Fundado en 1910
Audrey Hepburn, en una imagen de 1960

Audrey Hepburn, en una imagen de 1960GTRES

Cine

La doble vida oculta de Audrey Hepburn: bailarina y espía en la Segunda Guerra Mundial

Antes de convertirse en estrella de Hollywood, la actriz estuvo involucrada en actividades clandestinas de alto riesgo durante la guerra

Uno de los aspectos más desconocidos y fascinantes de la vida de Audrey Hepburn, la deslumbrante protagonista de clásicos como My Fair Lady, Desayuno con diamantes y Dos en la carretera, es su increíble faceta como espía en plena Segunda Guerra Mundial. Nacida en Bruselas en 1929, su infancia y adolescencia estuvo marcada por la brutalidad de una Europa en guerra. Cuando los nazis invadieron los Países Bajos en 1940, ella, con solo 11 años, fue testigo directo de la ocupación nazi, una experiencia que la arrastró a la clandestinidad.

Su madre, la baronesa neerlandesa Ella van Heemstra, fue simpatizante del régimen en los primeros años de la guerra, organizando veladas para promover la cultura alemana. La artista, obligada a participar, tuvo que bailar para los oficiales nazis, una humillación que marcó su alma joven. Sin embargo, en 1942, la tragedia golpeó cuando su tío fue ejecutado por el Partido Nazi bajo la acusación de ser parte de la resistencia. Este acto brutal cambió radicalmente a su madre, quien pasó de apoyar a los nazis a oponerse ferozmente a ellos.

Con 15 años, la legendaria actriz se unió a la lucha clandestina colaborando con el Dr. Hendrik Visser't Hooft, un teólogo antifascista. Ayudó a organizar las «zwartze avonden» o «noches negras», eventos secretos en los que ella y otras bailarinas se presentaban ante un público selecto para recaudar fondos para la resistencia. La tensión era palpable: las ventanas se oscurecían y los guardias vigilaban nerviosos, alertando sobre la proximidad de los soldados alemanes. «El mejor público que tuve no hizo ni un sonido al final de mi actuación», recordó Hepburn, destacando la valentía de aquellos que arriesgaban todo en cada evento.

Cary Grant y Audrey Hepburn, en Charada

Cary Grant y Audrey Hepburn, en Charada

La situación era más peligrosa de lo que parecía. Siendo solo una adolescente, asumió el riesgo de ser mensajera secreta. Llevaba el periódico antinazi Oranjekrant y se infiltraba entre los soldados para pasar información a los aliados. «Metía los papeles en mis calcetines de lana y en mis zapatos, montaba en mi bicicleta y los entregaba», recordó Audrey Hepburn. El peligro acechaba en cada rincón. En varias ocasiones, su familia escondió a un piloto británico derribado en una misión. Ella lo describió como «emocionante», porque sentía que al salvarlo, estaba ayudando a un héroe. Su hijo, Luca Dotti, contó años después que su madre le decía que vivir cerca de la muerte le enseñó a valorar el sacrificio.

Durante la guerra, Audrey pasó hambre. A los 16 años, pesaba apenas 40 kilos, y muchos pensaron que su delgadez era por un trastorno alimentario. Su hijo, Luca Dotti, reveló que sobrevivió comiendo ortigas y bulbos de tulipán, e incluso galletas para perros. «Solo bebía agua para llenar su estómago», contó Luca, destacando la lucha diaria de su madre por sobrevivir.

Al final, la malnutrición dejó en ella secuelas físicas y emocionales. «Tenía ictericia y edema. Sufrió de anemia el resto de su vida», explicó Luca. A pesar de todo, ella mantuvo su fortaleza, y tras la guerra, se convirtió en una de las estrellas más grandes del cine. Su belleza angelical y su fragilidad reflejaban la dura vida que vivió antes de alcanzar la fama. Hoy, Audrey Hepburn sigue siendo uno de los iconos más grandes del cine.

Temas

comentarios
tracking