¿Cómo afrontan los poetas la fatiga de la semana?
Las abotargadas mañanas de los transeúntes, adormilados en los asientos del metro, pero amarrados a sus deseos digitales en la palma de la mano, si pudieran o supieran, suscribirían cada palabra de algunos de estos poetas, sobre la ausencia, la falta de alegría, o el deseo inextinguible de amar y ser amados
La poesía, quizá, no tenga tanta aceptación en los escasos lectores que quedan, por su cruda sinceridad con los aspectos más humanos y, por eso, más profundos del corazón. Las abotargadas mañanas de los transeúntes, adormilados en los asientos y en las barras del metro, pero amarrados a sus deseos digitales en la palma de la mano, si pudieran o supieran, suscribirían cada palabra de algunos de estos poetas, sobre la fatiga cotidiana, la ausencia, la falta de alegría, o el deseo inextinguible de amar y ser amados.
Jaime Gil de Biedma
Lunes
Si las cosas no son mejor así,
Escasas a propósito…Quizá,
Quizá tienen razón los días laborales.
Tú y yo en este lugar, en esta zona
De luz apenas, entre la oficina
Y la noche que vienen, no sabremos.
O quizá, simplemente, estamos fatigados
José Bergamín
Siento una soledad que va llenándome
Siento una soledad que va llenándome
De tinieblas el alma:
Es una soledad que la aprisiona,
La ensombrece y la apaga;
Un vacío infinito que la cerca,
La ahoga, la anodada
Como el mortal abismo de los cielos
Que al corazón espanta;
Porque es la noche eterna del sepulcro
Infernal que la aguarda
Y la alta soledad de las estrellas
Cubre como mortaja.
Y es sentir que la muerte no está muerta
Y por su hueca calavera calva
A través de sus órbitas vacías
Nos mira otra mirada
Amado Nervo
El día que me quieras
la noche que me quieras será de plenilunio,
con notas de Beethoven vibrando en cada rayo
sus inefables cosas,
y habrá juntas más rosas
que en todo el mes de mayo.
Las fuentes cristalinas
irán por las laderas
saltando cristalinas
el día que me quieras.
El día que me quieras, los sotos escondidos
resonarán arpegios nunca jamás oídos.
Éxtasis de tus ojos, todas las primaveras
que hubo y habrá en el mundo serán cuando me quieras.
Cogidas de la mano cual rubias hermanitas,
luciendo golas cándidas, irán las margaritas
por montes y praderas,
delante de tus pasos, el día que me quieras…
Y si deshojas una, te dirá su inocente
postrer pétalo blanco: ¡Apasionadamente!
Al reventar el alba del día que me quieras,
tendrán todos los tréboles cuatro hojas agoreras,
y en el estanque, nido de gérmenes ignotos,
florecerán las místicas corolas de los lotos.
El día que me quieras será cada celaje
ala maravillosa; cada arrebol, miraje
de «Las Mil y una Noches»; cada brisa un cantar,
cada árbol una lira, cada monte un altar.
El día que me quieras, para nosotros dos
cabrá en un solo beso la beatitud de Dios.
Jorge Luis Borges
Ausencia
Que aún ahora es tu espejo:
Cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
Cuántos lugares se han tornado vanos
Y sin sentido, iguales
A luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
Músicas en que siempre me aguardabas,
Palabras de aquel tiempo,
Tyo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondanada esconderé mi alma
Para que no vea tu ausencia
Que como un sol terrible, sin ocaso,
Brilla dewfinitiva y despiadad?
Tu ausencia me rodea
Como la cuerda a la garganta,
El mar al que se hunde
Delmira Agostini
Explosión
Quiero más vida para amar! Hoy siento
que no valen mil años de la idea
lo que un minuto azul del sentimiento.
Mi corazón moría triste y lento…
Hoy abre en luz como una flor febea;
¡La vida brota como un mar violento
Donde la mano del amor golpea!
Hoy partió hacia la noche, triste, fría,
Rotas las alas mi melancolía;
Como una vieja mancha de dolor
En la sombra lejana se deslíe…
¡Mi vida toda canta, besa, ríe!
¡Mi vida toda es una boca en flor!