Entrevista
Alejandro Monteverde, director de Sound of Freedom: «Es una película que no busqué, me encontró»
El Debate conversa con el realizador mexicano y con Javier Godino: «Me da pena que haya gente que, por un prejuicio, se pierda la experiencia de ver esta película transformadora», asegura el actor español
El realizador mexicano Alejandro Monteverde (Bella, Little Boy) es el director de Sound of Freedom, la muy necesaria película producida por Eduardo Verástegui que denuncia la trata de menores y los abusos sexuales a niños y que, tras su éxito de taquilla en Estados Unidos, acaba de llegar a los cines españoles. Y Javier Godino es el actor español que nos impresionó con su interpretación en otra película impactante como El secreto de sus ojos y que tiene el don de brillar en cada proyecto en el que trabaja, ya sea en el cine, en la televisión o en el teatro; en España o a nivel internacional, como con su papel de Jorge en Sound of Freedom. El Debate conversa con los dos sobre una película que, como asegura el propio Javier Godino, «es transformadora».
–¿Cuál fue la semilla de la que brotó Sound of Freedom?
–Alejandro Monteverde: Es una película que yo no busqué, es una película que me encontró. No conocía la temática, pero un día vi un reportaje y ya no me dejó. Creo que eso es lo que mucha gente está experimentando ahora con la película. Cuando la ve, conectan de una forma que no pueden dejar de pensar. Recluté a mi coescritor, estábamos escribiendo una ficción al 100 % y cuando conocí a Tim Ballard, me di cuenta de que su vida sobrepasaba mi ficción y empezamos a explorar su vida y a plasmarla en el papel.
–Javier Godino: Hacer una película siempre es una aventura. Imagínate la aventura maravillosa de ir a Colombia a rodar durante tres meses con este equipazo internacional, con gente de todas las ideologías, de todos los orígenes, para contar el centro de esta historia: proteger a los niños.
–Javier, cuando le llamaron para trabajar en esa extraordinaria película que es El secreto de sus ojos, usted se encontraba en una sala de cine. Con Sound of Freedom imagino que no ocurrió lo mismo...
–Javier Godino: No, esta vez, no. Hice una prueba y tuve la sensación de que este señor (Alejandro Monteverde) iba a querer contar conmigo. Tardaron en responder. Al mes me llaman y me dicen: 'oye, quieren que trabajes en la película'. Pensé: 'ya me toca volver a otra vez a estos temas...'. Pero esta vez hago del héroe. Hago de una persona que ayuda al protagonista y que interpreta a un colombiano, que es una responsabilidad. Imagínate hacer de un colombiano con el acento costeño... Alejandro me dijo: 'agarra unos kilitos para el personaje, a lo mejor con un bigote...'. Me puse moreno y engordé. Y desde entonces los kilos se han quedado (risas).
–¿Qué recuerda cada uno de su primer día de rodaje?
–Alejandro Monteverde: Los primeros días de rodaje, en todas las películas que he hecho, son intensos, pero este era más difícil porque era una escena fuerte y era la primera vez que trabajaba con mucha gente del equipo. Era mi primer película con con el director de fotografía, Gorka Gómez, y casi no acabamos el primer día. Fue un indicador de la intensidad que tendría la película. Seis días a la semana, cuatro ciudades completamente diferentes: Bogotá, Cartagena, Barú y Santa Marta. Y también la selva. Fue una película que no habríamos podido terminar si la gente nos hubiera dado solamente el 100 %. Eso no hubiera sido suficiente.
–Javier Godino: Recuerdo el primer día que fui al rodaje. Creo que fui a prueba de vestuario y estabais filmando la escena con la niña, con Rocío, y era en la casa, en Bogotá. Y recuerdo a la niña tan contenta y cuando la vi, pensé: 'esta niña tiene que interpretar esta historia tan terrible...'.
–¿Por qué Sound of Freedom ha sido en cierta forma perseguida en Estados Unidos cuando su propósito es denunciar la trata de menores y los abusos sexuales a niños?
