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Judy Garland sufrió secuelas psicológicas durante el resto de su vida tras protagonizar El mago de Oz

Judy Garland sufrió secuelas psicológicas tras protagonizar El mago de Oz

Cine

El infierno de Judy Garland en el rodaje de 'El mago de Oz', la película que la traumatizó de por vida

Fue víctima de abusos, además, de ser sometida a dietas imposibles con barbitúricos y anfetaminas

Judy Garland es recordada como una de las estrellas más icónicas de Hollywood, pero tras el brillo de su carrera se esconde una historia de explotación, abusos y sufrimiento que comenzó durante el rodaje de El mago de Oz (1939). Con solo 16 años, la joven actriz fue sometida a un trato inhumano por parte de los estudios MGM, que la transformaron en Dorothy a costa de destruir su autoestima y su salud. Aquel rodaje marcaría el inicio de una vida llena de altibajos, adicciones y tragedias que culminaron con su muerte a los 47 años.

En El mago de Oz, Judy Garland debía interpretar a Dorothy, una niña de 12 años, aunque ya tenía 16. Para cumplir con las exigencias físicas del papel, los productores de MGM la obligaron a usar corsés y gasas que ocultaban su figura adolescente, mientras la sometían a una estricta dieta de sopa de pollo, café negro y cigarrillos. La vigilancia sobre su peso era constante, y las críticas despiadadas sobre su apariencia minaron su autoestima. Louis B. Mayer, el todopoderoso jefe de MGM, llegó a llamarla despectivamente «mi pequeña jorobada», mientras otro ejecutivo la apodó cruelmente «cerdo con coletas».

Además, las largas jornadas de trabajo, que llegaban a durar hasta 16 horas al día, fueron solo una parte del calvario que Judy Garland vivió durante el rodaje. Para mantenerla activa, el estudio le administraba anfetaminas durante el día y barbitúricos por la noche para ayudarla a dormir. Estas prácticas, tristemente comunes en la época, marcaron el inicio de una dependencia a los medicamentos que acompañaría a Garland durante toda su vida.

Sin duda, la actriz enfrentó un ambiente de rodaje tóxico. Según reveló su exmarido, Sid Luft, en su libro Judy and I: My Life with Judy Garland, algunos actores que interpretaron a los munchkins se comportaron de manera inapropiada con la joven actriz. Luft relató que estos hombres, muchos de ellos mayores de 40 años, «creían que podían salirse con la suya siempre porque eran muy bajitos», llegando incluso a tocarla de manera indebida en varias ocasiones.

La propia Judy habló años después sobre este comportamiento. En una entrevista en 1967, describió a algunos de los actores como «pequeños borrachos», explicando que solían embriagarse hasta tal punto que la policía tenía que recogerlos de los alojamientos proporcionados por MGM. Este descontrol fuera del set contribuyó al ambiente hostil y humillante que Garland tuvo que soportar durante la producción.

2. El mago de Oz (1939)

Fotograma de El mago de Oz

El trauma que sufrió en el rodaje dejó secuelas psicológicas profundas. Se dice que la actriz tuvo que acudir a terapia en repetidas ocasiones para intentar superar las experiencias vividas durante su juventud, que marcaron no solo su carrera, sino también el resto de su vida personal.

Lo cierto es que El mago de Oz fue un éxito rotundo, y Garland recibió un Oscar Juvenil por su actuación, pero el impacto emocional y físico del rodaje dejó secuelas imborrables. MGM continuó explotando su imagen como la niña prodigio mientras ignoraba su creciente dependencia de las drogas y su lucha con el peso. Garland nunca logró superar el daño psicológico causado por los comentarios despectivos y la presión extrema que sufrió desde tan joven.

En las décadas siguientes, Garland protagonizó películas memorables como Cita en St. Louis y Ha nacido una estrella, pero sus altibajos emocionales y profesionales se intensificaron. Las adicciones y la presión de mantener su estatus como estrella la llevaron a intentos de suicidio y problemas financieros, acumulando deudas de cientos de miles de dólares en impuestos atrasados.

Munchskins

Los hombrecillos de El mago de Oz acosaban sexualmente a Judy Garland

La eterna Dorothy, no solo recorrió el camino de baldosas amarillas, sino también el de cinco matrimonios llenos de drama, pasión y desamor. Su primer marido, el compositor David Rose, fue un inicio accidentado que terminó con la presión de un aborto ordenado por los ejecutivos de MGM.

Luego llegó el director Vincente Minnelli, con quien tuvo a Liza Minnelli y quien le aportó glamour… hasta que las infidelidades lo arruinaron todo. Después apareció Sid Luft, el productor que la ayudó a resurgir con Ha nacido una estrella, pero cuya relación estuvo marcada por peleas épicas y dos hijos, Lorna y Joey, en medio del caos.

Siguió Mark Herron, un matrimonio tan breve como problemático, y cerró la lista Mickey Deans, un músico que se convirtió en su último marido pocos meses antes de encontrarla trágicamente sin vida. Cada relación fue un capítulo de una vida que parecía sacada de un guion de Hollywood: brillante por fuera, pero llena de tormentas por dentro.

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