El gobernador de Florida, Ron DeSantis, intensifica la guerra contra la Disney más 'woke'

No es nueva la guerra de Ron DeSantis, gobernador de Florida y postulante a candidato republicano (en oposición a Trump) a la presidencia de Estados Unidos con Disney. La deriva woke de la compañía ha impulsado al líder conservador del Estado donde se encuentra la sede de la productora del ratón Mickey a una vigilancia estrecha, después de que algunos responsables admitieran sin tapujos haber estado introduciendo contenidos LGTB en sus producciones para el público infantil. La última ofensiva del gobernador ha sido amenazar con imponer impuestos a los hoteles y carreteras que conducen a la Disneyworld de Orlando.

También prometió despojar a la compañía del control del parque en un distrito propiedad del Estado que supervisa su propiedad. «Vamos a ganar en todos los temas relacionados con Disney», anunció De Santis en un discurso en Michigan.

La disputa comenzó cuando Disney criticó la Ley de derechos de los padres en la educación del estado, apodada por los críticos como el proyecto de ley «No digas gay», a lo que el gobernador reaccionó con la presión por lograr un mayor control gubernamental sobre el parque. Una medida, la de derechas de los padres, que prohíbe la educación sobre orientación sexual e identidad de género para alumnos de nueve años o menos y que DeSantis ha propuesto extender para que alcance a todos los grados.

Durante más de 50 años, los terrenos de Disneyworld fueron parte del Distrito de Mejoramiento Reedy Creek de Florida y funcionaron esencialmente como un área de autogobierno, que controlaba los servicios públicos y un departamento de bomberos. En su último discurso en Michigan, De Santis calificó estos privilegios como «una broma», reiterando: «vamos a ganar en todos los temas que involucren a Disney, lo aseguro» porque «Disney no son superiores a la gente de Florida».

Contra las intenciones de DeSantis, sin embargo, ha aparecido el obstáculo de un acuerdo de última hora de la junta de distrito por el cual se le da a Disney un control casi total sobre el desarrollo del parque a perpetuidad o hasta «21 años después de la muerte del último sobreviviente de los descendientes de Rey Carlos III, Rey de Inglaterra». El acuerdo que el gobernador ha anunciado que va a anular, prometiendo una revisión total de las condiciones administrativas y fiscales del parque.

La semana pasada, Disney, uno de los mayores empleadores de Florida, dijo que todos los acuerdos firmados entre Disney y el distrito eran «apropiados» y discutidos y aprobados en «foros públicos abiertos y notificados». A principios de esta semana, el director ejecutivo de Disney, Bob Iger, apuntó a DeSantis y lo acusó de ir contra el negocio y contra Florida, y argumentó que la compañía tenía «derecho a la libertad de expresión como todas las personas».