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Sean Penn protagoniza Ciudad de asfalto, que se estrena en los cines este viernes 10 de enero

Sean Penn protagoniza Ciudad de asfalto, que se estrena en los cines este viernes 10 de eneroVértice360

Crítica de cine

'Ciudad de asfalto', la película para los incondicionales de Sean Penn

El actor brilla con luz propia en este filme que plantea interesantes dilemas morales

El joven Ollie Cross (Tye Sheridan) prepara su examen de ingreso en la Facultad de Medina. Es su segundo intento. Para ganarse la vida mientras estudia, ha conseguido un trabajo como paramédico en el servicio de ambulancias del Departamento de Bomberos de Nueva York. Le asignan como compañero de Gene Rutovsky (Sean Penn), un curtido veterano que tiene su propia forma de entender el trabajo y la vida en general. Cross aprenderá mucho de él, pero también descubrirá los riesgos de vivir entregado a una profesión que se desenvuelve en los ambientes más sórdidos de Nueva York.

El director parisino Jean-Stéphane Sauvaire lleva a la gran pantalla la novela Black Flies de Shannon Burke (2008), inspirada en sus propias experiencias como paramédico en los bomberos de Nueva York. Película y novela indagan en una cuestión sumamente interesante: ¿qué ocurre cuando el paramédico, en determinada circunstancia de emergencia, tiene el poder de decidir sobre la vida de una persona? Por ejemplo, decidir si puede dejar morir, sin que nadie lo sepa nunca, a un camello que llena el barrio de drogas, drogas que se llevan por delante a muchos jóvenes del barrio. Como dice el personaje que interpreta Michael Pitt: «Cuando se cierran las puertas de la ambulancia nos convertimos en dioses. Nosotros decidimos».

Naturalmente, Ollie Cross sabe lo que es correcto, lo que debe hacer siempre un médico, pero también se da cuenta de que la dureza de las situaciones, una noche tras otra, van haciendo mella en sus compañeros, que se vuelven escépticos y pragmáticos. Cross encarna un idealismo que parece difícil de mantenerse en el tiempo. Sin embargo, la película no sucumbe al nihilismo que va avanzando por el metraje y ofrece un giro que dignifica la profesión médica de servicio.

El guion va encadenando una emergencia con otra, y evita el riego de la reiteración, dándonos a conocer poco a poco la vida privada de Ollie Cross y de Rutovsky, una vida marcada por las consecuencias de una profesión absorbente y estresante. Las relaciones afectivas se resienten, y los personajes parecen abocados a la soledad. Las tramas personales se alternan con casos sencillos —una borracha que se ha quedado dormida en una lavandería pública— con otros muy traumáticos —tiroteos, sobredosis, violencia doméstica, abusos…— con el trasfondo de una puesta en escena nocturna, con atmósfera de thriller.

Como es de imaginar, la interpretación de Sean Penn brilla con luz propia, en un personaje herido y arrastrado hecho a su medida. Pero el resto del reparto también hace un buen trabajo. Los personajes femeninos tienen fuerza, aunque quizá sobra un poco el exhibicionismo de las escenas de amor con la novia de Cross, Clara (Raquel Nave), aunque tienen la función dramática de mostrar de qué modo el trabajo va afectando psicológicamente a Ollie, que cada vez es más agresivo en el sexo.

Aunque la película es muy hollywoodiense en su final, plantea dilemas morales interesantes, engancha al espectador con los conflictos dramáticos de los personajes y entretiene. No es una gran película, pero tampoco es despreciable. Los incondicionales de Sean Penn que no se la pierdan.

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