Cinco poemas cortos de Pemán, el gran poeta católico y de derechas al que ignoró la Generación del 27
El conocido despectiva y arbitrariamente como «El poeta del Régimen», fallecido el 19 de julio de 1981, fue menospreciado por sus compañeros de generación y por la historia posterior debido a sus ideales personales y políticos
José María Pemán fue el poeta natural, de familia pudiente y de pensamiento tradicional y religión católica, defensor de todo ello, características personales por la que fue un apestado, o algo peor, entre la «gauche divine» del 27. «El poeta del Régimen» fue la letra escarlata con la que la izquierda dictadora de la cultura (que permanece en la idea peor, pero no en el talento), marcó su memoria después de la muerte de Franco, bajo cuya gobernanza fue un autor colmado de honores por sus afinidades ideológicas, que en ningún caso fueron superiores a sus méritos artísticos.
Sus convicciones religiosas fueron asunto de juventud. Una fe jesuítica que caló en el futuro vate, escritor, ensayista y dramaturgo de ingente obra del que dijeron sus contemporáneos para desacreditarle como intelectual que no alcanzó a leer más que obras virtuosas. Abogado penalista durante algunos pocos años, propagandista sin ocultación (escribió en el primer período de El Debate de la mano de Ángel Herrera Oria), le acusaron de propaganda franquista que no fue sin ocultación y sí sin la verdadera convicción que se le atribuyó como un pecado laico imperdonable que por supuesto lo era, perdonable.
Dramaturgo de éxito
Sobre todo cuando su monarquismo de una inflexibilidad casi infantil, fundado también por el primorriverismo ideológico y familiar (era cuñado de Miguel Primo de Rivera, hermano de José Antonio), era el nexo fundamental con un franquismo que utilizó sus afinidades para convertirlo en un falso vigoroso y notable defensor del Régimen.
Tan falsamente vigoroso como que dirigió una purga del profesorado para depurarlo de republicanos y contrario a Su monarquía, que luego tantas veces se negó a concluir interviniendo a favor de muchos señalados, como en el caso de Gerardo Diego, miembro destacado de la generación que le excluyó ideológicamente de su membresía. Más allá de todas las abundantes confusiones con las que le vistieron fue un dramaturgo de inapelable éxito en medio de la II República, todavía muy lejos del franquismo que le utilizó de similar modo que el frentepopulismo utilizó a Manuel Azaña (quien le dio su voto para ingresar en la Academia en 1936) al que circunscribieron su fama sus contrarios sectarios, cuyos herederos de Podemos retiraron en 2020 el busto de su casa natal en Cádiz en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica.
Sus poemas, desprovistos de toda la pátina política rociada, son, como dijo Manuel Machado, «lo mejor de su obra, y en todo caso, plántula, raíz y almendra de todas las demás»:
Cinco poemas de José maría pemán:
- ORACIÓN
Yo sé que estás conmigo, porque todas
las cosas se me han vuelto claridad:
porque tengo la sed y el agua juntas
en el jardín de mi sereno afán.
Yo sé que estás conmigo, porque he visto
En las cosas tu sombra, que es la paz;
Y se me han aclarado las razones
de los hechos humildes, y el andar
por el camino blanco, se me ha hecho
un ejercicio de felicidad.
No he sido arrebatado sobre nubes
ni he sentido tu voz, ni me he salido
del prado verde donde suelo andar…
¡otra vez, como ayer, te he conocido
por la manera de partir el pan. - EL BARRIO MISTERIOSO
Un misterio que se esconde,
una canción que se va...
Rumor de fuentes lejanas,
fugas de sombra en la cal;
enredo de calles hondas
sin principio ni final...
Todo el barrio es una niña,
con un beso a flor de labio
que no lo acaba de dar. - AMANECER
Sobre una faja de añil,
nube roja y claro rayo,
junto a la sombra de mayo
se estaba muriendo abril.
Un soplo alegre y gentil
mecía la rosa bella:
y mediando en la querella
de la noche con el día,
sobre los montes nacía,
en vez de sol,... una Estrella! - SOLEÁ
Ovillo de cal y sol;
entre vueltas y revueltas,
¿dónde está tu corazón? - TARDE
Nubes altas. Viento frío.
La tarde dobla en el río
su capote de paseo...
¡Flores tiene mi deseo
para ti, cariño mío!