El Madrid de Federico García Lorca: un recorrido siguiendo la huella que dejó el poeta en la capital
De la Residencia de Estudiantes al número 96 de la calle de Alcalá, estos son los lugares marcados por Federico García Lorca en el mapa de la ciudad, que recorremos junto a la escritora Ana Bernal-Triviño y la ilustradora Lady Desidia, que acaban de publicar el libro Los hombres de Federico
«Como Federico y sus mujeres han formado parte de mi vida siempre, y he pensado muchas veces en sus destinos, casi pedí a Federico, por favor, que me dejara utilizarlas un ratito. A ver si a través de la creatividad y de la literatura podemos hacer que se comprenda un poco más de nuestra historia». Así explica Ana Bernal-Triviño (Málaga, 1980) su investigación de Federico García Lorca, que la ha llevado a explorar no sólo su vida, su escritura y sus pasiones y desvelos, sino también sus personajes.
En 2021, Las mujeres de Federico irrumpió con un éxito ensordecedor en el panorama literario convirtiéndose, en tiempo récord, en una de las propuestas ilustradas más revolucionarias del año. Ahora, el tándem Bernal-Triviño y Lady Desidia, la ilustradora que da vida a las ideas de la escritora, vuelve con la misma sensibilidad para regalarnos otro increíble viaje al universo de uno de los poetas españoles más celebrados de la literatura universal con Los hombres de Federico.
Y como cada semana se suceden los lanzamientos literarios, las autoras decidieron plantear la presentación del libro como un viaje por el Madrid que acogió a Lorca cuando se trasladó a vivir (y estudiar) a Madrid. Adscrito a la generación del 27 y recordado como el mejor dramaturgo español del siglo XX, Lorca mantuvo intactos sus lazos con el mundo rural de sus recuerdos de infancia en el pequeño municipio granadino de Fuente Vaqueros a través de una obra que, sin embargo, desarrolló en buena parte en la ciudad que le vio crecer como intelectual y como artista: Madrid. Llegó a la capital en noviembre de 1919 y aquí dejó una huella que el tiempo no ha sido capaz de borrar.
«Lorca elige Madrid para vivir después de abandonar el campo, y llega a la Residencia de Estudiantes tras empezar Filosofía, Letras y Derecho en Granada», explica Bernal-Triviño a El Debate desde la madrileña Plaza de Cibeles, donde empieza el recorrido. Al tratarse de una ruta teatralizada (organizada por María Belén Canteyns, directora de Rutas Teatrales), Margarita Xirgu hace su aparición para explicar su relación de profunda amistad con él. «Productora, actriz y diva», como ella misma se describe, Xirgu explica que hacían teatro juntos, por diversión. «Después de triunfar como actriz en Barcelona y dar el salto a América, al volver a Madrid me encontraba tomando el té en el Ritz cuando me dijeron que había un joven poeta granadino que había escrito un papel sobre mí. Era Mariana Pineda».
Estrenaron juntos esa obra (de hecho, Lorca estrenaría con Xirgu todas sus obras) y con escenografía de Salvador Dalí. «Entre plumas y egos, íbamos sobrados», dice la actriz que da vida a Xirgu. El recorrido encara ahora las diferentes tertulias en las que Lorca comenzó a hacerse un nombre en la sociedad madrileña. Entre los favoritos del joven Lorca estaban dos: el Café Lyon, situado en el número 59 de la calle de Alcalá, hoy un pub irlandés, y el Café Gijón, que hoy sobrevive en el número 21 del paseo de Recoletos y en cuyas sillas también pasaron largas horas personajes como Benito Pérez Galdós o Ramón del Valle-Inclán.
«Conocer el Madrid de Lorca es conocer el mundo del teatro», continúa la autora mientras enfilamos la calle Alcalá. En el número 40 se encontraba el Café Granja El Henar, otro de los lugares predilectos de Lorca y sus contemporáneos. «Luis Buñuel llegó a decir que un sitio en la habitación de Lorca era lo más solicitado en la Residencia de Estudiantes, donde bebían y se emborrachaban... aunque estaba prohibido. Lorca llega a dibujar esos encuentros en su habitación: habla de 'La desesperación del té', cuando se embriagaba de esta infusión y comenzaba a recitar de memoria a Lope de Vega».
Otro lugar que marcó la vida de Lorca fue el Ateneo de Madrid, ubicado en la calle del Prado número 21. Muchas de las cartas que escribió el granadino contaban con el sello de este centro, de ahí que se sepa que pasó mucho tiempo en su biblioteca. A día de hoy sigue siendo uno de los centros culturales de referencia de nuestro país. Desde allí escribió a sus padres rogándoles en numerosas ocasiones que le permitieran seguir estudiando en la capital: «Yo es que he nacido artista, como el que nace guapo, como el que nace cojo... Si me devolvéis a Granada, me ahogo». Esto les dijo García Lorca a sus padres en una carta, en 1922, para que le dejasen permanecer en la Residencia de Estudiantes. Y así fue, hasta que empezó a vivir en Alcalá 96.
Custodiado por la calle de Narváez y la avenida de Felipe II, un imponente edificio verde erigido en el número 96 de la calle de Alcalá conserva actualmente una placa que rememora el paso del poeta granadino por su séptima planta. Durante su etapa de mayor estabilidad económica y desde esta que fue la última casa en Madrid del dramaturgo, en la que vivió entre los años 1933 y 1936, Federico García Lorca escribió La casa de Bernarda Alba. Y lo hizo teniendo unas vistas privilegiadas del centro de la capital.
Su verdadera casa: el teatro
Un 22 de marzo, el dramaturgo andaluz estrenó su primera obra teatral en 1920 en el Teatro Eslava, hoy en día la discoteca Joy Eslava: El maleficio de la mariposa, que fue un fracaso absoluto para el autor. Escrita en verso, la la obra estaba protagonizada por cucarachas y una mariposa, lo que, para la época, resultó demasiado rompedor. Pero, lejos de desmotivarse tras este golpe al inicio de su carrera, Federico García Lorca continuó trabajando hasta que el Teatro Español le otorgó un triunfo arrollador con el estreno de Yerma en 1934.
Y es que ante todo, el templo de Lorca en la capital fue el Teatro Español. Subiendo por la calle del Prado, en la plaza de Santa Ana, frente a la fachada del teatro, se ubica la distinguida estatua de bronce del artista. La construcción del teatro se remonta al año 1735 bajo el nombre de Teatro del Príncipe, hasta que en 1849 pasó al actual nombre. En sus salas Lorca estrenó varias de sus obras más importantes, como La Zapatera Prodigiosa.
Tras pasar por la Plaza de Pontejos, otro de los centros neurálgicos de la vida en la capital, la ruta teatralizada finaliza en la pintoresca librería La Mistral, convertida en un punto principal de la literatura en la capital. Allí Ana Bernal-Triviño y Lady Desidia han presentado Los hombres de Federico, concluyendo así este camino por el Madrid de Lorca.