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Miquel Iceta en la Feria del Libro de Frankfurt

Miquel Iceta en la Feria del Libro de FrankfurtEFE

El bono cultural, preguntas sin respuesta y paradojas del ministro Iceta

Incógnitas y contradicciones de la iniciativa gubernamental que deja fuera de las ayudas a importantes sectores de la cultura

A falta de su aprobación en los Presupuestos Generales del Estado, Miquel Iceta, ministro de Cultura y Deportes, hizo el pasado 20 de octubre, durante la Feria del Libro de Frankfurt, algunas aclaraciones sobre el bono cultural que, frente a lo que cabía esperar, añadieron más incógnitas y contradicciones a la polémica iniciativa del Gobierno que deja fuera de estas ayudas a importantes sectores de la cultura.

«El hecho de que un determinado sector como la tauromaquia, la moda o la cocina no estén incluidos en el bono cultural para jóvenes que prepara el Gobierno español, no supone que no se consideren parte de la cultura».

Es bueno conocer la opinión del ministro, pero lo que interesa a los ciudadanos, a los jóvenes en concreto, no es su opinión, respetable, como casi todas, sino que si determinados sectores como la tauromaquia, la moda o la cocina son cultura, en sus propias palabras, ¿por qué no están incluidas en las ayudas del bono cultural?

«Y eso no quiere decir que no se considera como parte de la cultura a un sector por no estar incluido. Yo, por ejemplo, estoy convencido de que la moda es cultura, pero no se va a permitir el gasto en moda. O la culinaria es cultura, o la tauromaquia, o la alfarería o la compra de obras de arte».

No querrá decir que no se consideran parte de la cultura los sectores no incluidos, pero se dice sin ninguna duda. Decir que la moda es cultura, pero que no se va a permitir el gasto en moda es decir, con claridad, que la moda no es cultura. Pese a que no se quiera decir. No se quiere decir, pero se dice. Una estupenda manera, meliflua y sin embargo taxativa, de negar lo que se quiere decir diciéndolo.

«Pero nosotros vamos a centrarnos en las industrias culturales más tradicionales en las que ya se está produciendo un consumo de los jóvenes y, por lo tanto, no vamos a intentar crear cosas nuevas sino sencillamente decirles a los jóvenes: 'Consumid más cultura, seréis más felices, creceréis como personas' y el Estado, consciente de ello y además como forma indirecta de ayudar a los sectores culturales, ha establecido ese bono».

Si la alfarería no se considera una industria cultural tradicional proviniendo del Neolítico (más de 10.000 años de antigüedad), es evidente que el ministro no está diciendo la verdad o no está lo suficientemente informado. Los orígenes de la tauromaquia se remontan a la Edad del Bronce y el sector culinario está ligado a la evolución del hombre a través del tiempo. Ese Estado «consciente» de la «felicidad» que proporciona la cultura muestra una conciencia parcial, que además, de forma indirecta, devalúa los sectores no incluidos en el bono frente a los sí incluidos.

«No le vamos a decir a los jóvenes qué han de consumir, pero sí vamos a decirles que ese apoyo que da el Estado no se puede consumir en una sola cosa y eso lo vamos a hacer a través de la regulación interna que solo podremos establecer cuando se aprueben los Presupuestos».

No le van a decir a los jóvenes qué han de consumir, pero sí les dicen a los jóvenes qué no han de consumir. Lo cual es una falacia, una trampa dialéctica. No es que el Estado les diga a los jóvenes, además, que el dinero del bono no se puede consumir en una sola cosa, sino que les dice (y eso que un Estado democrático no debe, o no debería, decir nada) en qué pueden y en qué no gastarse el dinero de la ayuda lo que, en definitiva, es decirles lo que han de consumir, precisamente lo que afirma el ministro que no les van a decir.

«No tenemos todavía la lista detallada, pero, para que la gente nos entienda, van a estar las actividades y productos culturales muy comunes. Va haber libros, va a haber música, va a haber teatro, va a haber danza, va a haber cómic, va a haber videojuegos y va a haber también gastos en plataformas digitales».

Para ser «productos culturales muy comunes» (¿no es común la moda y la cocina? ¿Acaso lo son, de verdad, entre los jóvenes los libros, la danza o el teatro?). ¿De verdad es más «común» entre los jóvenes de hoy la lectura que la moda? Parece una lista muy detallada, pese a asegurar no tenerla todavía.

«Nosotros lo que estamos intentando es que no se pueda gastar todo en una sola cosa y por lo tanto vamos a establecer en el interior de ese bono unos ciertos topes para evitar que algún sector concreto se lleve toda la parte del león. Esto en Francia y en Italia también lo han ensayado buscando esa diversidad, esa variedad».

¿Por qué un joven no puede gastarse todo el dinero del bono en la actividad cultural que le apasiona? Esos «topes» resuenan a prohibición, y encima reglada. Curiosa prohibición en beneficio, además, de la ubicua «diversidad».

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