikilito y, para una generación, siempre lo será. Para otra se trata de aquel tipo que salía a todas horas en Tele 5 en las diferentes versiones de VIP. Ahora es un poderoso empresario audiovisual que se puede permitir hacer programas a fuego lento como B.S.O. Hablamos de Emilio Aragón (La Habana, 1959) y de su espacio de entrevistas en #0 de Movistar+.

Son solo ocho entregas. Cuatro (Los Javis, Raphael, Joaquín y Belén Rueda) se estrenaron el pasado junio. La segunda tanda se ha podido ver entre septiembre y este mes: Antonio Banderas, Alaska, Dani Rovira y Lolita son los protagonistas.

El buenismo de Emilio Aragón –que fue humorista, como Dani Rovira, y se le nota– brilla en este programa de entrevistas que cuenta con una producción cara y de muy buen gusto. La entrevista a un famoso es el hilo conductor de un programa que se completa con música y bailes en directo, montajes audiovisuales y con invitados extra de lujo.

La fórmula funciona y quizá lo único que chirría es cuando Aragón se convierte en su alter ego Bebo San Juan y dedica uno de sus temas al protagonista. Es equiparable a aquel momento en que Miguel Ríos cantaba con el invitado en ¡Qué noche la de aquel año!, en el sentido de que el entrevistador pasa al primer plano y a ser protagonista, y eso es algo que en el mítico manual periodístico de Martínez Albertos era calificado de pecado gordo.