–Alejandro Monteverde: Creo que persecución es una palabra un poco fuerte. Yo la cambiaría mejor por 'ataques' o 'etiquetas'. Creo que es más apropiado decir que la película tiene como parte de su ADN que ha sido víctima de ser etiquetada. Es un fenómeno porque todos los actores de otros proyectos tienen una opinión pública de sus ideologías y las películas que hacen no se etiquetan. En este caso, la película fue víctima de todo tipo de etiquetas, unas muy ridículas, otras no tanto. Pero al principio sí fue preocupante. Me dio mucho miedo que la película fuera etiquetada. Eso también te etiqueta a ti como autor, como artista. Cuando te etiqueta el vecino no pasa nada, pero cuando te etiquetan unos medios de comunicación gigantescos, ya se convierte en algo de mucha preocupación. Las etiquetas empezaron cuando la película llevaba una semana en cines. Mi primera tendencia fue tomar distancia, esconderme. Pero después también me quedó muy claro que tenía que salir a aclarar las cosas, porque yo escribí la película con mi coescritor y yo dirigí la película, y la intención de esta película era muy pura. Yo sé que nadie está a favor del abuso de los niños. Todo el mundo está en contra de este terror y pensé que nos iba a unir. Pero no estaba tan equivocado porque a nivel de audiencia sí nos unió. Las cifras no mienten. En Estados Unidos, la audiencia rompió el espectro político al 100 %. Eso me indicó que la audiencia tuvo una conexión muy directa con esta obra y se apropió de la película. Cuando atacaron la película, la audiencia se sintió atacada y ellos fueron los que salieron a defendernos. Si no, no hubiéramos sobrevivido unas etiquetas de esta dimensión.
–Javier Godino: A mí me da bastante pena que haya gente que se deje llevar por un prejuicio, por unas ideas ajenas, y de pronto se pierda la oportunidad de tener esta experiencia de ver esta película que es transformadora. Creo que al ver la película cualquier tipo de ideología se borra. El centro de la película, que es cine, cuenta un tema muy fuerte pero desde una perspectiva muy cinematográfica de reunión, de juntarse todos en un cine a ver una película que emociona, que conmueve y que aspira a transformar, o por lo menos a abrir un diálogo en la sociedad. Y yo creo que la película lo consigue, así que espero que la gente, sea de la ideología que sea, vaya a ver la película para borrar todas esas etiquetas que no son necesarias.
–Alejandro Monteverde: Al momento de ver la película se desactivan todos estos prejuicios, pero también hay una conexión muy fuerte entre la audiencia (el público) y la película. La audiencia sale conmovida e inspirada a ser parte de esta conversación que ya empezó. La película internacionalmente está respondiendo muy bien. Todos estamos muy emocionados por eso.
–Javier, ¿qué nos puede contar de su trabajo junto a Jim Caviezel?
–Javier Godino: Yo tenía todas mis escenas con Jim Caviezel y con Bill Camp. Es un regalazo. Jim es mágico, es inspirador. Y cuando te contaba las anécdotas de sus películas, por ejemplo La Pasión de Cristo o La delgada línea roja, era fascinante. Cuando te hablaba de Terrence Malick, o de Mel Gibson, o de cuando le cayó un rayo en medio de una escena rodando el sermón de la montaña. Y Bill Camp, que es un amigazo, un pedazo de actor y con el que sigo manteniendo una buena comunicación. Recuerdo los momentos de bañarnos en el río con Bill tocando la guitarra y Jim de pronto se ponía a cantar y se tiraba al agua. Tuvimos momentos mágicos con compañeros inolvidables.
–Alejandro Monteverde: Describo a Jim Caviezel como un actor con mucha convicción. Te cuento algo de su profesionalidad. Un día me dicen que Jim no viene al set porque se lo tienen que llevar al hospital. Estaba vomitando todo. Voy a hablar con él. Es una película independiente: 'Jim, tenemos esta localización un día'. Me dijo: 'dame dos horas'. Reescribimos todo el guion, toda esa escena. Le dije: 'mira, te voy a dar una cubeta. Si tienes que vomitar, vomita en cámara. Voy a cambiar todo para que estés con resaca después de haber tomado mucho alcohol la noche antes'. Y se sale en esa escena.
–Javier Godino: Está fenomenal esa escena...
–Alejandro Monteverde: Me dio una o dos tomas. Esa convicción... Otro actor se hubiese ido al hospital. Este es Jim, un actor con mucha convicción, muy dedicado a su personaje. Para mí fue un honor y un placer trabajar con él y con Bill Camp juntos. Hacían mucha magia.