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GRAF1160. FRÁNCFORT, 17/03/2022.- El director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, durante la presentación del programa de España como país invitado a la Feria del Libro de Fráncfort, este jueves, en Fráncfort. EFE/ Friedemann Vogel

Luis García Montero en la Feria de Fráncfort en 2022EFE

Premio de la Crítica de Madrid

Luis García Montero, el poeta experto en ganar premios (y cargos) y en concederlos

El poeta granadino, director del Instituto Cervantes desde 2018 a propuesta del actual Gobierno acaba de ganar su último laurel, el de la Crítica de Madrid

Resulta llamativo que el director de una institución cultural como es el Cervantes gane un premio literario. No porque no lo merezca, sino porque da la impresión de que por ostentar el cargo que ostenta tiene más facilidades. Los premios son lo que son, que siempre arrastran un signo de sospecha, y más en los últimos tiempos, ya sean públicos o privados.

Los públicos ya se encuentran estigmatizados de forma casi grotesca por requisitos repetitivos y premiados mayormente desconocidos cuyas obras pasan sin pena ni gloria por las librerías españolas y extranjeras. En cuanto a los privados, el último y flagrante caso ha sido el Planeta, cuya ganadora, Sonsoles Ónega, resultó que era empleada del mismo grupo Planeta.

El signo de sospecha es inevitable sea el premio que sea. Pero quizá no es tanta sospecha si el premiado es Luis García Montero, coleccionista, no solo de premios, sino de casi toda clase de prebendas, mayormente políticas e institucionales, derivadas de su militancia de izquierdas, como es el caso de su dirección del Instituto Cervantes, un cargo cultural, pero designado a dedo político de forma inocultable.

El premio es consustancial a García Montero. La regalía, la donación, el agasajo, la dádiva, en todas sus formas. Ha destacado el jurado de los Premios de la Crítica que tiene «una enorme lista de lectores que se ha ido haciendo mayor con el paso del tiempo», pero lo cierto es que nunca se ha visto su nombre entre los autores más leídos. Y menos, por desgracia, si se habla de poesía.

Hay autores a los que parecen perseguir los premios, y como los premios siempre arrastran un signo de sospecha, esa persecución, en el caso de Luis García Montero, también resulta inevitablemente sospechosa, sobre todo por la dificultad que conlleva el ganar uno solo, lo que contrasta enormemente con una repetición tan continuada, que no es ni mucho menos exclusiva del vate granadino.

La lista (o la ristra) de galardones resulta impresionante desde aquel casi juvenil Premio García Lorca de la Universidad de Granada o el Adonais de 1982 hasta el último Premio de la Crítica de Poesía de Madrid en 2023. Y además es tal el apego natural, agreste se diría, al laurel, que también ha sido parte, en numerosas ocasiones, del otro lado, de quien los concede como jurado y también, cosas de los premios, de forma sospechosa, que se sepa al menos una vez.

Resulta que en 2012 García Montero presidía el jurado del Premio de Poesía Ciudad de Burgos, y también resulta que en el ejercicio de su cargo este presidente decidió admitir a concurso dos poemarios que no habían sido preseleccionados. Lo mejor fue que uno de ellos fue el ganador.

Dos de los seleccionadores previos denunciaron el hecho de que ninguno de los 11 finalistas del premio resultó premiado, sino David González Moya (cuya obra había sido descartada), casualmente y solo casualmente, granadino como el presidente del jurado.

«Que este comportamiento sea moneda habitual en los concursos, como reconocen sin tapujos estos impúdicos vates y sus cómplices, no les exime de una responsabilidad ética y moral que debe primar en aquellos comportamientos que afectan a terceros...», publicó el Diario de Burgos, en palabras de los denunciantes Ricardo Ruiz y Pedro Olaya.

Un «sorprendido» García Montero dijo entonces que «no consta en las bases que haya que aceptar al completo su selección (de los preseleccionadores), ni que deban imponerle su criterio a nadie. Las decisiones finales corresponden según indican las bases al jurado. Los miembros del jurado son los que avalan las decisiones, y por eso tienen derecho a leer todas las obras que se han presentado a un premio», o lo que en román paladino significa que «su» jurado puede hacer lo que le plazca.

La responsabilidad ética y moral del «impúdico vate», político comunista, director del Instituto Cervantes por gracia de Pedro Sánchez, campeón de los premios de poesía y presidente de un jurado que hizo lo que hizo (y como algo más que signo de sospecha), según no solo el Diario de Burgos sino el Ideal de Granada, que también se hizo eco del asunto, para conceder, en este caso no para recibir, un premio.

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