La tragedia de seguir la opinión mayoritaria y no las decisiones propias según Séneca
Para los estoicos la relación entre la felicidad y la razón es inseparable de la naturaleza humana
Dijo Séneca que antes de ir a buscar la felicidad primero hay que identificar donde se encuentra en cada uno de los hombres, únicos, distintos; luego se trata de encontrar el mejor camino para llegar a ella y, en el ínterin, observar si la senda sigue siendo la mejor para, en el caso de que no, modificarla sin perder el rumbo.
Los hombres suelen obviar o desconocer todos estos sencillos (de entender, que no de llevar a cabo) principios filosóficos. El hombre se extravía desde el principio del mismo modo que su felicidad, a la que no sabe donde encontrar. La busca y la ansía inútilmente.
Cree encontrarla en paraísos artificiales, como escribió Baudelaire, con apariencia real. Pero estos no son nada más que espejismos, mientras la vida va pasando sin cumplir el requisito principal, según los estoicos, de la misma naturaleza humana. Séneca advirtió de que había que seguir un camino en busca de la felicidad «no sin ayuda de algún hombre experto» que haya explorado antes ese camino.
Pero el hombre experto es uno. No la masa. Dice el filósofo cordobés que «el camino más frecuentado es el que más engaña», y que «nada importa, pues, más que no seguir, como ovejas, el rebaño de los que nos preceden». Quizá a más de uno le resulte familiar todo esto. Jesucristo murió por culpa del rebaño y la sociedad, los poderes, siguen empeñados en reunirlo.
Ese rebaño está reunido en la mayoría de los casos. La tragedia a la que Séneca llama con este nombre por la «aglomeración tan grande de personas que se precipitan unas sobre otras. Lo que ocurre en una gran catástrofe colectiva, cuando la misma gente se aplasta, nadie cae sin arrastrar a otro y los primeros son la perdición de los que siguen».
Dice el estoico que solo nos salvaremos de la tragedia si nos separamos de la masa, lo cual es pensar por uno mismo y no de acuerdo al rumor ni al «asentimiento de muchos» entendido como «lo mejor». Lo numeroso no es lo mejor. Lo que la mayoría hace, dice y piensa no es lo mejor, ni lo correcto, lo cual depende únicamente de la mirada y la razón individual y no colectiva, la misma por la que se eligen, errónea o ciertamente, como también dice Séneca, a los gobernantes.