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10 de septiembre de 2024

Arthur Schopenhauer en 1859

Arthur Schopenhauer en 1859

¿Qué es 'El dilema del erizo', la fábula de Schopenhauer que explicó la esencia de las relaciones humanas?

«Un día helado de invierno, varios erizos se apiñaron muy juntos para, gracias al calor mutuo, evitar congelarse...«, así empieza la parábola del «pesimista humanista» que escondía sorpresas

Arthur Schopenhauer, conocido ya fatigosa, pero no inciertamente, como el «filósofo del pesimismo» (fue mucho más que eso), casi se convirtió en Samaniego o en Esopo. Existen La cigarra y la hormiga o La zorra y las uvas, pero también El dilema del erizo. No se tiene una concepción agorera del fabulista griego, ni del español. Tampoco de su colega francés la Fontaine, sino todo lo contrario.

Una obra de arte

Parerga y Paralipómena, la obra (la última de su vida) que le dio al filósofo alemán la tan buscada relevancia en pensamientos sueltos, en apuntes perdidos, en reflexiones olvidadas, incluyó esta parábola entre ensayos breves y aforismos que giran en torno a la idea de su obra central El mundo como voluntad y representación, donde nada tiene existencia real más allá de la representación y donde esa existencia real es la voluntad.

Hay quien dice que Parerga, más que una obra filosófica, es una obra de arte, así que El dilema del erizo es una pequeñísima parte de esa obra de arte que habla del destino, de las aportaciones de los filósofos, del idealismo, del realismo, de la causalidad, de lo real y lo ideal, de las alucinaciones, de los sueños... todo está en la obra que resucitó el pensamiento principal de Schopenhauer para ubicarle a él entre los grandes.

El dilema

«Un día helado de invierno, varios erizos se apiñaron muy juntos para, gracias al calor mutuo, evitar congelarse. Pronto sintieron el dolor que les causaban las púas de los otros, lo que los hizo separarse nuevamente. Pero la necesidad de calor los volvió a unir, y se repitió el retroceso de las púas, de modo que quedaron atrapados entre dos males, hasta que descubrieron la distancia adecuada desde la cual podían tolerarse mejor el uno al otro».

Esta es la fábula en la que «La necesidad de sociedad que surge del vacío y la monotonía de la vida de los hombres los une; pero sus numerosas cualidades desagradables y repulsivas y sus insufribles inconvenientes los separan una vez más». El viejo cascarrabias derramando toda su sabiduría: «La distancia media que finalmente descubren y que les permite soportar estar juntos es la cortesía y los buenos modales. En virtud de ello, es cierto que la necesidad de calor mutuo solo será satisfecha imperfectamente, pero, por otra parte, no se sentirá el pinchazo de las púas».

La distancia ideal

El pinchazo de las púas es el pinchazo invisible de los hombres unos contra otros en las relaciones personales, familiares, laborales o sociales. Es la extraordinaria normalización de lo que nos une y nos separa desde la distancia asombrosamente prudente de Schopenhauer para su propia representación alejada (la voluntad y la representación). Desde su auto elogiada soledad supo medir la distancia ideal, como los genios, y descubrir de forma maravillosamente metafórica, a la graciosa manera de Esopo, La Fontaine o Samaniego, un aspecto común y esencial de las relaciones humanas.

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