
Charles Chaplin murió en 1977
Cine
La surrealista historia del robo del cadáver de Chaplin
Dos meses y medio después de su muerte, su cuerpo desapareció, tras lo que se desataron toda clase de teorías conspirativas
Charles Chaplin murió en 1977 en su casa de Suiza a los 88 años. Llevaba 25 recluido en aquella mansión palaciega donde nacieron cuatro de los ocho hijos que tuvo con su última esposa, Oona O’Neill, treinta y seis años más joven que él. Desde ahí había restaurado y reeditado buena parte de su filmografía y había escrito y montado sus dos últimas películas, Un rey en Nueva York (1957) y La condesa de Hong Kong (1967). Pero, desde que había recibido el Oscar Honorífico en 1972 en reconocimiento al «efecto incalculable» que había tenido «en hacer del cine la forma de arte de este siglo» estaba prácticamente desaparecido de la vida pública hasta esa mañana del día de Navidad en que murió mientras dormía.
Enterrado en la intimidad en Corsier-sur-Vevey, en la región de Lausana, su muerte abrió noticiarios y periódicos del mundo entero, pues el rey del cine mudo, el padre del slapstick y uno de los genios más indiscutibles del siglo XX se había ido para siempre. Sin embargo, dos meses y medio después, Chaplin volvió a ser noticia. Y es que en la madrugada del 2 de marzo de 1978, su tumba fue profanada y su cadáver robado.
El horror asestó entonces a la familia que puso el caso en la policía suiza y ésta en manos de la Interpol, ya que, días después del acontecimiento, su viuda empezó a recibir misteriosas llamadas de teléfono a través de las cuales le exigían 600.000 marcos suizos por los restos del cineasta.
Pronto se desataron toda clase de teorías. Los que seguían creyendo que Chaplin era judío, aseguraban que había sido el Mossad. Otra teoría afirmaba que habían sido los herederos de los nazis en represalia por la mofa que había hecho Chaplin de Hitler y su ideología en El gran dictador. Una tercera vía afirmaba que se trataba de guerrilleros de alguna causa comunista y una más, que eran fans del actor que querían construirle un mausoleo digno de él.Oona O’Neill jamás intentó pagar el rescate, asegurando que el propio Chaplin «lo habría encontrado muy ridículo». Las semanas pasaban y las llamadas seguían. Los captores iban bajando el precio: 500.000 marcos suizos, luego a 500.000 dólares, más tarde, a 100.000… Eso fue lo que dio la pista a la policía de que no se trataba de avezados espías o terroristas, sino de unos amateurs que no tenían ni idea de negociación.
Finalmente, planearon una falsa entrega del dinero para la mañana del 17 de mayo. Los profanadores iban a llamar a la viuda para concretar el sitio y la Policía puso bajo vigilancia las doscientas cabinas de teléfono cercanas al domicilio de los Chaplin. Después de varias pesquisas dieron con los responsables: un polaco de 24 años llamado Roman Wardas y un búlgaro de 38, Gantscho Ganev, ambos mecánicos de profesión. El primero, autor intelectual, fue condenado a cuatro años y medio de prisión y, el segundo, a 18 meses, después de confesar que habían enterrado el cadáver de Chaplin en un campo de maíz próximo al lugar.
Charles Chaplin, británico de nacimiento, de infancia pobre y desgraciada, se había convertido en Lord en 1975, recibiendo este honor de manos de Isabel II en el Palacio de Buckingham. En sus 54 años de carrera definió el modo de hacer cine y sentó las bases del lenguaje cinematográfico, realizando un total de 81 películas, 67 de ellas antes de haber cumplido los 30. De vida personal siempre polémica por sus matrimonios y escándalos amorosos, en 1952 su visado fue revocado y se le echó, literalmente de Estados Unidos, tras lo que vivió en paz en Suiza rodeado de su enorme familia. La historia del tan querido Charlot terminó finalmente el 23 de mayo de 1978, cuando su cuerpo fue devuelto al cementerio de Corsier-sur-Vevey, esta vez bajo una gran losa de hormigón, donde trece años después enterrarían junto a él a su esposa.
El último guiño de una vida llena de gags y chistes memorables lo hizo el dueño de aquel campo de maíz en que su cuerpo estuvo escondido diez semanas y donde él puso su propia lápida conmemorativa: «Aquí descansó Charles Chaplin... Brevemente». Una frase digna del humor del propio artista.