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07 de septiembre de 2024

El crítico literario Harold Bloom

El crítico literario Harold Bloom

El esnobismo literario y otros pecados librescos

El esnobismo literario es un mal que se ceba, principalmente, en los jóvenes estudiantes de las carreras de letras

Lo primero es confesar que, por supuesto, nunca hablo de ningún pecado que no haya cometido. No se puede ahondar de verdad en aquello que no se conoce.

Como bien sabrán, el esnobismo literario es un mal que se ceba, principalmente, en los jóvenes estudiantes de las carreras de letras, y como todo rito de iniciación, resulta vergonzoso observarlo desde la distancia del tiempo. Aunque resulta imposible mejorar como seres humanos, en ningún terreno, sin empaparnos de aquello que estábamos haciendo mal.

Despreciar la literatura comercial

El esnobismo literario consiste, principalmente, en acogerse a un canon (un canon clásico, un canon establecido, ya sea el de Harold Bloom en su Canon occidental, o la lista de libros imprescindibles de «ese» profesor universitario) y despreciar, abierta y visiblemente, todo lo demás. Sobre todo, la conocida como literatura comercial. Cuanto más afamada y comercial, más sujeta a desprecio. La literatura como objeto intelectualmente presumible. Es en ese contexto en el que escuchas frases que te dejan ojiplática. «Nunca he disfrutado tanto como leyendo a Joyce y su Ulises». O te causan una profunda pena. «Odio la literatura fantástica, no me aporta nada un mundo lleno de orcos y elfos». Es un mal que campa también, mal que me pese, entre los profesores de literatura de secundaria. Parece que el currículum -los árboles- nos impidieran ver la diversión en la lectura -el bosque-. Supongo que podemos sentirnos más o menos cómodos en ese esnobismo literario si somos capaces de respondernos, de forma sincera, a una sencilla pregunta: ¿para qué leemos?

La lectura es, entre otras muchas cosas, una herramienta de ocio. Tan divertida y ociosa como puede ser cotillear en Instagram

Algunos leen solo por obligación, para aprobar una asignatura (leen resúmenes, en la mayoría de los casos, hechos por quienes solo han leído más resúmenes), créanme que, por desgracia, sé de lo que hablo; otros leen para saber, para conocer las obras clásicas de la literatura, «lo que hay que leer»; unos pocos leen por curiosidad. Y la mayoría, la inmensa mayoría, lee por diversión. La lectura es, entre otras muchas cosas, una herramienta de ocio. Tan divertida y ociosa como puede ser cotillear en Instagram o ver la última serie de moda. Rara vez le exigimos a nuestras redes sociales que nos den un contenido intelectual elevado, ni esperamos que la última serie en nuestra plataforma digital emule el cine de Claude Chabrol. Y sin embargo, lo disfrutamos con fruición.

Cuántas alumnas han llegado desde el romance de 'Cincuenta Sombras de Grey' al novelón victoriano de las hermanas Brönte

Así como mis jóvenes alumnos sin complejos disfrutan y leen para clase lo que llamamos sin pudor literatura de piscina: novelas erótico-románticas como After, de carreras de coches y amor al estilo Culpa Mía, historias «fanmade» sobre sus grupos de K-Pop favoritos, los últimos relatos de brujas y hadas subidos a Wattpad. Y en ocasiones, estas obras pueden ser (o no) las que les abran el camino a los clásicos. Les sorprendería saber cuántas alumnas han llegado desde el romance de Cincuenta Sombras de Grey al novelón victoriano de las hermanas Brönte. Solo hace falta hacerles visible el hilo que une ambas ficciones. O más intrincado aún el camino: en una serie de moda aparece, y vuelve a hacerse famosa, una canción de una película de los 80, basada en una de las mejores novelas juveniles de todos los tiempos. No podrían imaginar la cantidad de adolescentes que han leído La historia interminable que sus padres guardaban en la biblioteca, ya sin esperanza alguna, tras haber visto Stranger Things. El camino del libro es siempre misterioso y sorprendente.

Rastro de migas

No hemos de olvidar que la literatura se autofagocita, se alimenta prácticamente siempre de sí misma. Las novelas más aparentemente triviales y fáciles han sido escritas por personas que a su vez han conocido, leído y buscado inspiración en historias anteriores a ellos, que han dejado su rastro de migas (la angustia de las influencias de Bloom) en las páginas escritas. Qué maravillosa diversión es ir buscando esas migas para, después, ofrecer ese camino sorprendente a los lectores de estas obras.

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